Nacida en Chucena (Huelva), María del Valle Rubio reside en Sevilla desde hace años. Es diplomada en ciencias de la educación y una de las poetas actuales de mayor prestigio. También es una destacada pintora.
Su obra poética se encuentra recogida en los poemarios Inusitada luz, Cibernáculo y Como si fuera cierto.
– Usted combina la literatura y la pintura, ¿cómo se llevan estas dos disciplinas?
Para mí la poesía y la pintura no tienen frontera. A veces se escribe pintando y se pinta escribiendo.
– Vive en Sevilla, una ciudad muy importante para la poesía, de los grandes poetas sevillanos ¿con cuál se identifica más?
– Yo suelo leer más prosa que poesía, más ensayo que novela, más filosofía que otra cosa. Los poetas sevillanos: Gustavo Adolfo Bécquer, Vicente Aleixandre, Antonio y Manuel Machado, Cernuda y tantos otros son admirables y reconocidos. Juan Ramón Jiménez, para mí, onubense y paisano, es uno de los precursores de la buena poesía.
– ¿Cómo ve el panorama de la poesía contemporánea?
– Pues cada poeta, si lo es, va, por su lado. Hay mucho ruido. No todo el monte es orégano. Hay quien escribe poesía como habla, sin profundizar en la atmósfera y el color que requiere cualquier tipo de poética. Otros van por el buen camino que sería, a mi entender, el de la concisión o síntesis expresiva. Diríase que hay tantas corrientes como creadores.
– Usted empezó a publicar en los años 80, ¿cómo ha cambiado la poesía desde entonces?
– Tengo la sensación de que se ha perdido el respeto por la belleza y la profundidad de la palabra poética. Algunos confunden la modernidad con hago cualquier cosa y le llamo poesía. Sin embargo, subsiste el empeño en algunos autores de detenerse frente a la pantalla vacía y pensar que, y, pensando, crean buenas obras. No vale una poesía exprés. Señalaría mi empeño de prescindir del narcisismo para centrarme en el latido vivencial y abierto al mundo.
– El pasado mes de septiembre asistimos a un hecho insólito, la concesión del Premio Nobel a Bob Dylan, ¿qué opinión le merece?
– Me parece bien el Novel a Bob Dylan. Un cantautor como él es un poeta y, merece respeto y reconocimiento. Hay que abrirse y reconocer incluso a los que no creemos iguales. Unos cantan sus versos y otros los lloran. Lo importante es que ambos sean buenos.
– ¿Qué le parece que muchos poetas vivan obsesionados con los premios?
– Sí, sí, lo sé; y es una pena porque el creador solamente tendría que preocuparse por crear lo mejor que sabe, lo mejor que siente, lo que lleva dentro y que quiere compartir con los demás. Es mi opinión. Yo siempre he creído y he manifestado que los premios que tengo no me los dan a mí, sino a mis libros. Porque yo nunca los esperé. Pero sí los agradecí.
– ¿En qué proyectos está trabajando en el presente?
– Ahora estoy simultaneando la poesía y la pintura. A veces, cuando no tengo nada que decir me dedico a leer, a trabajar en la casa, a «cultivar el espíritu».
– Su último libro ha impactado en nuestra redacción, Como si fuera cierto es una mezcla de amor y desamor, ¿escribe mejor el poeta en soledad?
– La soledad bien entendida, aceptada y nunca impuesta es muy importante para pensar, reflexionar, entenderse uno a sí mismo y, qué duda cabe, que para el creador es el mejor caldo de cultivo. El silencio y la quietud llevan a la meditación, si se intenta, y a pasar por un tamiz los pensamientos que se confunden entre la algarabía.
(Invierno, 2017)