Algunas novelas italianas han abordado la configuración contradictoria del sujeto en la modernidad. “La conciencia de Zeno”, de Italo Svevo o “El mal oscuro”, de Guiseppe Berto, tienen algo en común: el psicoanálisis se incorpora, de forma explícita, al relato, situando al sujeto como un sujeto dividido en aquello que excede a su conciencia en Zeno o a un mal oscuro que atenaza el cuerpo, en el personaje de la novela de Berto. División que encontrará una mayor consistencia en los cambios históricos acaecidos en la ciudad de Trieste o a la erosión de los valores que se producen en las nuevas generaciones después de la segunda guerra mundial.
Svevo, vivió en Trieste cuando ésta pertenecía al Imperio Austro-Hungaro, Imperio que según Robert Musil “se sostenía en el aire”, pues no había ningún fundamento común que propiciara la unidad, diversidad de lenguas no compartidas, mosaico no articulado, donde nada sostenía el artificio imperial. Svevo, escribió en italiano, asistió a la desaparición del Imperio, publicando “La conciencia de Zeno”, en el año 1923, después de la primera guerra mundial, con el entusiasmo de James Joyce que era su profesor de inglés.
Para Claudio Magris la literatura triestina no es ajena a los avatares de la ciudad de Trieste. Si hoy en día es italiana, en la década de los cuarenta fue una ciudad-estado que incluía parte de la península de Istria, que hoy comparte con Eslovenia y Croacia. No es extraño que Jan Morris identifique a Trieste con “un lugar que no pertenece a ninguna parte”. Trieste, es italiana, austriaca y eslava.
Ese lugar de frontera, donde la diversidad se superpone sin articularse, se prolonga en la vida y conciencia de Zeno Cosini, el anti-héroe de Svevo que prosigue, en su sujeto novelesco, la crítica de Musil a la falta de unidad del Imperio. Pero Svevo dá un paso más, la falta de unidad alcanza a la subjetividad, la escisión es también del sujeto. El psicoanálisis se introdujo en Italia a través de Trieste, arraigando en la comunidad hebrea. Italo Svevo, de ascendencia judía, se analizó, respondiendo la escritura de su novela a una sugerencia de su analista. “La conciencia de Zeno”, comienza del siguiente modo: “El doctor a quién hablé de mi propensión a fumar, me dijo que iniciara mi trabajo analizándolo”.
Zeno, quiere dejar de fumar, pero siempre encuentra ocasión de seguir fumando, “el último cigarrillo”, es la ocasión de aplazar, sine die, el dejar de fumar. Hay un querer, pero falta el acto que haga realidad aquello que se quiere. La posición subjetiva de Zeno Cosini es un querer no decidido, siendo el tema del tabaco la punta del iceberg de otros asuntos de su vida, relativos a la elección de la mujer y a su dedicación profesional.
Fumar y no fumar, el personaje lo quiere todo, no hay un deseo que lo determine, escogiendo o bien lo uno o bien lo otro. La fórmula “el último cigarrillo” condensa un querer dejar de fumar mientras se sigue fumando. El querer dejar de fumar reponde no tanto al deseo sino a las prescripciones o recomendaciones sociales. Al quererlo todo y no elegir será la vida quien elija por él: querer casarse con la mujer guapa, pero hacerlo con la mujer fea, gracias a algo fortuito e hilarante, o hacer buenos negocios, no por una decisión personal, sino porque las consecuencias de la primera guerra se lo ponen en bandeja. Más allá de la psicología del protagonista, la novela de Svevo señala un cambio en la subjetividad contemporánea. La no determinación y el aplazamiento, vivir en una contradicción no resuelta, no querer pagar el precio que todo deseo exige.
“El mal oscuro”, de Guiseppe Berto publicado en 1964, comienza de la siguiente manera: “Pienso que esta historia sobre la larga lucha sostenida con mi padre……puede clarificarse dentro de las teorías psicológicas existentes”. La novela es un largo monologo sin apenas puntos y aparte. El protagonista dará cuenta del mal que le invade y le excede, piensa que se debe a la relación que tuvo con su padre. Hijo de un padre que instaló una deuda impagable con el hijo. El protagonista pudo estudiar gracias a “los grandes sacrificios” paternos, sacrificios no solo recordados de forma reiterada, además exigían unas altas calificaciones como contrapartida. “Acabarás en la cárcel”, era la frase del padre al ver frustradas sus expectativas. Padre austero, cuya conducta está guiada por el sentido del “deber” que, como fundamento de orientación en la vida, se resquebraja en la generación siguiente.
La erosión de la autoridad paterna se irá acentuando en las sociedades occidentales después de la segunda guerra. No obstante, la retirada de los valores paternos dejará, al protagonista, un campo abonado por la culpa, una manera de pagar en su propio cuerpo y en su vida la deuda impagable. Novela sobre la deuda y la culpa, pero también de su liberación final, dado que el tratamiento psicoanalítico, que el protagonista emprende, hará caer la deuda impagable cuyo objeto es endeudar y disciplinar.
El mal oscuro es un conjunto de males que asaltan al protagonista, en su cuerpo: el riñón, el colon, las lumbares; pero también a sus fobias, su incapacidad para escribir “su obra maestra”, su dificultad con el dinero. El diagnóstico médico que recibe es “postración nerviosa”. El protagonista, dará un sentido a sus males a través de la figura paterna, padre al que abandonó, en el momento de su muerte, y al que no pudo satisfacer en sus expectativas. El padre convertido en un acreedor tratará de cobrarse, en la salud del hijo, la deuda contraída.
La ferocidad del padre muerto, pero introyectado por el sujeto como imperativo superyoico, fue reconocida por Freud en “Totem y tabú” y por Shakespeare, en el mandato que el espectro paterno comunica a Hamlet. Para Berto, la crueldad del padre muerto es el origen del mal oscuro. En el final de la novela caerá la deuda y con ella disminuirá la culpa, gracias a ello, otro aspecto del padre puede emerger.
De niño, el protagonista escuchaba que el padre, destinado en Sicilia, podía alcanzar con la mano las naranjas que sobresalían de los cercados. Relato paterno de una Sicilia mítica y pródiga en frutos abundantes a disposición de cualquier mano que se alce. Recuerdo conmovedor del hijo de ese deseo del padre por él compartido. El hijo encuentra su deseo en el deseo del padre, a los dos les falta esa Sicilia inexistente pero necesaria, pues se puede anhelar lo que no se tiene. La novela de Guiseppe Berto, trata sobre el mal que anida en el sujeto y sobre el objeto de deseo inexistente que, sin embargo, puede metaforizarse como “las naranjas de Sicilia”.