El Proyecto VerdCel de Alfons Olmo Boronat —en el que desde los inicios participa su hermano Daniel— nació en la localidad alicantina de Alcoi hace ahora veinticuatro años. De nuevo, VerdCel nos vuelve a sorprender con una reciente entrega, que bajo el hermoso título de “Petricor”, integra una vez más diversas disciplinas artísticas —música, literatura, novela gráfica, danza y arte audiovisual— con el afán de seguir ofreciéndonos una obra de carácter conceptual y totalizador. Sin abandonar la mirada crítica que caracteriza sus propuestas desde sus inicios, en esta ocasión la parte musical —las canciones de autor de Alfons— se viste de ritmos ibéricos y mediterráneos, que miran al Sur y al Oriente con esa vocación poliédrica de la que el colectivo hace gala.
El aroma que desprende esta nueva propuesta de VerdCel quiere sugerir el mismo que evoca su propio título, ese olor tan característico que acompaña a la primera lluvia tras un largo período de sequía.
VerdCel se presentará con “Petricor” el próximo 25 de junio en la Sala Galileo Galilei de Madrid. Es, pues, una oportunidad única para acercarse a este rico universo creativo. Después, el espectáculo recorrerá toda la geografía del Estado partiendo simbólicamente del Alcoi natal de Alfons y Daniel.
Entreletras se ha encontrado con Alfons Olmo Boronat en un chigre tradicional del Madrid de los Austrias para conversar —con una sidra en la mano y tras el brindis de rigor — sobre el Proyecto VerdCel, los anhelos que abriga y las pasiones que lo alientan.
Alfons, ¿cómo nació un proyecto como VerdCel?
Hace más de veinte años mi hermano Daniel y yo empezamos a trabajar de forma natural en Alcoi porque los dos, que somos de allí, teníamos nuestras propias inquietudes y una complicidad muy especial. No era un camino decidido, sino algo intuitivo. Vas haciendo lo que espontáneamente te sale y vas explorando. No hay manuales, la orientación es tu propia vocación que al final te va guiando y te impulsa. Hay que señalar que Alcoi es un pueblo industrial con cierta sofisticación cultural que —ya antes de generaciones anteriores a la nuestra—, ha dado grandes figuras como el “cantactor” Ovidi Montllor o la bailarina Sol Picó. Si el primero es un auténtico símbolo de la ciudad y de la canción de autor, la segunda ha revolucionado la danza contemporánea tanto en el ámbito catalán como europeo. Y yo creo que esto no es anecdótico. Allí desde siempre ha habido una vinculación muy grande al teatro. Aunque la una ciudad era una ciudad industrial de gente proletaria que trabajaba muchas horas y estaba muy marginada, esta dedicaba su ocio a acudir al cine, al teatro amateur porque era un pueblo con progreso. De modo que los alcoyanos ya tenemos una tendencia natural a mezclar disciplinas distintas con una parte escénica teatral muy importante.
Contextualmente, eso para nosotros es algo cotidiano. Mi hermano mayor es artista plástico, y yo desde bien pequeño cantaba en una coral y he tenido relación con el teatro y las canciones desde niño. Ese interés se plasma en el proyecto: el gran actor Juli Cantó, que ha salido en muchas series y en películas y es muy reconocido a nivel valenciano—, también interactúa con nosotros en ese tiempo inicial y años después continua la colaboración. Yo hago canción de autor. Ovidi Montllor era un “cantactor” y yo no lo soy, pero sí tengo esta visión poliédrica interdisciplinar a la hora de subir a un escenario y de publicar.
Y ya entonces empezasteis a publicar material que se salía de “lo normal” …
Sí, ya desde el principio —en el año 2004— hicimos, como primer ejercicio, un EP de canciones propias y un espectáculo sobre Ovidi, en el que entre tres personas intentábamos abarcar todo lo que él hacía. El EP llevaba por título ‘On és el lloc?’ (¿Dónde está el lugar?). Dado que soy geógrafo de formación me hacía preguntas como esta y a partir de ahí Daniel desarrolló una pequeña secuencia de imágenes para ilustrar o acompañar las canciones que escribí. Empezamos a contar también con amigos que nos echaban una mano.
Dos años después sacamos un segundo LP titulado “PaisViatge”, una defensa poética del paisaje: un libro-disco conceptual, donde nos planteamos combinar música, poesía, imagen y novela gráfica. A la hora de hacer la presentación había una exposición previa al concierto —Daniel pintaba al óleo en aquella época— y luego había un diaporama. Hemos ido evolucionando desde entonces. La idea de trabajar interdisciplinarmente parte de crear un tablero de juego común en el que vamos disponiendo las piezas desde un inicio. No responde por tanto al planteamiento de un grupo musical, ni tampoco se trata de alguien que escribe canción de autor sin más. Es otra cosa: yo dirijo artísticamente todo el proyecto, un proyecto que busca la implicación y la aportación de todos, con cierta libertad. Por eso, cada proyecto tiene su propio contexto, no trabajamos, digamos, sistematizando un método. A lo largo de estos años hemos desarrollado diez grandes proyectos diferentes (también hay otros menores).
¿El colectivo cuenta con unos componentes fijos?
Al principio parece pretencioso, porque quieres dominar diferentes lenguajes. Pero la idea es no poner barreras a la expresión, a la libertad de creación bajo un mismo objetivo. Luego los caminos nos llevan a hacer diferentes proyectos. Por eso necesitamos contar con un equipo, con un productor musical, con un realizador de vídeo, de cine incluso. En cada proyecto puede variar el equipo. Hay una cierta gente fija porque nos interesa que haya una continuidad. Si no, no podríamos hacerlo. Al final se trata de que no meramente ilustre una cosa a la otra: queremos que tengan significado por sí mismas y a la vez que se entrelacen en un tronco común, porque están hechas bajo el mismo concepto, prisma o dirección. Ya la misma canción de autor a mí también me evoca algo más: es una inquietud artística que trasciende la música al incorporar la literatura. El híbrido interdisciplinar más sencillo sería una canción que tiene música y letra, y por tanto tiene ese poder de entrar directamente dentro del espectador a través de un sentido. Pero nosotros queremos apelar a otros sentidos y profundizar más en el mensaje y en la emoción, por eso utilizamos otras áreas creativas. Pero esta es una explicación que me hago a posteriori.
Vuestro nuevo trabajo —“Petricor”— en lo musical suena a folk, a Oriente y, a su vez, a mí me recuerda en cierto modo también a Jaume Sisa, un creador polifacético que se prodigaba en otros planos.
Sí, él hizo aquí el proyecto aquel de Ricardo Solfa…
Sí, uno de los heterónimos de Sisa que cantaba boleros y que ya previamente había colaborado con la compañía teatral Dagoll Dagom… No sé si es una de vuestras referencias conscientemente.
Pues mira, el Grupo de Folk —que vendría a ser una influencia anglosajona como evolución de la Nova Canço, desde la canción de autor que venía de la tradición italiana y francesa— es un referente. Ahí estaban Pau Riba, Sisa, la música psicodélica… Porque no eran compartimentos estancos. Pasaban muchas cosas: María del Mar Bonet, por ejemplo, estaba en el Grupo… En ese sentido, Pau Riba para mí es muy importante. Lo he escuchado mucho más, pero Sisa o tantos otros —como Ia & Batiste— los tengo presentes. Por otra parte, la música tradicional, aunque no la tengo estudiada, me ha influido muchísimo también, desde el flamenco, la música mediterránea, valenciana, ibérica, …
A la vez, soy ultrafan de artistas como Alan Stivell, un hombre que hace música bretona. Hay una vertiente en mí que viene de la New Age de los 90. Gente como Mike Oldfield, Loreena McKennitt o Enya lo hacía desde un punto de vista muy interesante. Y la canción de autor más tradicional: Ovidi, Silvio Rodríguez, Raimon, Serrat, Aute o Amancio Prada, o tantos otros que me encantan. Al final, se trata de que filtres las influencias ahora y aquí, y eso es lo que intento hacer, y está por supuesto la parte anglosajona. En estos momentos, yo diría que la latinoamericana de cantautores actuales me influye o me inspira o me gusta y la disfruto como oyente, y esto acaba por impregnarte. Pero aun así puede haber cierta divergencia entre lo que te gusta y lo que creas.
En el caso concreto de “Petricor” hemos intentado hacer este híbrido entre tradición y modernidad, integrando la música mediterránea, ibérica, flamenca, andalusí de marcha mora… Aromas de todo eso.
Ahora que mencionas las marchas moras, en Alcoi son célebres las fiestas de Moros i Cristians. ¿Tienen importancia también como influencia en tu música?
En cierta manera es una música que resuena dentro de mi desde bien niño, como entre las fachadas de los edificios cuando sant Jordi (en las fiestas de abril) o en navidad. La música de banda, si la has vivido, queda por siempre contigo, y por un motivo u otro esta música al más puro estilo New Orleans (o deberíamos decir al revés, al más puro estilo valenciano) siempre encuentra una excusa para caminar las calles de ciudades y pueblos e inundarlos de buena vibración.
Has hablado del flamenco. ¿Consideras que la rumba catalana está detrás de tu música?
No conscientemente, pero han habido algunas creaciones que me ha llamado a tirarlas por rumba. Salvando distancias, porque no hago género, mi género es la canción y he trabajado desde una mediterraneidad más abstracta que no pura e incluso desde el pop rock, pero sí mis canciones han cogido aromas unas veces y otras han tenido un ritmo marcadamente de algún palo flamenco, o en concreto de rumba.
Pero tus comienzos vienen más del pop-rock…
Sí. Yo estoy entre Raimon y Radiohead. De hecho, hice un disco en el 2010 que se llamaba “Petjades” (“Pisadas”), un trabajo que dedicamos a Raimon. Hicimos catorce versiones de sus canciones, con una novela gráfica superbién editada con Bromera, con un trabajo audiovisual: recuperamos dos cortometrajes de la Filmoteca de Cataluña —que se hicieron en la época de Raimon—, un videoclip en formato Art Nouveau y otro más de cine social. Y luego hicimos un cortometraje —que era una rayada impresionante— que estaba relacionado con el teatro, el diario, el viaje de Jacques Lecoq… Por un lado, se basaba en esta técnica teatral, y por otro, lo que hice fue incorporar (como variable, nueva dimensión) la obra de otro autor, y crear una (nueva) obra a partir de otra. Yo venía haciendo diferentes trabajos en los que iba incorporando variables. El primero fue “On està el lloc?”, del que antes he hablado. Luego llegó “PaisViatge”, donde paso a las dos dimensiones que cobran vida en las tres dimensiones. Si el territorio se vuelve paisaje y este a su vez, viaje, luego con la variable del tiempo —al hacer una entrevista a mi abuela— me propongo contar la historia del siglo XX a través de su vida. El proyecto llevaba por título “Sàmara” y fue producido en su parte musical por Borja Penalba.
Ya en “Petjades”, el disco de Raimon, me planteé hacer mi trabajo a partir de la obra de alguien. Es como un realismo mágico: introducir la variable de otra obra y reinterpretarla como si fuera propia. Respetando la melodía y la letra, pero a su vez pervirtiéndola para actualizarla. En mi cabeza estaba el “Raimonhead”, la mezcla entre Raimon y Radiohead. No inventaremos nada, pero siempre tratamos de ser auténticos y honestos con lo que hacemos.
Ya el título de vuestra primera maqueta —“Bagatge d’una fusió”— se me antoja una declaración de principios.
Sí, esta fusión ya aparece en el mismo nombre de la propuesta musical. Me remite al origen de este neologismo que me inventé: VerdCel. En él se mezclan verde y cielo. Yo venía de Inglaterra: estuve un año viviendo en Manchester. Los ingleses anteponen el adjetivo al sustantivo lo que le da al idioma un carácter poético. La idea nació de la sensación que tuve subiendo a un local de ensayo en Alcoi. Mezclar el azul del cielo con la naturaleza: estar debajo de las ramas de un árbol y disfrutar de esta sinestesia, entre el verde y el azul. Y como dices, eso era ya toda una declaración de principios. Esta fusión —en un proyecto en el que hay diversas vertientes— es absolutamente natural porque las cosas no están dispuestas en diferentes estantes. Hay un discurso cultural de conexión con la cultura popular y al mismo tiempo con una inquietud de reflexión, de emoción, y también de política, porque todo lo que hacemos todos es político, queramos o no.
Hablando de política, siempre tenéis una mirada crítica sobre la actualidad. En la novela gráfica de “Petricor” hay un interés por la memoria histórica. Las canciones sin embargo son más líricas que la novela. ¿Es así?
En este caso puede ser que sí. A la hora de desarrollar un trabajo como el del cómic, nos planteamos poner orden en la investigación familiar: la parte paterna. Hace quince años lo hicimos con la rama materna. Yo he sido padre hace casi tres años, y eso me ha llevado a tirar del hilo del viaje que hizo mi abuelo paterno desde Granada hasta Alcoi. Mi abuelo materno murió como consecuencia de la guerra en un campo de concentración. Nos preguntamos, pues, sobre ese otro abuelo que también hizo su propio recorrido vital. Este es el eje argumental de la novela en el que hay un viaje de la memoria que atraviesa el alzamiento fascista y los cuarenta años de dictadura, hechos incuestionables que ahora algunos se obstinan en negar. Hay cosas que no debemos olvidar porque si no volvemos a empezar: es un preludio muy negativo de lo que puede llegar a pasar.
Desde tu identidad, ¿cómo entiendes el nacionalismo?
Yo defiendo el nacionalismo, pero no etnicista. Defiendo la cultura. Por ejemplo, defender el movimiento andalucista no es una cuestión de sangre: es una cuestión de una cultura que se tiene que reivindicar. Ante este hecho tenemos dos opciones: ¿queremos la riqueza cultural o queremos algo monolítico?
Yo no tengo ninguna necesidad de ser nacionalista. Es que quiero dejar de serlo: soy bilingüe y acepto como parte de mí una cultura con la que convivo, que es la española, pero también está la mía. Los franceses parece que tienen muy claro esto de igualdad, fraternidad y libertad, pero se pulieron todas las culturas que había: la bretona, la vasca, la catalana… Vamos, ahí han hecho tabula rasa. Yo considero que la península ibérica es centrípeta y centrífuga al mismo tiempo. Raimon y tantos otros autores fueron los primeros que lucharon contra el franquismo y esto se ha olvidado. Venir a Madrid a cantar tendría que ser un hecho natural, y no lo es, porque hemos hecho un camino muy diferente al que teníamos que haber recorrido.
Yo vivo en Cataluña y soy de Alcoi y considero que evidentemente no hay ninguna duda que se trata de la misma lengua. Aquí estamos hablando de sutilezas, y esto nos lleva al “divide y vencerás”, una estrategia llevada a cabo desde hace décadas, a partir de la transición precisamente, y con el poso que dejó el franquismo de prohibición sobre la lengua propia. Pero más allá de lo político, nuestro trabajo tiene un compromiso con la estética, con la poética. Hay un acuerdo para evitar caer en el panfleto. Por eso en lo estético no somos tan explícitos. En el libro de “Petricor” hay una conversación que mantengo con Josep Piera, un autor que vive en La Dobra, un pueblo rodeado de un vergel precioso que está cerca de Gandía. Este hombre lleno de sabiduría lleva toda la vida estudiando la poesía árabe andalusí y es él quien nos ha regalado el texto de una de las piezas, traduciendo magistralmente un poema del siglo XI de Ibn Khafaja: “El riu”. Como dice, la poesía no puede ser explícita porque deja de serlo. Voy a visitarlo siempre que puedo porque me encanta escucharle.
Hacéis un homenaje en este disco a Carlos Cano. ¿Hay en ello una referencia biográfica a tu abuelo?
Sí, claro, a través del vínculo con la ciudad de Granada. A Cano hay que reivindicarle porque fue un adelantado. Consiguió quitarle la caspa a la copla, un género que había instrumentalizado el franquismo, de devolverla al pueblo como herramienta de sociabilidad, de crítica social, etc… Antonio Manuel generosamente escribió un texto para el libro, en el que habla sobre la hermandad entre la tierra valenciana y los andaluces. En el capítulo de reconocimientos quiero mencionar también a Juan Miguel Morales, que es el gran fotógrafo de la canción de autor iberoamericana, catalana, española —con mucha tradición— que es quien nos ha hecho las magníficas fotos. Es más que un fotógrafo, realmente, con un conocimiento más extenso que muchos periodistas. Yo aprendo mucho de él. Entre otras cosas, a conocer mejor al propio Carlos Cano, que para mí es como una especie de Ovidi Montllor andaluz.
¿Qué le dirías al aficionado para que vaya a veros a la Sala Galileo Galilei el próximo día 25?
Pues que no se va a quedar indiferente. “Petricor” es el mayor espectáculo que hemos hecho nunca. VerdCel es un proyecto que le va a ofrecer una experiencia distinta porque integra lenguajes artísticos diversos con el objetivo de que la magia se haga realidad en el escenario.
Concierto VerdCel Extraordinario de “Petricor”
Sala Galileo Galilei de Madrid. Calle Galileo, 100. Metro: Islas Filipinas y Canal
Martes, 25 de junio a las 21:00
Dirección: Iban Beltran
Banda especial: seis músicos
Colaboración: Noèlia Llorens «Titana» y alguna sorpresa más
Danza contemporánea: Anna Sagrera
Proyección vídeos: Queralt Antú y otros compañeros
Entradas: 9 € (las 60 primeras. Código Descuento: PETRICOR) y 15 €. Para comprarlas pincha aquí