Un pensador perteneciente al círculo de Pericles, sofista de primera generación, escurridizo, defensor del régimen democrático, pedagogo y dialéctico.
Es, a todas luces, conveniente revisar la historia del pensamiento. Si se hace a fondo, da lugar a múltiples sorpresas y pone de relieve lo que se ha venido ocultando y tergiversando, durante siglos.
Muchas veces se ha intentado modificar el pasado desde el presente y, resaltar o eliminar, de un plumazo a personajes, ideas y proyectos incómodos. Protágoras de Abdera, lo fue y mucho, para los aferrados a arcaicas tradiciones y para quienes no admitían de buen grado, los cambios que se estaban operando o que ya se habían operado en la ‘polis’ ateniense, tras la instauración de un régimen democrático.
Era, desde luego, un pensador original que no solía dejar indiferente a nadie. Unos lo ensalzaban, otros lo despreciaban y odiaban. El caso, es que dejó una huella profunda de sus estancias en Atenas.
Lo más llamativo de su pensamiento es que lo contemplaba todo a una distancia hecha a la medida del ser humano. Se inscribe en el giro antropocéntrico, experimentado por la filosofía griega, cuando ésta abandona o deja en un segundo plano, las preocupaciones cosmológicas y metafísicas para centrarse en los problemas políticos y éticos, propios de la convivencia en una ciudad-estado que vivía un momento histórico agitado, convulso y a la vez apasionante.
El llamado siglo de Pericles fue un periodo de notable esplendor, donde Atenas ocupó el centro, por derecho propio, de la cultura y del pensamiento. Los acontecimientos que tuvieron lugar fueron, en cierto modo, luminosos desde distintas ópticas y, en muchos aspectos, renovadores.
Protágoras de Abdera fue aplaudido, reconocido y admirado. No obstante, tuvo poderosos enemigos que lo atacaban directamente o como medio o instrumento para debilitar a su ‘mentor’ Pericles.
Representa, cabalmente, el pensamiento crítico, un distanciamiento repleto de escepticismo frente a las tradiciones y un intento prudente de separar el pensamiento filosófico de las religiones. Como ha ocurrido tantas veces a lo largo de la historia, pagó un precio muy alto por esta actitud que no dudamos en calificar de heterodoxa.
Había sectores, chapados a la antigua, que miraban no sólo con recelo, sino con odio, los cambios que se estaban operando y que significaban una pérdida del poder que tiempo atrás tuvieron. Los aristócratas veían como se descomponía su influencia social y como sus intentos de ejercer una función coercitiva sobre una sociedad cada vez más abierta y plural, no tenían ya éxito.
Lo que podríamos denominar ‘estado de alteración’ llevaba a estos sectores a lo que utilizando un término actual, podríamos llamar ‘sesgo de disponibilidad’, caracterizado por un miedo y una inquietud hacia el futuro… que observaban como se les estaba yendo de las manos.
De las diversas formas que se ha venido caracterizando la democracia, no me desagrada la que la considera un régimen que da voz a los ciudadanos. En una democracia, aunque fuese imperfecta como la ateniense del siglo V a.C. o Siglo de Pericles, los ciudadanos gozaban de derechos y tenían que afrontar y asumir compromisos colectivos. Era responsabilidad suya implicarse en la administración de la ‘polis’ así como elegir a quienes periódicamente habían de ejercer el gobierno.
En épocas de agitación y en sociedades plurales, donde se enfrentan intereses contrapuestos, se producen destellos de una nueva forma de pensar que son compatibles con una cierta indigencia intelectual de quienes se resisten a aceptar las nuevas ideas… que se van abriendo paso o dicho de otra manera, que han venido para quedarse.
Protágoras forma parte de la primera época de la sofistica, piensa y divulga sus teorías. Es pionero en la tarea de educar, es decir, prepara a los jóvenes para que tengan la formación necesaria para intervenir en la Asamblea, argumentando sólidamente y tratando de convencer y seducir a quienes escuchan sus propuestas. Para ello, era fundamental un dominio de la retórica y la dialéctica, más también, una complicidad con un régimen que ya no se basaba en un control por parte de la aristocracia, sino que ha instaurado un método para adoptar las decisiones colectivamente y para implicar a los ciudadanos en la administración de la ‘polis’. Los muy apegados a las tradiciones eran manifiestamente hostiles e intolerantes con los ‘nuevos usos’
La democracia, en cualquiera de sus formas, ha contado con detractores que han conspirado para echarla abajo, en todas las circunstancias históricas que les ha sido posible. Precisamente, por eso, es tan importante dotarse de unos conocimientos básicos de historia del pensamiento. No podemos, ni debemos dejar de tener en cuenta, las lecciones que la historia nos brinda.
No era ya el momento de teorías metafísicas, ni de abstracciones sino de pensar en el hombre y en su dimensión política y social. El Siglo de Pericles fue un periodo privilegiado y brillante de un diálogo fecundo de los pensadores con su momento histórico, del que acertaron a extraer las consecuencias adecuadas y legarlas a la posteridad. El ‘Régimen de los treinta tiranos’ quedó atrás… aunque en el ambiente era perceptible la pervivencia del rencor de los perdedores.
Es momento de hablar sin tapujos de Protágoras y de enfrentarse a los tópicos que han venido acompañando a su figura. Comencemos por hacernos una pregunta ¿por qué fue atacado con tanta saña? La respuesta es sencilla. Porque era extranjero (meteco) y porque frente a los dogmáticos y fundamentalistas era relativista y escéptico, es decir, todo lo moderno que se podía ser.
Hemos dicho con anterioridad, que no solía dejar indiferente a nadie. Los sectores más apegados al inmovilismo lo odiaban y conspiraban contra él… pero gozaba del favor de los jóvenes. Una segunda cuestión que es necesario abordar es que fue descalificado por cobrar honorarios por sus enseñanzas, al igual que otros sofistas.
Los aristócratas no tenían necesidad de recibir estipendio alguno pero, estos profesores ambulantes que se desplazaban de una ‘polis’ a otra, vivían de su trabajo. Esta polémica me recuerda a la que se planteó en el Reino Unido cuando fueron elegidos los primeros representantes obreros para formar parte de las Instituciones. Los conservadores pretendían que no cobraran un sueldo, ellos no lo necesitaban, eran los dueños de las fábricas y disponían de un amplio patrimonio, los obreros electos, sin embargo, para cumplir con su función en defensa de los intereses de los obreros, necesitaban un sueldo para poder vivir. Por eso, son marcadamente hipócritas estas y otras descalificaciones tan al uso. Deberíamos tomarlo en cuenta y extraer las consecuencias oportunas.
Llegó a ser acusado de impiedad (asebeia), curiosamente la misma fórmula que emplearon con Sócrates, condenándolo a beber la cicuta. Protágoras bien porque fue ‘avisado’ a tiempo o bien porque sabía cómo podría acabar la burda trama urdida contra él, puso tierra por medio. Sin embargo, sus obras fueron requisadas y quemadas en el mercado. Los intransigentes han venido practicando la destrucción sistemática del pensamiento. Cuando pueden, queman vivos a hombres y mujeres, cuando no, sus obras. Este es uno de los motivos por los que los escritos de Protágoras se reducen a algunos fragmentos. El tribuno romano Marco Tulio Cicerón, siglos más tarde, menciona en uno de sus discursos la destrucción deliberada de sus escritos. Los sofistas eran expertos en diversas materias y, no era infrecuente, que representaran en calidad de embajadores, a las ciudades de las que procedían.
En una aproximación un poco más detallada, hay que decir que Protágoras, fue un filósofo muy bien pertrechado y con una vastísima cultura. Quizás sea uno de los primeros pensadores panhelenísticos, aunque esto no suele mencionarse.
Manifestó, en varias ocasiones, un inequívoco compromiso con las ideas democráticas. Repásense, a este efecto, algunos pasajes del diálogo “Protágoras” de Platón.
Me parece un hecho relevante, que Pericles le ‘encargó’ que redactara una Constitución para la Colonia de Turios. Cumplió a plena satisfacción el cometido. A título de ejemplo, mencionaré que por primera vez en la historia, se establecía en esa Constitución que la educación habría de ser pública y obligatoria. No logro entender, como este hecho no merece una mayor consideración ni atención, pese a su incuestionable importancia histórica.
Muchos solo conocen de él, el aserto de ‘el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son en cuanto no son’. Este pensamiento, en sí mismo, es un claro exponente del giro antropocéntrico, que se hacía cada vez más palpable y, que entre otras cosas, se preocupaba por cómo se vive en la ‘polis’ y como hay que desenvolverse en ella, junto a aspectos éticos y morales.
Han sido numerosas las interpretaciones de este conocido aserto, ya se refiera al hombre genéricamente o al hombre individualmente considerado. Un planteamiento similar, se puede apreciar en determinados pasajes de algunas tragedias de Sófocles y de Eurípides. En cualquier caso, es un claro referente de la tendencia de mirar todo y valorar todo, con una mirada humana, es decir, observar la realidad a escala del hombre.
Los griegos del siglo V a.C., especialmente los atenienses, tenían su peculiar idiosincrasia. Por un lado estaban inclinados hacia lo abstracto, la lógica y la metafísica, por otro, hacia lo práctico, la ética y la política. Sentían que de su interior manaba un gusto por la conversación y el diálogo, incluso por la disputa, de ahí que fueran tan proclives al debate de ideas y a la dialéctica.
Una pregunta cuya respuesta puede ser orientativa es ¿qué pedía Pericles a los ciudadanos atenienses en alguno de sus discursos, especialmente a aquellos que querían ocupar cargos públicos y administrativos?. Fundamentalmente, que tuvieran ideas claras y capacidad para exponerlas y argumentarlas sólidamente; Igualmente, consideraba la virtud cívica por excelencia del buen gobernante, la incorruptibilidad.
Protágoras, aunque tampoco en esto se haya hecho hincapié, creía en la igualdad de oportunidades. Utilizaba la dialéctica con enorme precisión y depositaba una gran confianza en la razón humana. Por el contrario, quienes tenían una mentalidad anticuada y creían en ideas ya superadas achacaban, por ejemplo, la peste y otras calamidades a los errores de los gobernantes por apartarse de la ortodoxia o al menos utilizando en beneficio de sus intereses esas supersticiones que, en ocasiones, se traducían en denuncias.
Protágoras ese sabio y docente itinerante, llevaba consigo como un báculo en el que apoyarse, ‘el principio de incertidumbre’ Defendía con mesura, planteamientos relativistas y solía adoptar ante los hechos un punto de vista escéptico. Tanto es así, que negaba el que existiera un conocimiento universal y necesario. Viajar y conocer distintas formas de convivencia y de organización social, le ayudaba a defender estos y parecidos supuestos con conocimiento de causa.
Hay quien dice de él que destacó en retórica, otros alaban su rigor lógico y hay quienes incluso, consideran lo mejor de su legado, sus planteamientos políticos y morales.
Creo que es interesante señalar que se le considera precursor de los estudios gramaticales. Llegó a hacer una clasificación de las preposiciones.
¿Qué método seguía? Fundamentalmente el empírico deductivo. Estaba más interesado por los fines prácticos que por la mera especulación teórica. Puso al servicio de quienes recurrían a él, sus conocimientos de gran ayuda, tanto para aprender a gobernar como para saber persuadir, mediante el buen uso de técnicas sofisticadas y de argumentos muy bien elaborados, en la Asamblea.
Se estaba abriendo camino, en ese periodo, una cierta secularización. Prudentemente, Protágoras siguió esta senda. Se dice que en su obra perdida “Sobre los dioses” afirmaba que no podíamos saber con seguridad si existen o no, ni cuál es su forma. Al parecer, este comentario fue uno de los que provocó la airada y vengativa respuesta de los tradicionalistas, su persecución y que tuviera que abandonar Atenas, precipitadamente. Como hemos comentado con anterioridad, sus obras fueron quemadas en el mercado público.
Aunque no es el momento de profundizar en este aspecto, la democracia ateniense además de poner de manifiesto las contradicciones existentes, dio lugar a un pluralismo digno de ser analizado. Hasta cierto punto, puede considerársela una sociedad abierta, donde la diversidad de enfoques se manifiesta y da lugar a confrontaciones, así como a la lucha por el poder de ciertos grupos –partidos los llamaríamos hoy- que representan intereses de las facciones existentes.
Para que nos podamos hacer una idea fundamentada de lo que rechazaba y criticaba públicamente, señalemos que la intolerancia, la superstición y el abuso de poder, entre otras cosas. Como ha sucedido tantas veces después, esto le ocasionó serios problemas y estuvo a punto de costarle la vida… pese a que modulaba, muy bien, las críticas y no adoptaba posiciones rígidas sino flexibles.
En todas las épocas los ‘rompedores’, los heterodoxos, quienes se apartan de lo establecido se han visto atrapados en intrincados laberintos con difícil salida.
Señalemos que son diversos los “Diálogos platónicos” en que con mayor o menor protagonismo, aparece Protágoras. Platón, tan crítico con los sofistas, por Protágoras siente respeto. Donde más abiertamente se manifiesta el pensamiento de éste, es en el “Protágoras” más hay diversas menciones en el “Menón” sobre su prestigio y autoridad moral y aunque en menor medida, también en el “Teeteto».
Aristóteles, por su parte, tiene una excelente opinión. Esto debería servir de aviso para navegantes y para no descalificar a los sofistas sin hacer las distinciones y matices imprescindibles, por ejemplo, entre los de la primera y segunda generación. El estagirita, le dedica elogios en el “Libro IV de la Metafísica”.
No es cuestión de hacer una relación prolija, más he de decir que una vez más el polígrafo, Diógenes Laercio, aunque de forma un tanto desordenada, nos ofrece en “Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres” diversos comentarios y datos de indudable interés, concretamente en el “Libro IX”.
Para ser un filósofo atacado con saña, desde diversas instancias y cuyas obras fueron destruidas… su figura y alguna de sus ideas continuaban recordándose siglos más tarde. Lo hacen, en diversas ocasiones Plutarco y Sexto Empírico, entre otros.
Habría mucho más que decir de Protágoras. Algo que, sin embargo, no me resisto a postponer es que establece unas reglas de juego limpio, conforme a los principios y usos democráticos. Despreciando abiertamente la arrogancia, la pedantería y la insensibilidad.
En estos tiempos un tanto obscuros, donde Karl Polanyi nos ha dejado dicho que el conformismo es un veneno mortal, no está de más echar la vista atrás y recuperar el inconformismo, el rigor y las ideas, que utilizó Protágoras, para defender la democracia ateniense.
La política democrática es el espacio por excelencia de la confrontación verbal. Por eso, cuando se traspasa esa línea roja –y los violentos pretenden traspasarla a menudo- el sistema democrático se tambalea, agrieta y debilita.
La historia, aunque algunos lo hayan olvidado, no tiene nunca una única dirección. Precisamente por eso, es posible avanzar… más también, retroceder. Protágoras, con sus doctos consejos es esencialmente sensible a desconfiar de quienes se consideran intérpretes exclusivos de la verdad… y pretendiendo erigirse en servidores de ‘lo sagrado’, lo que en realidad hacen, es poner lo sagrado al servicio de sus intereses.
Protágoras es también, admirable por haber reflexionado sobre cómo se logra y se articula la cohesión y el orden social, sorteando las trampas y celadas que quienes conspiran contra el sistema democrático, urden a diario.
Es hora de ir concluyendo estas modestas reflexiones. No me resisto, sin embargo, a señalar que cuando el lenguaje político pierde claridad y se llena de confusión, la falta de rigor en el pensamiento, así como en su expresión clara y precisa, es un signo que hace presagiar periodos de decadencia… cuando no, de algo peor.
Me he permitido exponer estas ideas, enfoques y criterios, tanto porque creo que merece la pena rescatar a Protágoras del injusto olvido y tergiversaciones a las que se le ha sometido durante siglos, como por el hecho de que si bien la historia es maestra de la vida… contiene también, una serie de figuras, planteamientos y preocupaciones que pueden ayudarnos y, mucho, a interpretar adecuadamente lo que nos está pasando y lo que deberíamos hacer, para buscar una o varias salidas a este laberinto repleto de fake news, manipulaciones, simplismos avasalladores y sobre todo ignorancia, en que por unas causas u otras, nos hemos dejado atrapar.