marzo de 2025

Revel: otra visión de la Historia de la Filosofía Occidental

Si alguien busca en google una Historia de la Filosofía Occidental, le dirigirán seguro hacia la obra de ese título del británico Bertrand Russell (1872-1970), publicada en 1945. Una obra concebida como introducción a la filosofía de occidente, desde los presocráticos hasta la filosofía de principios del siglo XX. Alcanzó un considerable éxito comercial, pero fue muy criticada por sus excesivas generalidades en el tratamiento de los temas y de los autores. Solo tras una larga y laboriosa búsqueda quizá consiga encontrar el texto publicado por el francés Jean-François Revel (1924-2006), en 1994, con casi igual título: Historia de la Filosofía Occidental (de Tales a Kant).

A diferencia de Russell, catedrático universitario y autor famoso de filosofía, Revel fue profesor de filosofía en la enseñanza media, hasta que la abandonó para dedicarse en al periodismo, en 1963. No llegó a ser docente universitario, lo que lo alejó del mundo académico. No sorprende por ello que sus escritos más filosóficos hayan sido considerados una parte de su crítica de las ideas. Así sucedió con ¿Para qué Filósofos?, entendida siempre como una severa crítica a la filosofía “oficial” francesa en 1957, especialmente a Sartre (1905-1980), o con El fin del Siglo de las Sombras (1999), en el que abordó la crítica de la filosofía posmoderna y de Foucault (1926-1984).

Una nueva perspectiva

La novedad de la obra de Revel está en su planteamiento. Hasta él, la historia de la filosofía, y la de Russell es en ello tópica, se ha abordado usualmente como la sucesión de sus grandes autores, escuelas y tendencias aparecidas en el transcurso de los siglos. Pero nunca se había intentado hacer desde la perspectiva de la evolución de la idea misma de filosofía, de los diferentes significados que ha ido tomando a lo largo de la historia y de la forma en que ha sido abordada y transformada en su enfoque a través del contacto con otras áreas del conocimiento, en particular las ciencias, de las que no se distinguía en sus orígenes griegos.

Ese fue el reto que abordó Jean-François Revel en su Historia de la Filosofía Occidental (de Tales a Kant). Para él, la historia de la filosofía que se estudiaba en el sistema educativo francés, y en general en todo el mundo, se centraba sobre todo en el estudio de los grandes sistemas, lo que hacía perder de vista la verdadera evolución y transformación de la filosofía y de la propia idea de filosofía a lo largo de los más de dos milenios y medio desde su nacimiento en la Grecia Clásica. Revel había cuestionado la idea misma de la filosofía y su lugar en el pensamiento moderno en otras obras, y pensaba que la filosofía había acabado con Kant (1724-1804).

El planteamiento de la Historia de la Filosofía Occidental (de Tales a Kant), gira pues en torno a la contraposición entre la “filosofía antigua” y la “filosofía moderna”, por utilizar los términos de Revel. Para él, la filosofía fue pasando, desde un “ideal contemplativo”, a un “humanismo” primero filosófico, luego psicológico y después político. Por eso no sorprende la importancia que dio a los pensadores griegos y latinos (casi la mitad de la obra) en su Historia. La explicación está precisamente en esta oposición entre un pensamiento, inicialmente próximo a la ciencia, que intentaba explicar los fenómenos que surgen en la naturaleza, que después evolucionó hacia un enfoque metafísico y, finalmente, se diferenció luego claramente de la ciencia en la época clásica (el siglo XVII), desde Descartes (1596-1650).

La exclusión de la escolástica

Mas, ¿qué pasó entre la filosofía greco-latina y Descartes?, ¿qué sucedió en la Edad Media y en el Renacimiento? Revel no lo olvidó, pero sí que les dedicó muy poco espacio en su Historia. Para él, el tiempo comprendido entre el siglo VI y el siglo XVI, mil años, no fue un tiempo de filosofía en Occidente, sino de dominio general de la Teología, concretamente de la cristiana. Una diferencia importante pues, a su juicio, lo filosófico se conecta con la idea de demostración, mientras que lo religioso lo hace con la idea de revelación. Y la Edad Media y el Renacimiento, con la reforma religiosa, fueron tiempos de predominio absoluto de lo religioso.

Los autores medievales y renacentistas considerados habitualmente “filósofos” —como San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Guillermo de Occam, y la escuela española renacentista—, no fueron considerados por Revel filósofos, exactamente. Más aún, entendía que considerarlos “filósofos” sería incluso traicionarlos, porque no fue ésa su vocación, ni su propósito. Y, además, aceptarlos como “filósofos” llevaría a poner en tela de juicio la definición misma de la palabra filosofía, pues los escolásticos valoraban la metafísica instrumentalmente, como una “ciencia auxiliar” para acceder a la verdadera Gran Ciencia Suprema: la Teología.

Una omisión sorprendente de Revel, que podría ser considerada algo precipitada, al menos, pues tanto Descartes, como el cartesianismo entero, estudiaron filosofía en la metafísica elaborada por la escuela clásica hispana de los siglos XVI y XVII, especialmente en las Disputaciones Metafísicas de Suárez (1548-1617), y fundamentaron en la metafísica de Suárez muchas de sus concepciones. Además, no debe olvidarse que uno de los autores principales de la filosofía hispana del siglo XVI, Juan Luis Vives (1493-1540), no fue teólogo y ni siquiera clérigo. En realidad, más que una omisión, fue una pura exclusión.

La crítica a la modernidad

Pese aceptar su calificación de “Primer Filósofo Moderno”, Revel se mostró también muy crítico con Descartes, al que denominó el “inútil e incierto” Descartes, porque siguió siendo fiel a los procedimientos escolásticos del pensamiento precedente. Si se le puede considerar el “Primer Filósofo Moderno” es solo en el sentido de que reconoció un nuevo tipo de actividad intelectual que se desarrollaba fuera de la metafísica, en lo que desde antiguo se llamó “Filosofía Natural” (ciencias), que experimentaba la revolución renacentista con el gran desarrollo de las ciencias modernas, en especial de la física (Galileo, luego Newton, etc.), aunque Descartes no compartió la física de Galileo o Gassendi.

A quienes Revel contrapuso con Descartes no fue a los tardo-escolásticos hispanos. Fue al escéptico Montaigne (1533-1692), que «trabajó menos sobre los prejuicios y el antropocentrismo», así como al no menos escéptico Bacon (1561-1626), que «revolucionó la manera de pensar la ciencia». Revel se hace eco, en esto, del concepto de paradigma de Karl Popper (1902-1994), que entendía la evolución de las ciencias como un rompecabezas en el que, cada gran científico, contribuiría a hacerlas avanzar aportando su pieza, en una continuidad del trabajo propio con el realizado por los demás, en un enfoque extraño al de Descartes, quien pretendió refundar el conocimiento por sí mismo (cogito ergo sum).

El abandono de la teología medieval y renacentista y el paso a la metafísica idealista de la época clásica, para Revel, más que por Descartes, está representado por los “cartesianos”, a través de las obras de Spinoza (1632-1677), Malebranche (1638-1715), o Leibniz (1646-1716), entre otros. A estos, Revel les contrapuso las filosofías empiristas de Hobbes (1588-1679) o de Locke (1632-1704), e incluso del criticismo de Kant, anunciadores todos ellos de un nuevo período de la filosofía, pero con otros sentidos, como la definitiva superación de la metafísica, y hasta la misma muerte de la filosofía.

Apogeo y caída de la filosofía

Finalmente, Revel culminó su obra con una breve tercera parte, dedicada a tratar «el triunfo y la muerte de la filosofía«, título deliberadamente polémico y desafiante, muy propio de él, aunque sin menosprecio alguno hacia la filosofía. Revel se limitó a señalar, simplemente, la apertura de una nueva etapa alcanzada en el campo del conocimiento con el tremendo desarrollo científico-tecnológico, en el que una “filosofía” quizá pueda quizá sobrevivir, aunque ahora sea más un «género literario» que una disciplina o un saber, tout court, pues la metafísica terminó, para él, con Kant. Quizá la filosofía solo puede sobrevivir como crítica de las ideas.

El enfoque general de la historia de la filosofía occidental el que propuso Revel está muy influido, sin duda, por la ley de los tres estados formulada por el creador del positivismo, Comte (1798-1857) —estado teológico, estado metafísico y estado positivo—. Un positivismo de base, muy común en Francia, que se constituye en uno de los fundamentos inspiradores de ese peculiar realismo que fue característico de su pensamiento.

Porque Revel, a efectos de fundar y desarrollar su crítica de las ideas, desarrolló su pensamiento desde un planteamiento realista. Realista en filosofía, es decir, objetivista frente al subjetivismo, que también fue realista en lo epistemológico, pues valora y busca la verdad y denuncia la mentira, así como en la ética, ya que aspira a conocer y practicar el bien, que fundamenta un realismo político de la libertad y de la justicia.

COMPÁRTELO:

Escrito por

Archivo Entreletras

¡¡Cuánto (nos) gustan las ciudades!! … eso dicen algunos libros
¡¡Cuánto (nos) gustan las ciudades!! … eso dicen algunos libros

Para muchos Madrid es el foco cenital que atrae y atrapa; casi engulle y no permite su abandono. Llegar a…

El gobierno responde a la alerta joven
El gobierno responde a la alerta joven

Ser joven nunca fue fácil. Sin embargo, casi siempre se mantuvo en vigor una especie de contrato generacional implícito. Ese…

Disculpen las molestias (De la braguetocracia y otras lindezas)
Disculpen las molestias (De la braguetocracia y otras lindezas)

Por Jordi Grau*.- | Mayo 2018 Monarquía no viene de ‘Mono’, como pudiera sospecharse, sino de ‘Único’, según la palabreja…

59