Aarón García Peña es poeta. Actualmente es también creador, director y presentador del programa Poesía Exterior de Radio Exterior de España y coordinador de la Feria del Libro de Vallecas en las cinco últimas ediciones. Ha sido presidente de la Sección de Literatura del Ateneo de Madrid (2018-2020) y presidente, en la misma institución, de la Agrupación de Retórica y Elocuencia (2012-2022).
Asimismo, es autor de los ensayos Cima expresiva de la palabra (2005), Tratado sobre la exégesis bíblica (2006) y La transformación social, política y económica de nuestro mundo. Lo que se avecina (2018); de la obra de teatro Machado: vida y flamenco (2007); y de los libros de poesía Cuidado, mancha (2007), Dios y sus cómplices (2009), Enciclopedia poética de España. Volumen 8: Barcelona en el universo más cercano al nuestro (2011), Los vertederos de la fama (2013) y Con dos aes. Antología de primeras voluntades (2016). Aarón García Peña ha sido galardonado con los premios ‘Ojo Crítico’ de Radio Nacional de España, ‘Poesía Joven’ de la Comunidad de Madrid y con el premio ONES 2021.
Este año ha publicado un nuevo poemario, España y sus asesinos, que se suma a su producción literaria. Entreletras ha conversado con el autor sobre este libro de poesía de cuatrocientas setenta y dos páginas, cuya lectura (podemos asegurarlo) no deja indiferente al público lector… tampoco esta entrevista.
-Como era previsible tengo que empezar preguntándole por el título de su nuevo libro, España y sus asesinos, que sin duda anuncia lo que hallamos al adentrarnos en sus páginas: poemas vibrantes, intensos y rotundos. Dígame, ¿quiénes son los asesinos de España?
-Todos y cada uno de los españoles.
-Sus poemas son provocadores, agitan el intelecto y la conciencia, pero también son una llamada a repensar la sociedad actual. ¿Cree que los españoles estamos ante una nueva encrucijada histórica? ¿O quizá en un laberinto?
-Para repensar la sociedad actual deberíamos primero repensarnos a nosotros mismos. Ahora la encrucijada no es España sino los propios españoles; conformamos, actualmente, una cloaca intelectual: nos creemos con criterio y pensamiento propios pero apenas somos expertos en repetir información, expertos en la servidumbre mediante la pasividad cognitiva porque a eso se nos educó desde la infancia. Nos han enseñado a no saber pensar, a obedecer con jerarquía, a no cuestionar con la evidencia el inmoral comportamiento de los representantes públicos; y ninguno, salvo eventuales desengaños, estamos a la altura de nuestras propias convicciones. El problema de ser tonto es que, precisamente por serlo, no se sabe que se es.
-¿Cuál es su valoración sobre la democracia que hemos construido a lo largo de las últimas cuatro décadas?
-Tampoco hemos vivido cuarenta años de democracia. Ningún país en que se heredan cargos públicos —Jefatura del Estado y Mando Supremo de las Fuerzas Armadas— puede ser considerado democrático. Ningún país con una Ley Electoral que no reconoce el mismo valor de cada uno de los votos, puede ser considerado democrático. Ningún país que no deroga sus acuerdos de privilegio con el Vaticano —nación totalitaria y teocrática que tiene, además, la exclusión de los asuntos públicos a las mujeres como embrión constitucional— puede ser considerado democrático. Ningún país que no practica la cooficialidad institucional de cada una de sus lenguas, puede ser considerado democrático. Ningún país que no deroga los tratados internacionales que anteponen el pago de la deuda a los derechos fundamentales de los individuos, puede ser considerado democrático. Ningún país que, para solucionar un problema de ámbito público, se inmiscuye en los asuntos privados suprimiendo el libre albedrío, el derecho a reunión, el derecho al trabajo, el derecho a la Inviolabilidad del domicilio… puede ser considerado democrático. Y no sigo porque, aunque no me incomode cansaros a vosotros, evito como precaución el cansarme de mí mismo.
-No se guarde nada…
-No puede convertirse en democrático un país que está poblado, casi en exclusiva, por Homo Sapiens Sapiens déspotas y dóciles. Hay dos tipos de españoles: los que aspiran a mandar y los aspirantes a ser mandados. La libertad no es ejercida ni siquiera por los propios poetas. España es sólo un burro que, creyéndose demócrata, rememora eternamente su rebuzno.
En las últimas décadas se ha trabajado para construir desde el sistema educativo, la política, los Medios y las marcas publicitarias… un pensamiento único
-La poesía de este libro parece hundir sus raíces en ese dolor sobre nuestro país que es posible encontrar en Jovellanos, Unamuno, Machado o tantos otros a lo largo de nuestra literatura. Aunque en algún momento de desaliento lo niega, ¿a su pesar usted padece de dolor de España, no es verdad?
-No me duele España sino los propios españoles. Si bien soy un patriota en la línea filosófica del ‘noventayochismo’, amo una patria por encima de mi propia españolidad: el individuo —yo en mi caso—, pues cada uno de los seres humanos, cada uno de nosotros, representa por sí mismo a toda la humanidad. España sólo podría ser más hermosa si lo fuese cada uno de sus pobladores; pero no lo son.
-En uno de sus versos afirma: “Un poeta ajeno al mundo es un mundo ajeno a la poesía”. ¿Estamos por tanto ante una poesía comprometida?
-Mis versos y versículos están comprometidos conmigo: con lo que sé, siento y elucubro independientemente de que me avergüence o enorgullezca. Sucede que yo también formo parte del mundo y comparto con él el honor de pensarnos.
-En sus versos hay una preocupación por el mundo que nos rodea, pero también por defender la capacidad de los individuos para discrepar frente a los discursos establecidos. ¿Considera que en la actualidad la voz individual está siendo acallada y sustituida por la estridencia de colectivos o entidades que marcan el paso sobre cómo debemos pensar, sentir y actuar?
-Nadie tiene derechos por pertenecer a uno u otro colectivo sino por su condición de ser persona, único colectivo que debería interesarnos. En las últimas décadas se ha trabajado para construir desde el sistema educativo, la política, los Medios y las marcas publicitarias… un pensamiento único, una exclusiva perspectiva con la que explicar la realidad; y ésta sólo ha podido ser posible a través de la proliferación interesada y perniciosa de los colectivos con los que Poder controla, en el presente —tal vez siempre lo hizo— el comportamiento de cada grupo y subgrupo poblacional. Además, el paulatino arrinconamiento de la asignatura de filosofía y la aprobación de la censura institucional mediante tipificaciones delictivas como los ‘delitos de odio’; han hecho, de los españoles, seres humanos acomplejados de sus propias discrepancias, de la oportunidad de compartirlas en público, de tratar de convencer y convencerse mediante la persuasión con la palabra. Resulta sorprendente cómo, con la excusa de ser socialmente responsables y vigorosamente solidarios, nos hemos convertido en fascistas y aún, a día de hoy, continuamos sin saberlo.
España necesita, como poco, al menos una generación de españoles que aprenda a pensar por sí mismos, una generación de españoles que se comporten como los poetas de antaño
-¿Su poesía es un desafío ante una futura (puede que ya próxima) sociedad orwelliana en la que no habrá lugar para la disidencia?
-Mientras no dejemos de ser humanos, existirá una disidencia. Sucede que, en esta locura colectiva de aspirar a comportarnos como máquinas, a convertirnos en ellas en lo que conocemos como ‘transhumanismo’ y a obedecer las órdenes de quienes nos están quitando la vida con la excusa de salvarnos; suelen ser muchos los que aparentemente se revelan y muy pocos los que evidencian ser valientes y haber tenido alguna vez principios.
-La poesía que encierra España y sus asesinos es fruto, en mi opinión, —aunque haya quien pueda pensar lo contrario— de un profundo amor por esta “querida España nuestra”. En este sentido, como se decía en aquella canción de Cecilia, ¿son necesarios versos de poetas para despertarla de su letargo y conformismo?
-España necesita, como poco, al menos una generación de españoles que aprenda a pensar por sí mismos, una generación de españoles que se comporten como los poetas de antaño; porque, observando a los poetas actuales, mejor nos iría si tomaran al Diablo como referente. Los poetas no son necesarios, son necesarias las verdades; pues hace tiempo que la poesía sólo está al servicio de su propia incompetencia.
-En sus versos pone a nuestro país ante el espejo sin paliativos: “La mentira es esa única cosa / que en España no prescribe”, apunta. Aun así, ¿hay esperanza, hay una España posible como han querido creer algunos de nuestros más insignes pensadores?
-Si queremos empezar a tener alguna oportunidad recomiendo, como poco, empezar a leer memorizando el diccionario. Si no sabemos expresar lo que sentimos, no sabemos pensar lo que expresamos. Si ni siquiera coincidimos en el significado de las palabras más básicas —‘libertad’, ‘democracia’, ‘igualdad’, ‘independencia’, ‘totalitarismo’, ‘sexo’, ‘madre’, ‘feminismo’, ‘España’…— ¿cómo habríamos alguna vez de poder entendernos?
-Pocos son los ámbitos que quedan fuera de su incisiva mirada crítica. Por ejemplo, no le duelen prendas a la hora de escribir “España es, actualmente, una cloaca / de mezquindades ilustradas”. Perdone que se lo pregunte [risas], pero ¿no teme usted a las represalias?
-No existe mayor represalia que soportar la estupidez de uno mismo y la de todos de quienes me acompaño. Escribimos mucho, leemos poco y lo poco que leemos no lo entiende ni siquiera el que lo ha escrito. Nuestra lectura comprensiva está en objetos perdidos. Nuestra capacidad de comunicación es un grano de arena que ha perdido de vista la playa. No he conocido más necios por kilómetro cuadrado, que en los claustros de profesores de instituto y en las convenciones de doctores universitarios. Todos se creen expertos, siéndolo apenas en el modo con el que exhiben su ignorancia. Del mismo modo que se demostró, siglo tras siglo, que los expertos de antes estaban en su mayoría equivocados; los expertos de ahora dejarán de ser expertos cuando observen nuestros nietos, por sí mismos, el desastre al que les llevaron las actuales conclusiones.
-Para esta España “cansada de sí misma” que “ha muerto hace unas horas / cuando supo que lo estaba / al ver que los españoles / conseguían rematarla”, ¿hay posibilidad de resurrección?
-Ninguna resurrección merece mi esperanza. No soy un ser humano esperanzado. De tener esperanza, dejaría de hacer lo que hago al comprobar que no consigo mis propósitos. O dicho para que lo entiendan las tostadas matinales de las niñas extremeñas: lo que hago, lo hago para no defraudarme a mí mismo; y así jamás dejo de hacerlo por sufrir las consecuencias de acabar desesperado.
Los expertos de ahora dejarán de ser expertos cuando observen nuestros nietos, por sí mismos, el desastre al que les llevaron las actuales conclusiones
-Por evitar malos entendidos, usted no es de derechas, ni de izquierdas, ni libertino…, es usted “un autoritario de la libertad”. ¿o me equivoco?
-Soy la consecuencia de mis propias frustraciones y alegrías, un intento permanente de apartarme de cualquier prejuicio que tomara equivocadamente como propio, no heredando de otros hombres sus ideas ni el momento o las tendencias en que decidan expresarlas.
-Queda claro…
Dejé de ser de izquierdas cuando vinieron a matarme. Me es más complicado convencer a un autodenominado ‘izquierdista’ de que no lo es, que dejar de serlo; sea como fuere, yo no soy como ellos. Ahora soy, a lo sumo, un romántico: «Que es mi barco mi tesoro. Que es mi Dios la libertad; mi ley, la fuerza y el viento; mi única patria, la mar». Cabe la posibilidad de que termine siendo un dandy o que lo sea ya sin percatarme por la poca elegancia con que aún visto.
-Para concluir. Al igual que se hacía en épocas pasadas este libro se ha publicado fuera del ámbito editorial al uso en nuestros días. Veo que usted es más proclive a la hora de editar a la tradición de los impresores, ¿cierto?
-Es posible seguir respetando emocionadamente a los editores, transportistas y libreros; sin convertirme, en tan elevado acto de amor, en su esclavo.