EL TEATRO EN GALDÓS
2020 – Centenario de Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843 – Madrid, 1920)
Galdós tuvo una gran repercusión en la escena española, aunque actualmente es un escritor más conocido por sus Episodios Nacionales y por sus novelas. Muchas de éstas últimas han sido adaptadas al cine con bastante éxito, especialmente durante la transición, mientras que las realizadas sobre los Episodios Nacionales no han tenido un éxito similar, lo mismo le ocurre con sus obras de teatro, que han envejecido peor y se han puesto últimamente menos en escena, puede que la razón sea la estructura de la representación teatral, que requerirían más adaptaciones a los ritmos y gustos actuales.
El teatro de Galdós en su época suponía una ruptura con el estilo más habitual. Galdós escribió veinticuatro obras para el teatro, de las que siete son adaptaciones de sus novelas (Realidad, La loca de la casa, El abuelo, Casandra, Gerona, Zaragoza y Doña perfecta). De sus obras trece lograron un éxito absoluto, cuatro fracasaron, teniendo el resto un éxito dudoso.
La opinión según Galdós de su sentido del teatro queda reflejado en el prólogo de “Los Condenados” donde indica que la función de la obra dramática es interesar y conmover al público, encadenando su atención, centrándole en el tema de la obra y los caracteres de los personajes, de forma que se establezca una fusión entre la vida real contenida en la mente del público y la imaginaria que los actores expresan en la escena. Galdós según Max Aub introduce el lenguaje popular y sus matices en el literario, lo que hasta entonces se entendía como inadecuado.
Galdós representa según María Zambrano: “la tolerancia, la democracia, la justicia, el laicismo y la emancipación de la mujer; criticó la corrupción y exigió políticos honestos, valores que continúan siendo esenciales para construir una sociedad más justa, y más digna”. Todo esto se refleja en sus obras teatrales, construyendo desde lo anecdótico un relato ameno. Galdós fue esencialmente humano, siendo muchas veces cómplice en su propia vida con sus obras.
El teatro resulta en él más sintético que la novela, pero Galdós hace un esfuerzo por dar espacio a la verdad, a la psicología, a la construcción de los caracteres de los personajes, especialmente indicando aquellos acontecimientos que reflejan su desarrollo vital. Ramón Pérez de Ayala indica que su teatro refleja un universo de realidades vivas, lo que es un cambio a lo usual en la época. Algunos críticos como Francisco Ruiz Ramón en cambio afirman que el Galdós dramaturgo no consigue romper con el Galdós novelista en sus adaptaciones, porque no consigue mantener el ritmo propiamente dramático, al ser excesivamente descriptivo y distraer de lo esencial al desarrollar diálogos demasiado largos, perdiendo con ello intensidad. Hay ejemplos claros como en “El abuelo” que termina siendo una adaptación teatral que no deja de ser una versión reducida transformada en diálogos. En Galdós afirma, no hay tensión dramática, los personajes desarrollan la tesis que el autor quiere destacar, sin enfrentarlos entre sí para llegar a situaciones nuevas. Los personajes pertenecen a dos bandos, uno defendiendo el trabajo bien hecho y la verdad, y otro reflejando la intolerancia, el inmovilismo y la servidumbre a las apariencias.
En varios de sus dramas el protagonista es al principio una pareja formada por una mujer aristócrata y un hombre trabajador, que lucha contra una sociedad escudada en privilegios y dogmas intocables. Predominan los personajes femeninos más que los masculinos, como en “Celia en los infiernos”, “Electra”, “Mariucha”, entre otros. En “La loca de la casa” o en “Santa Juana de Castilla” la protagonista refleja el heroísmo religioso, ésta sería su última obra, representada en el Teatro de la Princesa en 1918.
Los críticos han destacado “El abuelo” y “Casandra” como las dos creaciones teatrales más conseguidas. En “El abuelo” es el viejo conde de Albrit el que tiene una gran fuerza dramática en la búsqueda de la verdad, cuando vuelve de América con el objetivo de reconocer cuál de las dos nietas es la legítima, siendo los dos personajes complementarios, la legítima es Nell y la ilegítima Dolly, pero Lucrecia que es la madre de ambas le engaña, siendo la última al final aceptada por el abuelo que, a pesar de sus prejuicios, aprende a querer a las dos, pero al final resulta que la legítima es la que le abandona. El abuelo es el personaje esencial en la obra donde vence el amor frente al honor y los sentimientos que se anteponen a los prejuicios. Algunos autores como Federico Carlos Sainz de Robles hablan de una relación de esta obra con “El rey Lear” de Shakespeare, al partir de dos ancianos empobrecidos y tristes, siendo en la obra inglesa la ingratitud esencial, mientras en la de Galdós es incidental, por el contrario otros críticos como Clarín y Joaquín Dicenta están en desacuerdo. La clave es entender que los sentimientos se anteponen a los prejuicios. Se podría decir que esta obra está dentro del género de novela dialogada, que el autor estructura en cinco capítulos, lo que facilita su adaptación teatral.
“Realidad”, su primera obra teatral es también su novela dialogada, representada en 1892 en el Teatro de la Comedia, trata el adulterio como eje de la obra, en donde el personaje de Orozco, el marido, resulta ser una especie de santo laico, siendo el personaje más conseguido en opinión de Francisco Ruiz Ramón. El adulterio en el teatro de Galdós deja de ser un drama de honor, para convertirse en uno de conciencia, sustituyendo el odio y la venganza por la armonía y la tolerancia, en vez de los formalismos se proclama la comprensión.
Hay tres dramas de la intolerancia: “Doña Perfecta”, “Electra” y “Casandra”, siendo “Electra” el de más éxito por razones políticas ajenas a su valor como drama, mientras que en opinión de algunos autores es “Casandra” el más conseguido. Los dos personajes femeninos en esta obra reflejan los dos mundos en disputa: Doña Juana Samaniego encarna el alma autoritaria que maneja las vidas ajenas y las destruye en nombre de la religión, mientras Casandra encarna la libertad de conciencia y el progreso, terminando con la muerte de la primera como fin dramático. Galdós realmente no es antirreligioso, sino profundamente anticlerical, por lo que cuando se acerca en sus obras a la experiencia religiosa, se muestra deliberadamente ambiguo. En “Electra” el Marqués de Ronda es ese corrompido corruptor que se confiesa inicialmente regenerado y catequizado por su mujer, pero ayuda a Máximo (que representa a la ciencia y la razón) a vencer a la hipocresía y el dogma personificados por el jesuítico Pantoja, y le acompaña a raptar a Electra, su enamorada, para rescatarla de la simbólica muerte en el convento y llevarla a la vida del amor y el matrimonio libre.
Las dos obras que reflejan más compromiso político son “Casandra” (1910) y “Celia en los infiernos” (1913), ambas posteriores a su elección en 1909 como diputado al Congreso por Madrid. Celia ha visto en los infiernos, en los barrios bajos de Madrid, lo que no quieren ver los Municipios ni los gobernantes, casas que son pueblos por el número de sus vecinos, donde se amontonan familias en miserables cuartos, sin ventilación, sin luz, sin higiene; Celia contempla cuadros de horror que se repiten a diario y que son testimonio viviente de la verdadera pobreza, mientras por las calles céntricas mendigan los que hacen de la limosna una profesión, sin que haya autoridad que acabe con esta alardeada miseria, en beneficio de los verdaderos necesitados. Por último Celia decide dejar su dinero a aquellas gentes, sin intervenciones municipales, para no malograr los fines de su admirable esplendidez.
Galdós toma inspiración junto con Clarín y Emilia Pardo Bazán de las principales corrientes teatrales europeas como Ibsen, Strindberg, Wilde, Shaw, Pirandello, Chejov y Stanislavski, formando un trío que busca hacer realidad estas influencias en el teatro español. El teatro lo utiliza Galdós como tribuna para la defensa del cambio social y favorece la innovación teatral mediante nuevos conceptos, temas y fórmulas dramáticas. Galdós, declaró Baroja “ha saltado de las cimas de Dickens a las infinitas alturas de Shakespeare. Es él quien ha auscultado el mal de España y ha iniciado su remedio”. Federico Carlos Sainz de Robles indica que en el teatro de Galdós “se encara con el público y le presenta un limpio espejo para que se mirase, para que comprendiera cuál podría ser el camino de una vida fructífera y fecunda”.
El mayor éxito teatral lo tuvo en el estreno de “Electra”, obra pensada sólo para el teatro, a la que invitó al ensayo general a un centenar de personalidades y al representarla para el público en general, llegó a salir a saludar catorce veces a escena y a ser sacado a hombros por el público como los toreros. El Teatro Español pondría la representación de la obra durante ochenta días, en cambio fracasó con “Los condenados” o con “Alma y vida”. Con el drama “Realidad” su primera adaptación, provocará transformaciones significativas en la forma teatral que luego serán desarrolladas por nuevos autores. Galdós quiso compartir con el público en sus obras sus sentimientos y crear una relación entre autor, público y espectáculo esencialmente emocional. Innovó especialmente en los personajes femeninos, muchos de ellos mujeres que buscan la libertad, ayudan al hombre o le sirven de justificación ideológica, mientras que en su época predominaban los personajes masculinos.
Se están programando en este año algunas obras dramáticas de Galdós, que dan una idea de la capacidad de adaptación a nuestros tiempos, así por ejemplo, durante el mes de Noviembre el Centro Dramático Nacional va a hacer un ciclo de siete lecturas dramatizadas dirigida por mujeres.
Ver artículos anteriores de esta serie: Caleidoscopio sobre Galdós 1, Caleidoscopio sobre Galdós 2 , Caleidoscopio sobre Galdós 3, Caleidoscopio sobre Galdós 4 y Caleidoscopio sobre Galdós 5