José Elgarresta es una de las voces más originales y profundas del panorama literario actual. En el año 2000 su poemario Poesía reunió toda su producción poética hasta ese momento. Un libro que muchos consideraron especial y definitivo. Más tarde en Solo los dioses nunca duermen, publicado en 2015, volvió a sorprendernos con los versos de los tres poemarios posteriores y cuatro inéditos que recogía este último título. Elgarresta es un perfecto conocedor del laberinto humano y de la soledad con la que el hombre se enfrenta al devenir diario.
– Usted es un poeta con una amplia trayectoria. ¿Por dónde camina ahora su producción poética?
– No sabría decirlo. Soy una especie de esclavo de la escritura y la poesía. Me levanto a las cuatro de la mañana porque se me cruza un poema necesario. Y si no cazas el poema en ese momento lo pierdes. Yo soy un poeta de inspiración. Camino al son que me dicta la inspiración. A mí los libros me salen como los hongos. Tengo diez o doce libros inéditos, no soy muy organizado. Ahora en narrativa no estoy haciendo nada, pero tengo mucho material para trabajar. Soy como el que se ha caído al mar y busca el primer barco que pasa.
– En su poesía hay humor, amenidad e ironía. También amor, soledad,… ¿qué temas son fundamentales en su discurso poético?
– Los tres primeros son elementos cada vez son más difíciles de encontrar en la poesía contemporánea española y, a mi juicio, son importantísimos. Por otro lado, Dios, el amor, la muerte. Creo que todo lo humano se puede reducir a estos tres temas. En algún caso, como en mi obra T, he realizado un intento de unión con el mundo, de ser «todos los hombres» y aceptar la humana existencia, pero no pude aceptar la muerte. También está la ironía ante los intentos del hombre de acceder al infinito, el distanciamiento con que se pueden contemplar estos esfuerzos, la angustia que esta situación produce y finalmente la imbricación de estos grandes temas en la vida cotidiana.
– ¿Considera que ha alcanzado ese reconocimiento que todo poeta desea para su obra?
– Yo sólo me he dedicado a escribir y publicar. Creo ser un ejemplo de lo que no hay que hacer para tener éxito, lo dicho sólo escribir y publicar. Hoy se pide al escritor que sea un vendedor de sí mismo, porque la crítica independiente está desapareciendo y se publican tantos libros que acceder a lo que interesa es más difícil que encontrar una aguja en un pajar. Por otra parte, la nefasta idea de la cultura gratuita conduce fatalmente a la devaluación de la obra literaria y, de ahí, a considerar que uno puede hacerlo tan bien como Shakespeare solo hay un paso.
– ¿Cómo ve el panorama cultural en la actualidad?
– El panorama actual de la cultura no es halagüeño, está desapareciendo gran parte de la crítica y detrás la cultura. Sin embargo, la gente tiene interés por la cultura. En internet todo el mundo pone sus poemas y sus creaciones, pero falta un filtro. Sin ese filtro el futuro no parece muy alentador.
– En ese sentido, ¿qué piensa del binomio internet-poesía?
– Internet es un arma de doble filo. Es bueno para recabar datos o información. Si quiero leer a un poeta chino o de cualquier otro país, internet es una magnífica herramienta para tener acceso a ese conocimiento. Sin embargo, también tiene una faceta negativa. Puede contribuir a instaurar una cultura falsa.
– Hoy en día, como han denunciado algunas voces, se promueve la literatura de entretenimiento frente a la literatura de reflexión o crítica social. ¿Qué piensa de esto?
– Estamos ante una cultura visual, ante la cultura de la fugacidad. Una cultura del instante. Todo lo que la gente mira, aprecia, siente, es muy fugaz. Los libros duran dos o tres semanas en las librerías. Librerías que, por otro lado, están desapareciendo. Sobre todo las librerías de barrio, con un aspecto muy familiar, regentadas por el clásico librero.
– En este mundo globalizado, ¿la cultura es una prioridad para nuestros políticos?
– Lo que ha sido una prioridad es la aculturación. La verdadera cultura es difícil de manejar para el político. No sé porque el mundo de las ideas no se valora. El concepto de intelectual está minusvalorado y, peor aún, parece valorarse lo contrario. La cultura no se ha aproximado al pueblo como hubiera sido deseable, siendo como es algo fundamental para el ser humano. No solo se puede vivir de futbol.