Alfonsina Storni, la poeta argentina más importante de la primera mitad del siglo XX y una de las voces poéticas femeninas (junto con Gabriel Mistral y Juana de Ibarburu) más influyentes de la Iberoamérica de su tiempo, fue niña pobre y joven lavaplatos, camarera y costurera. Ejerció de maestra rural en Rosario y fue profesora de arte dramático y animadora de grupos de teatro infantil. Tras quedarse embarazada de un hombre casado, cuya identidad jamás quiso revelar, se mudó a Buenos Aires en 1911 y decidió criar sola a su hijo.
Cuando muchas hablan hoy de la tercera revolución feminista, la de Femen y el movimiento Me-Too, justo es recordar a sus bisabuelas, mujeres como Alfonsina Storni que, en circunstancias muy difíciles, pelearon por vivir de su trabajo, por ser respetadas, por el derecho de voto, por introducir la educación sexual en las escuelas, por practicar el amor libre, tanto con hombres como con mujeres.
En una época tan temprana como 1916, Alfonsina publicó el poema La Loba, arrebatado e icónico alegato feminista cuya forma poética, apegada aún a la estética modernista, apenas logra contener la potencia de sus mensajes: Yo tengo un hijo fruto del amor, de un amor sin ley / que no pude ser como las otras, casta de buey / con yugo al cuello; ¡libre se eleve mi cabeza! / yo quiero con mis manos apartar la maleza.
Alfonsina publicó siete libros de poemas y dos obras de teatro. Se relacionó con lo mejor de la intelectualidad argentina de época y también viajó a España, donde conoció a varios de los habituales de la Residencia de Estudiantes, y a otros países de Europa. Fue la primera mujer en sentarse en el consejo de redacción de un diario argentino de amplia tirada.
En 1938, año de su muerte, apareció Antología Poética que ha quedado como un texto de referencia de una poeta que abandonó pronto un modernismo ya crepuscular para explorar un realismo existencial de exquisita sensibilidad y amplio registro basado en su propia experiencia.
Hace poco leí en público su poema dedicado a Federico García-Lorca (Buscando raíces de alas / la frente / se le desplaza / a derecha / e izquierda…) y me pareció bellísimo, de una contemporaneidad imperiosa. Leí también su último poema conocido, Voy a dormir, enviado al periódico La Nación para que fuera publicado al día siguiente de su muerte, cuyo final (…Ah, un encargo: / si él llama nuevamente por teléfono / le dices que no insista, que he salido…) me sigue pareciendo estremecedor.
Al saber que padecía un cáncer de mama, enfermedad con pocos tratamientos eficaces en su época, Alfonsina decidió poner fin a su vida (un derecho que ella también había defendido). Se arrojó a las aguas del Río de la Plata el 25 de octubre de 1938.
Alfonsina Storni, quien tras unos comienzos difíciles, logró ser reconocida en vida, nació en Capriasca, Suiza, en 1892, y murió en Mar del Plata, Argentina, en 1938.