Jesús Díaz Hernández es poeta y dramaturgo. Se dedicó al periodismo durante muchos años. Ahora acaba de estrenar Las tres (des)gracias en la sala La Encina Teatro de Madrid. Desde su primer estreno con En Titirilandia, en marzo de 2014, el teatro de Jesús Díaz Hernández se ha podido ver en funciones como La soledad es un reloj atrasado (2016), Don Juan desesperado (2016), El vampiro (2017), La otra confesión (2017), El diablo y Carolina (2018), El trato (2020) y Jacinto llegó al futuro (2022). También ha frecuentado el microteatro con obras como Un amor de muerte y La trinchera (ambas llevadas a las tablas en 2018) y con La soledad de las gallinas ponedoras y ¡Muérete, imbécil! (representadas en programa doble en 2019).
Como poeta Jesús Díaz Hernández no ha sido menos prolífico. La nómina de sus poemarios lo atestigua: Desde su primera publicación bajo el título de Los sueños perdidos (2003) hasta la última, de momento: Nadie recuerda la última lluvia (2022) —trabajo en colaboración con el pintor Pablo Baeza y el actor Paco Vicente— podemos encontrar: Olvidos eternos (2007), Quizá en otro mundo (2010), En mil pedazos (2014), e Invisible (2020), así como un libro de aforismos, El último refugio (2018). En toda su producción —tanto poética como dramática— late un profundo interés por lo social no exento de cierta ironía que en ocasiones puede llegar a convertirse en humor negro.
Entreletras ha conversado con Jesús Díaz Hernández acerca de su actividad literaria y de su último estreno teatral. El autor nos cita en el Teatro La Encina —en pleno corazón del off-Broadway madrileño— donde, sobre las tablas en las que luego se va a representar su función, iniciamos el diálogo iluminados por las diablas del escenario.
La primera pregunta es obligada: ¿Eres un poeta que escribe teatro o por el contrario haces teatro de espaldas a la poesía?
Cuando me hacen esta pregunta siempre me acuerdo de esos dos genios de nuestra literatura, Antonio Machado y Federico García Lorca, ¿Qué dirían ellos? Pues que se pueden amar los dos géneros por igual, que no son excluyentes, y que, además, te dan la oportunidad de ampliar los límites de tu escritura, de desarrollar todas tus ideas, literarias, filosóficas, etc., de forma más variada. No antepongo un género al otro, para mí teatro y poesía son perfectamente compatibles y ambos me permiten desarrollar toda mi creatividad literaria.
¿Qué te ofrece el teatro que no te da la poesía? O viceversa.
El teatro, desde muy joven, me ha fascinado; ver a unos actores, en carne y hueso, a unos metros de ti, representando una obra es algo que me ha marcado para siempre; así que escribir un texto y tener la posibilidad de llevarlo a la escena siempre ha sido un sueño que he podido hacer realidad. La poesía, por el contrario, representa el amor por lo más íntimo, escribir sobre sentimientos profundos, sobre preocupaciones sociales…, y hacerlo para uno mismo, aunque al publicarlo lo quieras compartir con los demás.
Has dicho en alguna ocasión que eres amante de la brevedad y lo demuestra tu inclinación por el aforismo como quedó claro en tu libro El último refugio. ¿Por eso también cultivas el teatro breve y el microteatro?
Efectivamente, soy un seguidor a ultranza de esa famosa máxima de Gracián: “Lo bueno si breve dos veces bueno, y aún lo malo, si poco, no tan malo”. Decir algo interesante, algo importante, con pocas palabras me parece el summun de la perfección tanto poética como dramática, quizá por eso nunca me he decantado por escribir novela. De todas formas, la brevedad de un texto teatral también viene motivada por lo que el argumento te pide; alargar un texto excesivamente sin un motivo que lo justifique puede llevar al espectador a aburrirse soberanamente. Por otra parte, hay que tener en cuenta que mis montajes teatrales son producciones propias a través de una asociación cultural, El Búho Negro Teatro, creada con varios amigos artistas, y como los gastos de producción en el teatro son muy elevados y los beneficios prácticamente inexistentes, pues nos vemos obligados a montar obras no muy largas y de pocos personajes. Las obras largas, que las tengo, están a la espera de que una productora se atreva con ellas, cosa que veo muy difícil, aunque no pierdo la esperanza.
¿Consideras que el teatro tiene que ser político? ¿Con quién te quedas: con Bertolt Brecht o con Samuel Beckett?
Hablar de hacer política en el mundo de la literatura y el arte tiene trampa, pues, aunque no se quiera, existe. Siempre digo que La Divina Comedia, uno de los más bellos textos poéticos de la historia de la literatura universal, está llena de referencias políticas, no en vano Dante, era un hombre tremendamente politizado, aunque otros dirían comprometido con su tiempo. De lo que se trata no es de hacer política por las buenas, eso lleva a la mala literatura, sino de poner en escena un texto que diga algo sobre la realidad social que vivimos, un escritor no puede, y no debe, permanecer impasible ante las innumerables situaciones de injusticia que vive el mundo.
Respecto a la segunda pregunta, tanto Brecht como Beckett me encantan y aunque Brecht sea el paradigma del teatro comprometido políticamente, también lo es de la calidad; Brecht ha sido uno de los grandes renovadores del teatro moderno. Beckett no es menos político, y solo tenemos que ver sus famosas obras “Esperando a Godot”, o “Final de partida”, ambas bastantes comprometidas, con un trasfondo social muy importante, pero que tienen el inconveniente, para el gran público, de que son de difícil comprensión.
Si te fueras a una isla desierta ¿qué libros tirarías al mar?
Yo estoy con Borges cuando dice que él lee un libro para encontrar la felicidad, y si empieza un libro y no le gusta lo deja. Así que considero que hay muchos libros que se podrían tirar al mar, aunque yo prefiero donárselos a una ONG para no contaminar el mar más de lo que ya está. De todas formas, para darte una respuesta más concreta, yo tiraría todos los libros que llegan a ser eso que llaman un “Best Seller”.
¿Qué dramaturgos han influido en tu poesía y qué poetas lo han hecho en tu teatro?
Sin lugar a dudas, Shakespeare y los dramaturgos del Siglo de Oro español. Yo empecé a amar la poesía viendo innumerables representaciones del bardo inglés y de Lope, Calderón, Tirso, etc. La creación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico ha sido, y es, una bendición para mí, procuro no perderme ninguno de sus estrenos. Y respecto a los poetas que han influido en mi teatro, creo que Antonio Machado junto a los poetas del 27 que cultivaron el teatro, como Alberti o Lorca, han sido fundamentales y, por supuesto dos genios universales como Vladimir Mayakovski y Wislawa Szymborska.
¿Cuál de tus poemarios es el que más estimas? Y ¿obra teatral?
No puedo estimar unos más que otros, pues todos están escritos con el alma y son hijos de su momento, pero es verdad que los dos últimos son los que considero más logrados, pues la experiencia es un grado: INVISIBLE, que tuve la suerte de que tú me lo ilustraras, y el último, NADIE RECUERDA LA ÚLTIMA LLUVIA, una maravillosa experiencia realizada en colaboración con el gran pintor Pablo Baeza, en una suerte de pinturas basadas en poemas y de poemas basados en pinturas, con el aditamento de que, a través de códigos QR, se pueden escuchar los poemas recitados en la maravillosa voz del actor Paco Vicente Cruz.
Respecto al teatro, te puedo decir que todas las obras que he tenido la suerte de estrenar me parecen muy logradas, aunque tengo en muy alta estima varias obras largas que están aún por estrenar, espero que ese momento llegue algún día.
Háblanos de Las tres (des)gracias, la última función que has estrenado. ¿Por qué tenemos que ir a verla?
Yo soy una persona más bien tímida, que no asocial, y esto me impide hablar alegremente de mis obras. “Las tres (des)gracias” es un texto breve donde he querido reflejar las contradicciones ideológicas, religiosas y de forma de vida en que se mueven las clases más bajas de nuestra sociedad, contradicciones que, muchas veces, les hacen tomar decisiones que van en contra de sus intereses; y todo ello con mucho sentido del humor, aunque sin despreciar los aspectos más dramáticos que, desgraciadamente, los hay. Las limitaciones, como he dicho antes, de la producción pueden dar la impresión de precariedad, pero nadie puede poner en duda la entrega, el entusiasmo y el respeto por el espectador que han puesto las actrices y el director en este montaje.
¿Nos puedes adelantar algo de tu próximo proyecto?
Mi más inmediato proyecto es la publicación de un nuevo libro de aforismos, del que prefiero no adelantar nada hasta que no se haya editado. Y claro, montar una nueva obra de teatro, cuyo texto acabo de terminar y que, bajo el paraguas de la compañía “El Búho negro”, llevaremos a cabo en colaboración con dos genios, el pintor Pablo Baeza, y el poeta Sergio Iborra, y con varios actores entre los que se encuentra mi amigo, y recurrente actor en casi todas mis obras, Paco Vicente Cruz. Tenemos muchas esperanzas puestas en este proyecto.