Rafael Fraguas, sociólogo y periodista, miembro fundador del diario El País, a cuya primera Redacción pertenece desde mayo de 1976, ha sido enviado especial en Medio Oriente, África Negra, el Magreb y Europa Occidental. Es especialista en Islam chií, en Organizaciones de Inteligencia y Armas nucleares. Acaba de publicar ‘Manual de Geopolítica Crítica’. Un libro de lectura obligada para conocer temas hasta ahora reservados a estadistas, militares y diplomáticos, aquí explicados de forma atractiva y divulgativa.
‘Manual de Geopolítica Crítica’ es una obra fundamental para entender la realidad y descubrir las claves que nos permitan comprender e interpretar lo que acontece en el mundo de hoy y el futuro posible que está por llegar. La lectura de este libro proporciona información y agita el intelecto, frente a las decisiones, a veces intrincadas y oscuras, de quienes detentan el poder; decisiones que generan en muchos casos adversidad, conflictos bélicos, graves enfrentamientos e, incluso, golpes de Estado.
Entreletras ha conversado con Rafael Fraguas sobre su nuevo libro y otras cuestiones de interés.
-¿Qué le ha llevado a escribir un libro de geopolítica?
-La geopolítica tradicionalmente ha estudiado la relación entre el poder y la geografía, el territorio. Hoy el territorio que concierne a la geopolítica se ha ampliado a la exosfera y al subsuelo, donde se libran la contienda espacial y la batalla energética. La geopolítica ha sido una ciencia utilizada por las grandes potencias para legitimar a su favor un determinismo de la geografía hacia la política. Desde este libro he querido luchar contra este concepto. La geopolítica se ha movido siempre en un ámbito de poder, de fuerza, y es hora de darle una dimensión distinta, ética, basada en la paz, la solidaridad, en aspectos como la cancelación de la deuda del Sur por el Norte, en la erradicación del etnocentrismo,… se trata, en definitiva, de un nuevo tipo de Geopolítica, crítica con aquella.
-¿En qué medida nos afecta la geopolítica en nuestro día a día?
-Muchas de las decisiones que se toman invocando la geopolítica pasan inadvertidas para la gente, pero tienen una enorme repercusión en nuestras vidas. Así, todas las guerras obedecen a decisiones geopolíticas y motivaciones expansionistas del territorio, o de afirmación nacional frente a la negación del otro. Mi nuevo libro quiere proporcionar información a la gente sobre lo que se urde a sus espaldas, normalmente a través de la diplomacia secreta donde se toman decisiones tan graves como guerras, matanzas, embargos,…
-En su libro se habla de cuestiones muy novedosas que, en algunos casos, parecen casi de Ciencia-ficción. Una de ellas es la militarización del espacio, empleando para ello incluso armas nucleares. Otra de gran relevancia es el dominio del subsuelo y las denominadas guerras energéticas…
-He querido dar algunas claves de interpretación de lo que está pasando en el espacio y en el subsuelo, dos enclaves en los que se están librando batallas verdaderamente importantes. La militarización nuclear del espacio es uno de los fenómenos más graves e importantes de la era contemporánea. La caída de la URSS, por ejemplo, tuvo mucho que ver con ella.
-¿Se refiere a la ‘Guerra de las Galaxias’?
-En efecto, el proyecto ‘Guerra de las Galaxias’ supuso una aceleración completa de la carrera nuclear mediante la conversión del rayo láser en un arma decisiva por su tremenda capacidad para descodificar información. En el esquema vigente de guerra nuclear, que incluye lanzamientos múltiples de proyectiles, de varias decenas de estos, todos son señuelos, salvo un solo misil, que es el que lleva la letal cabeza nuclear; comoquiera que los plazos entre el lanzamiento e impacto de los misiles sobre el objetivo adversario son muy cortos, no hay tiempo para averiguar, en ese magma de proyectiles lanzados, dónde está la cabeza nuclear, salvo que utilices un arma como el rayo láser, que lo averigua certeramente en fracciones de segundo; son esas ventajas las que permiten, a quien emplea el rayo, desarmar a su enemigo. En su uso, se emplean asimismo gigantescos espejos colocados convenientemente en el espacio para reflejar y proyectar el rayo sobre los objetivos elegidos. Por otra parte, el láser, aplicado a la industria, la ha transformado enormemente, obligando a quienes lo utilizan a acometer una enorme transformación del aparato productivo que la URSS, en su día, no pudo o no se atrevió a encarar a no ser que asumiera un coste social, en paro y deslocalización, que Moscú consideraba inasumible, por poner en cuestión todo el modelo igualitario comunista.
-¿Y qué está ocurriendo en el subsuelo del planeta?
-Todos los fenómenos energéticos y sus derivados, todo el modo de producción del planeta está fundamentado en lo energético y ahí, bajo el suelo, por lo que también se libran ahí luchas tremendas: la importancia del ‘fracking’ (fracturación hidráulica subterránea) y sus efectos sobre una nueva política energética de cierta solvencia para Estados Unidos, más la actitud de ciertos países en relación con los oleoductos y las crecientes presiones consumistas de hidrocarburos,…están determinando numerosos cambios económicos, políticos y militares, con guerras incluidas y catástrofes humanitarias como las que hemos visto en Siria, en Libia, en Yemen…Por todo ello, he querido en mi libro dar pistas y coordenadas para entender y explicar las causas concretas de estas contiendas, de enorme gravedad y complejidad.
-Volviendo al tema del espacio. En los últimos tiempos Estados Unidos y Rusia han desarrollado proyectos conjuntos en el espacio, como es el caso de la estación espacial…
-Bueno, son la cara y la cruz de un mismo proceso. Hay un conocimiento mutuo entre ambos Estados pero, también, y precisamente por ello, una rivalidad persistente. En el ámbito espacial hay otra cuestión muy importante, ya que geopolíticamente y como escenario, podría tener un uso diferente. Estoy convencido de que, hasta ahora, la carrera espacial, entre otros propósitos, ha contemplado la búsqueda de un lugar, un espacio vacío, un punto negro en la exosfera en el que ubicar y depositar residuos nucleares de alta duración, como los generados en las centrales nucleares, que pueden llegar a perdurar en actividad a lo largo de miles de años. Los casos de Three Miles Island, en 1979, y Chernobi, en 1986, así lo muestran. No tienen sentido las cantidades enormes de dinero que se han invertido durante todos estos años, desde el inicio de la carrera espacial al finalizar la Segunda Guerra Mundial, si no obedecieron a una meta de supremo interés estratégico, como ésta a la que me refiero. Por otra parte, el espacio, la exosfera, dada su inmensidad e inconmensurabilidad, puede permitirnos también hallar en él la posibilidad de ubicar un mundo alternativo. Si continúa el ritmo de autodestrucción que se ha emprendido y no se detiene en nuestro Planeta, con los consabidos efectos sobre el clima, la vegetación y la extinción de tantas especies animales, en un plazo de apenas cincuenta o cien años necesitaremos apremiantemente un enclave en el espacio para poder, allí, perpetuar la existencia de la Humanidad.
-¿Qué papel juega China en todo esto?
-China es una superpotencia que ha estado creciendo a un ritmo del 9-10% del PIB en los últimos años, aunque ahora ese despliegue se ha retardado. Es un país que tiene una estructura comercial muy potente, tanto interior como exterior. Sin embargo, muestra todavía ciertas y evidentes limitaciones militares. Carece de una flota de guerra comparable a la que posee Estados Unidos, aunque controla una gran zona de influencia en el Pacifico. En la carrera espacial también se ha hecho un hueco.
-Tengo que preguntarle por Donald Trump…
-De la política de Trump lo único que parece coherente es la aproximación a Rusia. Trump es un hombre de negocios y parece querer comerciar con Rusia, convertirla en el foco de las exportaciones de los excedentes de la industria norteamericana; y, de paso, ‘coqueteando’ con Vladimir Putin, desalinear a Rusia de China. Desde Washington, sin embargo, se ve con enorme desconfianza un eje Moscú-Pekín, eje que controla Eurasia, corazón del Planeta, cuyo control garantizaría el dominio planetario según la geopolítica tradicional. Sin embargo, el complejo militar-industrial de Estados Unidos necesita mantener un buen argumento para perpetuar sus ventas e innovaciones bélicas, argumento que ya no encuentra en el denominado Estado Islámico puesto que, a juicio de muchos observadores, el yihadismo puede yugularse mediante medidas policiales, no a través de guerras abiertas. El ISIS, pese a controlar parcialmente un territorio, cada vez más exiguo, carece de aviación, de marina de guerra, de artillería pesada…Por ello y al mismo tiempo, aunque pueda parecer contradictorio, cuando se pensaba que habíamos salido ya de la burbuja de la ‘guerra fría’, con la desaparición del comunismo soviético y del carácter superpotencial de la URSS, el aparato de Estado norteamericano, contrario a Trump, sigue instalado en una ‘rusofobia’ de la que parece esperar que pueda devenir en guerra, en cualquier momento, en Ucrania, Corea del Norte, incluso, en Alemania,… Pese a la consunción comunista soviética, se trataría de buscar excusas para continuar con esa ‘rusofobia’ y seguir hegemonizando el mundo en clave armamentística. Esta grave contradicción entre Trump y el aparato de Estado determina ya ahora y determinará el signo de los tiempos inmediatamente venideros.
-Usted ha sido corresponsal en Oriente Medio, África,… ¿su experiencia personal y profesional en diversos lugares del mundo está presente en este libro?
-Sin duda, eso me ha dado un conocimiento sobre el terreno muy valioso que luego hay que completar con el estudio cotidiano, las conferencias, los ensayos…pero la conclusión más importante que obtuve de esa experiencia fue la certeza plena de la inutilidad de la guerra; soy desde entonces un pacifista vocacional, quizá porque he visto en primera persona el inhumano saldo de la guerra, de todo tipo de guerra.
-¿Qué otras cuestiones destacarías de tu nuevo libro?
-El tema de la informatización de nuestras vidas. La conjunción de informática y telefonía está generando cosas y algunas prácticas positivas, pero otras están muy incontroladas. La aplicación desaforada de la telemática a casi todos los aspectos de nuestro acontecer está alterando profundamente los dos ejes por donde discurre la existencia humana: el espacio y el tiempo. En el mundo informatizado que nos envuelve, el espacio desaparece, la cercanía, la proximidad, la presencia de los demás; y la historicidad, el tiempo, se esfuman también. De este modo, la experiencia, que es historia, se devalúa y si no hay experiencia, la Ciencia, el progreso, la posibilidad del cambio social, desaparecen en un mundo profundamente injusto y desigual como el que nos rodea; la Ciencia se ve pues suplantada por la tecnología, ciencia aplicada, que solo mira hacia lo inmediato. Así, parece que todo estuviera sucediendo simultáneamente, dentro del bucle de un presente continuo; surgen pues un espacio y un tiempo virtuales, falsos por irreales, pero que favorecen, fundamentalmente, al dinero, al capital financiero, la dimensión virtual por excelencia. Con todo el triste legado de desigualdad, de precariedad, de injusticia y de opresión que acarrea.
-Entonces…
-Es cierto que los ciudadanos de a pie nos hemos beneficiado de algunas cosas, los móviles, el correo electrónico y otras ventajas, pero también debemos preguntarnos por la precarización del trabajo subsiguiente, el aumento exponencial de la productividad, el hundimiento de los salarios o el declinar de casi todo en favor de ese capital financiero, todo ello inducido por el descrontrol en la aplicación de la telemática. Paradójicamente, en esta nueva y tal loada era digital no se han podido globalizar –todavía- los derechos humanos, ni la solidaridad, ni la lucha contra las enfermedades, ni contra el hambre… Por el contrario, ha sido mucho lo que la ingeniería financiera ha conseguido para el capital, a la hora de mover el mundo a su aire.
-Por último, la siguiente revolución tecnológica, los robots, ya está llamando a la puerta. ¿Qué consecuencias puede tener en un futuro cercano?
-De momento, sabemos el efecto que va a provocar sobre el mundo del trabajo, a priori está generando cierto pánico a que desaparezcan masivamente puestos de trabajo y las relaciones laborales se evaporen en la irresponsabilidad de las máquinas. No estoy en contra del verdadero progreso, pero hay que preguntarse si tenemos capacidad para sustituir al ser humano en los procesos de producción sin tener aún alternativas tangibles para que las personas, todas las personas, puedan vivir dignamente en un mundo de prioridades humanas, no de otro tipo.