Javier Dotú (Zaragoza, 1943), actor, director y adaptador de Doblaje, tras más de tres años de investigación acaba de publicar ‘Historia del doblaje español’, la única que existe porque a nadie se le había ocurrido escribirla. Un libro imprescindible para quienes quieran conocer de primera mano la historia de esa ‘maniobra’ por la que es posible que una película norteamericana o una serie de televisión francesa o unos dibujos animados japoneses o un documental finlandés lleguen a los espectadores en perfecto español.
Con apenas 12 años empezó a aparecer en pequeños papeles infantiles en varias películas. En 1957 se matriculó en Interpretación en la Escuela Superior de Arte Dramático de Barcelona. Allí descubriría su afición a escribir. A mediados de la década de los 60 empezó a compaginar el teatro y la televisión con el doblaje cinematográfico de ‘films’ extranjeros en los estudios de Voz de España. En 1971 se trasladó a Madrid, participando en varios programas de RTVE y desarrollando su carrera como actor de doblaje en varias series televisivas de gran popularidad. Javier Dotú ha puesto voz (en español) a Paul Michael Glaser, el detective Starsky de Starsky y Hutch. A Alan Alda en la mítica serie MASH, a Kyle MacLachlan de la serie Twin Peaks y a otros muchos actores, entre los que destacan Al Pacino y Kevin Spacey.
Pero Dotú, además de ser una voz que nos ha acompañado en tantos episodios de series emblemáticas y películas, es también escritor. Desde la pasada década de los 90 ha publicado obras como ‘Origen y significado de los nombres de los pueblos de la Comunidad de Madrid’, ‘Diccionario escatológico de necesidades perentorias’, ‘El actor de doblaje’ y ‘Diccionario de términos y anécdotas teatrales’.
Entreletras ha conversado con Javier Dotú sobre su último libro y su trayectoria como actor de doblaje.
-Hablemos de sus comienzos…..
-Comencé siendo niño, en 1955, haciendo cine, una película de Quino en Barcelona. Luego hice estudios de Arte Dramático en la Escuela Superior de Barcelona que, por remarcar lo que se ha hecho bien, se reconocieron después como licenciatura universitaria. Yo quería ser actor. En el año 1959 debuté con una obra en el Teatro Romea de Barcelona, una obra de Josep Maria de Sagarra. Entonces mi compañera de reparto era Montserrat Carulla, mujer de Felipe Peña que era directivo de Voz de España cuando llegó la película ‘Los 400 golpes’ de Truffaut. Hasta ese momento a los niños les doblaban chicas, pero en esa película los niños tenían entre 14 y 15 años y que fueran doblados por chicas cantaba mucho. Yo tenía ya el tono de interpretación y me llamaron. Nunca había visto una sala de doblaje, pero no debí hacerlo tan mal porque cuando en una película salía un príncipe o un botones me llamaban. Así comencé en el doblaje.
-Usted conoció también aquella radio en la que se hacía teatro…
-Sí, también hice radio. En Radio Barcelona de la Cadena SER querían hacer ‘Amal, el cartero del rey’ de Rabindranath Tagore. Tenían al narrador, Manolo Cano, pero no tenían al personaje del niño. Entonces me vieron en el teatro y me escogieron. Luego me integré en el cuadro de actores de Radio Barcelona. También hice algunas cositas en televisión.
-Con una trayectoria tan dilatada, habrá visto muchos cambios en su profesión….
-Bastantes. El radio-teatro del que hablábamos desapareció en los años 80. En la actualidad seguramente sería muy costoso hacerlo. Luego hubo un fenómeno relevante en la radio, se suprimió al locutor de carrera que fue sustituido por el periodista. La cuestión es que hoy oímos muchos gazapos en comunicación oral. Hasta tal punto que con la Universidad Europea de Madrid iniciamos un Master para estudiantes de Ciencias de la Información que sigue funcionando, porque no existían clases de dicción y lectura expresiva.
-Todo lo que usted sabe de doblaje, qué es mucho, lo fue aprendiendo con la experiencia…
-Ahora hay Escuelas de doblaje bastante buenas en Madrid y Barcelona. El problema es que cuando haces una prueba para un trabajo ya tiene que servir. La inmediatez manda y tal y se funciona hoy, por ejemplo en las televisiones donde se hace mucho doblaje, no se puede tener a una persona cinco días para hacer un doblaje. En las Escuelas te puedes ir soltando, hasta que pides hacer una prueba en un Estudio. Después tienes que tener suerte para que esa prueba salga bien y que te cojan.
-¿Qué es lo más difícil en el doblaje?
-La humildad. Los que doblamos estamos haciendo lo que ya está hecho. No nos debemos salir nunca de eso que ya está hecho. El actor importante es, por decir un nombre, Al Pacino. Él ya ha estudiado el papel, es él quien añade un matiz determinado, él quien ha hablado todo o necesario con el director de la película. Tú tienes que ser un mimético de eso. No una caricatura ni un imitador, sino entrar en ese mimetismo. Y eso que el actor ha dicho en inglés decirlo en español, pero con la particularidad de que los tonos en los idiomas no son los mismos. Debe existir un acople. El mejor actor de doblaje es el que pasa desapercibido. Que la gente pueda decir ‘¡tan bien habla español Kevin Spacy! Es lo más difícil y lo ideal. Luego todos tenemos un poco de vanidad, sino no seríamos actores.
-¿Cómo se compagina esa vanidad de actor y el anonimato cuando se hace doblaje?
-Hay picos en los que notas que existe una cierta admiración por el trabajo que haces. También uno siente que está interpretando, aunque sometido a la actuación ya hecha. Eso no quita para que en paralelo yo esté interpretando, sintiendo y sufriendo.
-¿Y cuándo una película está mal doblada?
-Bueno, recuerdo el caso de ‘El Resplandor’. En principio yo iba a doblar a Jack Nicholson, después de que hubieran probado a varios actores. Pero para doblar esa película Carlos Saura, a requerimiento de Stanley Kubrick, quiso que fuera un primer actor, porque en Italia lo había hecho Giancarlo Giannini y en Francia Jean-Louis Trintignant. Finalmente, escogieron a Joaquín Hinojosa y fue un desastre. La cuestión es que además de ser actor hay que tener la técnica del doblaje. No hay que doblar como uno quisiera que fuese, sino como ya está hecho. Y para tener esa técnica hay que haber estado muchas horas frente al atril de doblaje.
-En un país como España que no ha tenido tradición de ver las películas en versión original, ni hemos manejado hasta ahora con asiduidad otros idiomas, identificamos a nuestros actores extranjeros favoritos con una determinada voz en español…
-Sí, se achacan muchos males al doblaje y el doblaje no tiene ninguna culpa de los males del cine español. Aunque la producción del cine español si podría tener algo de culpa. Hay una consideración muy importante, nosotros hemos crecido oyendo esas voces y oyendo esos textos. Cuando decimos ‘Tócala otra vez, Sam’, estamos pronunciando las palabras que Pepe Guardiola puso en boca de Humphrey Bogart al hacer la adaptación de los diálogos que realizó Simón Ramírez. La frase ‘No es nada personal, solo negocios’ de Al Pacino en El Padrino, es una frase hecha por mí. El director de doblaje adapta la traducción a la boca del personaje, pero también al personaje.
-Y hay más ejemplos…
-Claro. Cuando José Luis García Sánchez contrato a Gian Maria Volonté para hacer ‘Tirano Banderas’, Volonté solo hablaba en italiano. Para realizar el doblaje nos hicimos nuestro propio vocabulario de ‘Tirano Banderas’, para adaptar los diálogos a la obra de Valle-Inclán. Cuando hice ‘El Cuervo’ de Alan Poe adaptamos el lenguaje a la época en que se escribió, porque no se utilizaban las mismas palabras que ahora. El lenguaje es fundamental, solemos cuidarlo mucho.
-Muchos actores y actrices jóvenes comentan que hacen doblaje porque no encuentran trabajo en representaciones teatrales, series de televisión o películas…
-En este país vivir del teatro es prácticamente imposible. Haces una temporada, tres meses, y si consigues salir de turné tienes un año cubierto. Pero si al año siguiente no entras en los planes de esa compañía o la compañía no funciona, no hay nada que hacer. Entonces siempre se ha complementado, te mueves a ver si hay una cosita de televisión, algo de doblaje… De la profesión de actor solo vive un diez por ciento. Antes el actor hacía muchas cosas, ahora está más atomizado…la mayoría tiene otros trabajos que no tienen que ver con la escena. También es verdad que hay muchos más actores y actrices.
-Hay una corriente de opinión que está en contra de que las películas sean dobladas…
-Esta corriente ha existido siempre. Hay un desconocimiento total y absoluto de cuál es la realidad. Para doblar una película hay que tener -la tiene el distribuidor español- la copia original de la película. De esa copia se saca el original, el soundtrack…que es con la que se trabaja. Los derechos de la copia en versión original, de la versión en inglés, los sigue teniendo el distribuidor. No hay problema para ponerla en V.O. Si no se hace es porque no hay público suficiente para proyectarlas solo en versión original. También hay otro aspecto, a nuestros mayores no les vas a poner una película con subtítulos en V.O. Socialmente es más valido doblar las películas. Además, hay que recordar que el cine es un arte en sí mismo, pero la difusión del cine es un espectáculo, un entretenimiento.
-Con las nuevas tecnologías digitales pueden aparecer en el futuro traductores simultáneos que modifiquen el cine como lo conocemos ahora…sin que sea necesaria la participación de los actores de doblaje…
-Puede que llegué ese día, pero entonces se perderá toda la esencia del doblaje. Una traducción simultánea solo será una voz uniforme, sin interpretación. Serán los subtítulos que en vez de tener que leerlos podrán escucharse, pero será otra cosa.
-Como escritor acabas de publicar ‘Historia del doblaje español’, ¿por qué te has decido a escribirla?
-Primero porque no existía. Además, porque se desconoce y se tergiversa en muchos aspectos. Hay cosas que merecía la pena dejarlas por escrito. Yo pertenezco a esta profesión, siempre me ha interesado el lenguaje porque forma parte de la profesión y, al mismo tiempo, me ha parecido que era interesante dar a conocer la historia del doblaje en España. He estado más de tres años mirando mucha documentación y revolviendo en el BOE para conocer las leyes de censura en la época franquista, los convenios colectivos del sector, etc.
-En tu nuevo libro hablas de temas muy desconocidos e interesantes…
-Sí. Cuando el cine nacional comenzó a sacar un poco las orejas era caro y estaba en clara desventaja. En ese momento todo el mundo sabía quién era Rod Hudson pero no Florián Rey. Entonces se decide dar una ayuda al cine nacional. Esta consiste en que las grandes productoras no pueden doblar todas sus películas si no tienen una licencia de doblaje. Y la licencia de doblaje solamente se otorga a los que producen películas españolas. Según la calidad de la película española, se conceden de dos a cuatro licencias de doblaje. El productor entonces negocia con Warner, Paramount, etc., lo que puede obtener a cambio de esas licencias de doblaje: producción, coproducción, distribución en el extranjero, etc. El problema es que los beneficios no retornan normalmente al cine español. De esta forma, los productores tiran piedras contra su propio tejado y luego echan la culpa de los males del cine al doblaje.
-Un laberinto…
-Más aún, podríamos decir que el doblaje ha sido un aliciente para que creciera el cine español. Muchos personajes famosos que han hecho películas: cantantes, boxeadores, toreros,…han sido doblados. Yo doblé a Raphael, Pepito Moratalla al ‘Corobés’, Matilde Vilariño a Pablito Calvo,…Hay muchas contradicciones en este tema. Algunos de los que atacan al doblaje y van por ahí pontificando han utilizado actores extranjeros en sus películas a los que luego ha habido que doblar.
-Gracias a Javier Dotú por atender a ‘Entreletras’ y su amabilidad respondiendo a esta entrevista.