Los escritores José Guadalajara y Félix Jiménez acaban de publicar el libro Fado por un rey, una novela basada en uno de los episodios más inquietantes y controvertidos de la historia común de España y Portugal.
El libro indaga en la supuesta muerte del rey luso Sebastián I, cuya desaparición aún se enmarca entre la historia y la leyenda, un hecho que a la postre iba a unir los destinos de las dos naciones peninsulares durante seis décadas.
Esta novela histórica ha sido publicada por Bohodón Ediciones.
Doctor en Filología, José Guadalajara es autor de diversas novelas y libros de divulgación, entre sus títulos destacan ‘100 Microhistorias de la Historia’, ‘La maldición del rey sabio’, o ‘El alquimista del tiempo’. Asimismo, José Guadalajara es experto en la figura del Anticristo, tema sobre el que ha publicado varias obras.
Félix Jiménez es poeta y narrador. Entre sus numerosos libros de poesía destacan títulos como ‘Oleaje de nubes y calma’ o ‘Poesía horizontal’. Asimismo, libros de relatos como ‘Hace tiempo que te debo palabras de amor’ o la novela ‘Las últimas balas de la gran guerra’, son un claro exponente de su faceta como narrador.
Entreletras ha conversado con estos dos autores sobre su última novela escrita a cuatro manos.
-El rey Sebastián I de Portugal murió o desapareció en la sangrienta batalla de Alcazarquivir. ¿Por qué decidisteis escribir una novela conjunta sobre este personaje histórico, cuya misteriosa muerte nunca fue aclarada del todo y dio lugar después a todo tipo de especulaciones?
-Precisamente por eso: la historia de este rey está llena de misterios, sobre todo a partir de esa famosa batalla. Tanto el protagonista como los sucesos posteriores a su muerte daban un enorme juego para escribir una novela. Fado por un rey se convierte así en una respuesta a este intrincado enigma.
-¿Qué llevó a este rey a lanzarse a la conquista de Marruecos a mediados del siglo XVI?
-Hay muchos factores políticos y geoestratégicos en el contexto del siglo XVI a tener en cuenta, pero, por encima de ellos, quisiéramos resaltar la personalidad del propio rey don Sebastián, un joven de veinticuatro años absorbido por ideales caballerescos, temerario, intrépido, deseoso de imitar las hazañas y conquistas de sus antepasados, entre ellas las de su abuelo Carlos I y las de su tío Juan de Austria.
-En esta novela barajáis la hipótesis de que este rey no hubiera muerto en la famosa batalla de Alcazarquivir. ¿Existen pruebas de que pudo ser así?
-Existen, y no son pocas. No podríamos aquí enumerarlas todas, pero hay constancia documental de que el rey sobrevivió a la batalla y de que vivió encubierto a causa de una promesa realizada a raíz de su vergonzosa derrota. Hay crónicas que lo atestiguan, como las referencias a su embarque en la flota que regresó a Portugal, la cura en secreto de una herida en una pierna, su viaje a Jerusalén y estancia en Roma, entre otras. En nuestra novela, nos movemos bien en este terreno y avanzamos en una trama en la que implicamos al propio lector.
Toda la documentación existente sobre este asunto en el archivo de Simancas fue declarada secreto de Estado por el duque de Lerma en 1615
-¿Qué investigaciones habéis llevado a cabo o tenido en cuenta para considerar como cierta esta sospecha?
-Toda la documentación existente en el archivo de Simancas, que fue declarada secreto de Estado por el duque de Lerma en 1615. Se conservan cartas, declaraciones, sentencias… Es necesario advertir el inmenso trabajo realizado por Remedios Casamar y Mercedes Fórmica, que airearon esta documentación y estudiaron el caso, y cuyos libros nos han servido de base.
–A finales del siglo XVI aparece en escena un personaje que se decía era el rey presuntamente fallecido en Marruecos, el pastelero de Madrigal de las Altas Torres, cuya identidad quedó en entredicho tras un breve proceso judicial. ¿Hay datos sólidos para afirmar que Gabriel de Espinosa, el célebre pastelero, era realmente el rey desaparecido?
–Muchísimos datos, muchas evidencias, casi todos ellos procedentes del proceso conservado en el referido archivo de Simancas. Hay, por ejemplo, una correspondencia cruzada entre Gabriel de Espinosa y fray Miguel de los Santos, viejo confesor del rey don Sebastián, así como entre el primero y Ana de Austria, sobrina de Felipe II, que arroja muchos indicios para sospechar que el tal pastelero fue realmente el rey portugués desaparecido en Alcazarquivir. Y no solo eso, sino las intrigantes declaraciones de los propios implicados en este proceso de 1594. En todo caso, el enigma no está del todo resuelto.
–Como habéis comentado, varios personajes muy relevantes de la época dieron credibilidad a esta curiosa historia, pensando que en efecto Gabriel de Espinosa y el rey Sebastián era la misma persona. ¿No es extraño que personas de tan alta alcurnia dieran pábulo a este personaje aparecido casi de la nada?
–Hay constancia documental de que Ana de Austria, monja entonces en Santa María de Gracia en Madrigal, y fray Miguel de los Santos tuvieron a Gabriel de Espinosa por el rey don Sebastián. Y hay otros coetáneos que también lo consideraron así, como pudieran ser el banquero Simón Ruiz, el marqués de Almazán y hasta el propio Papa. Esto quizá lo dice todo y da visos de credibilidad a esta historia.
–El caso del pastelero de Madrigal parece sacado de una obra dramática de nuestro Siglo de Oro, pero ¿qué le habría llevado al supuesto rey Sebastián a reaparecer en España y no en Portugal de esta forma tan novelesca?
–Creemos que el hecho de encontrarse su antiguo confesor en Castilla y, sobre todo, Ana de Austria, lo llevaron a viajar a Madrigal. En una declaración del propio fray Miguel, éste afirma que Gabriel de Espinosa dio cédula de casamiento a Ana de Austria. Esto explica por qué su presencia en España.
Junto a la narración histórica, hay una trama de investigación desarrollada por diversos personajes, entre ellos el protagonista Fernando Poveda
–La supuesta muerte del rey Sebastián sirvió para que España acrecentara su poder, uniendo la corona de Portugal a la de nuestro país en la figura del todopoderoso Felipe II. ¿Creéis que Felipe II pudo intervenir para desacreditar al pastelero de Madrigal y cortocircuitar cualquier reivindicación sobre la corona portuguesa?
–Sin duda. Felipe II estuvo al tanto de todo el proceso abierto a Gabriel de Espinosa e hizo todo lo posible para que fuera ajusticiado. Jamás permitió que nadie viajara a Madrigal para tratar de verificar por medio de un reconocimiento físico si, en efecto, Espinosa era don Sebastián. Recordemos que Felipe II era rey de Portugal desde 1580.
–¿Cuánto de historia y cuánto de ficción hay en la novela que habéis escrito sobre este misterio olvidado y aún sin resolver?
–Mucho de Historia y también de ficción, porque, recordemos, Fado por un rey es, ante todo, una novela. De hecho, junto a la narración histórica, hay una trama de investigación desarrollada por diversos personajes, entre ellos el protagonista Fernando Poveda, que nos va conduciendo por este episodio intrigante que, a nosotros mismos, nos ha dejado fascinados y casi «sin respiración».
–Tengo que preguntároslo, ¿quién está entonces enterrado en el Monasterio de los Jerónimos en Lisboa?
-Supuestamente, el cuerpo del rey don Sebastián fue trasladado desde Ceuta a Lisboa en 1582. Fue el cadáver prácticamente irreconocible que se encontró en el lugar de la batalla y que se dijo que era el del rey. Pero ¿era de verdad el del rey? De no serlo, el túmulo de los Jerónimos contiene el cuerpo de un muerto desconocido. Si hoy se hiciera un análisis comparativo de ADN de estos restos con los de Juana de Austria, madre de don Sebastián enterrada en las Descalzas Reales de Madrid, despejaríamos, al menos, este interrogante.