marzo de 2025

Pedrarias y su leyenda negra

Toda Leyenda Negra conocida, se compone de muchas, de infinidad de leyendas negras menores, como la que se creó en torno al segoviano Pedro Arias Dávila (1468-1531), conocido también como Pedrarias. Gobernador y capitán general de la Castilla de Oro (algo más que el actual Panamá), desde 1514 hasta 1526, y gobernador de Nicaragua después, de 1528 a 1531. Era un veterano soldado curtido en las guerras civiles castellanas y en la guerra contra los moros de Granada.

Manuel Arias-Dávila Baldasano, conde de Puñonrostro, ha publicado recientemente un libro de mucho interés para quienes estudian la América de comienzos del siglo XVI, con los primeros asentamientos poblacionales hispanos en el nuevo continente. Su título, Pedrarias, leyenda negra frente a los documentos, editado por la Fundación Condes de Puñonrostro, no constituye solo una justa apología de la figura de su antepasado, Pedrarias, sino que es sobre todo un intento de establecer la verdad de lo sucedido con este personaje, así como a estudiar los excesos y errores difundidos en torno a la valoración de su actuación en América.

La principal de las razones de esos errores las sitúa el autor en la escasa investigación documental realizada por la casi totalidad de quienes han hablado de él que, en general, se han limitado a reproducir lo dicho por otros, sin investigar documentos. De hecho, el propio texto de Pedrarias, leyenda negra frente a los documentos, es singularmente breve, 93 páginas en total, al que acompañan cinco amplios anexos documentales que recogen información en diferentes archivos (de la Fundación Condes de Puñonrostro, de Indias, etc.), que permiten aproximarse a la realidad histórica y apreciar las falsedades negrolegendarias.

La trayectoria americana de Pedrarias ha sido muy controvertida tradicionalmente. Fue el primero a quien se encomendó por la Corona (por Fernando el Católico) el mando de una expedición con colonizadores (hombres, mujeres y niños) para crear asentamientos estables y permanentes de españoles en la América continental, en lo que se denominó entonces la Castilla de Oro y “Tierra Firme”. Territorios que ya se habían explorado, entre otros, por Vasco Núñez de Balboa (1475-1519), pero en los que la autoridad de la corona y el propio dominio español no estaban aún afianzados.

En general, fue considerado un administrador eficaz de los intereses de la monarquía hispana, aunque desde sus primeros tiempos algunos lo consideraron un tirano cruel. Esta última consideración es la que ha prevalecido en la historiografía, quizá porque tuvo como adversarios a personajes tan renombrados como fray Bartolomé de las Casas (1484-1566). Aunque seguro que también y sobre todo se debe al hecho de que ordenó las ejecuciones de Vasco Núñez de Balboa, por el asesinato del Gobernador Nicuesa, y de Francisco Hernández de Córdoba (1475-1526) por rebelión. Balboa y Córdoba son dos personajes que, con independencia de sus méritos, eran más turbios de lo que muchos imaginan, pero que han sido muy bien tratados por la historiografía posterior, especialmente desde el siglo XIX.

No se puede dejar de mencionar, a este respecto, el relato que Stefan Zweig dedicó a Núñez de Balboa en sus Momentos estelares de la Humanidad, cuya lectura deja el sabor amargo de la injusticia que, para Zweig, supuso su ejecución, en 1519, tras haber descubierto el Océano Pacífico, en el territorio que forma parte hoy de Panamá. Y tampoco se puede olvidar que Hernández de Córdoba, concretamente su apellido “Córdoba”, ha sido el nombre oficial de la moneda nacional de Nicaragua. Dos héroes nacionales posteriores a las respectivas independencias, uno de Panamá (Balboa) y el otro de Nicaragua (Córdoba). Y, para hacer de Balboa y Córdoba héroes y mártires, hubo que hacer de Pedrarias un malvado.

Por su parte, fray Bartolomé de las Casas no tuvo trato directo, ni conoció a Pedrarias, pero sí tomó como referencia lo escrito sobre él por el primer cronista oficial de Indias, nombrado por Carlos I, Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557), muy adverso a Pedrarias. Luego, el también cronista oficial de Indias Antonio de Herrera y Tordesillas (1549-1626), ya bajo el reinado de Felipe II, siguió a Oviedo en su valoración de Pedrarias. Como subraya el autor de la obra, una de las razones principales de la leyenda negra de Pedrarias se debe a que los historiadores que han indagado esas cuestiones han optado por seguir los relatos de otros, sin investigar nada.

Bartolomé de las Casas, en su estilo habitual, se cebó con Pedrarias, del que llegó a decir cosas tan terribles como que “Pluguiere a Dios que Pedrarias nunca asomara a aquella tierra, porque no fue sino una llama de fuego que a muchas provincias abrasó y consumió”. Las Casas criticó la gestión y las políticas de Pedrarias, acusándole tan falsamente como en todo el conjunto de su lamentable Brevísima relación de la destrucción de las Indias, en su propósito de defender a los nativos de abusos y de reivindicar sus derechos.

La falta de investigación de los historiadores se aprecia perfectamente en la determinación del nacimiento de Pedrarias, que se data casi siempre en 1540, cuando los documentos existentes en los archivos dejan claro que su nacimiento tuvo lugar en 1468. El propósito de esa falsificación menor, no es otro que abonar una imagen de un Pedrarias anciano, débil y algo trastornado, capaz de cualquier cosa. En efecto, Pedrarias llegó a América con 46 años, pero la leyenda negra establecida haría de él un viejo de 74 años. Pero si buscan “Pedrarias” en google, verán que se data su nacimiento en 1440, de modo tan habitual como erróneo.

Igual sucede con las crónicas de Oviedo y la obra de las Casas, que luego se han repetido y transmitido por la historiografía posterior, sin haberse molestado ningún autor relevante en verificar hechos y acusaciones. Así sucede con Ángel Altolaguirre y Duvale (1857-1939), autor de una famosa biografía de Balboa que, pese a condenar y denigrar a Pedrarias, no es capaz de citar un solo caso en que éste, personalmente, tuviera un mal comportamiento, ni con los indios, ni con los conquistadores. Pedrarias no era un malvado villano, sino que como militar y gobernador tuvo que cumplir con su deber de castigar de forma ejemplarizante las conductas criminales de los citados y renombrados Balboa y Córdoba.

Quizá sea útil indagar sobre las motivaciones que inspiraron esas dos narraciones tan críticas y adversas contra Pedrarias por dos coetáneos suyos tan célebres como Oviedo y las Casas. Sobre todo, para comprenderlas, una vez debidamente contextualizadas.

El punto central está en que la expedición de Pedrarias, en 1514, era la primera que se hacía para establecer establemente pobladores españoles en la América continental. Se tenía el precedente de las islas del Caribe, pero no era una experiencia satisfactoria, pues los indígenas se extinguieron con gran rapidez por el trato recibido de los conquistadores. El canibalismo de los indios caribes, que recayó a veces sobre españoles, determinó matanzas y malos tratos a una población aborigen que padeció además el contagio de enfermedades letales entonces como la viruela, el catarro y otras.

La indignación de las Casas con los excesos de los conquistadores españoles se funda en la rápida pérdida de la población caribeña aborigen, en las islas. Un asunto que también preocupó a los reyes de España y a los propios conquistadores y misioneros, que temieron que sucediese algo similar en la América continental, con la llegada de poblaciones europeas a las tierras descubiertas en el Nuevo Mundo. Las leyes de Indias de los Reyes Católicos y de Carlos I, como las exageraciones y falsedades de las Casas, demuestran la preocupación de los gobernantes españoles, civiles y religiosos, con el asunto del trato dispensado a los nativos.

Por esa razón, Oviedo, Cronista Oficial de Indias nombrado por Carlos I, fabricó una imagen falsa de Pedrarias: si se habían producido malos tratos a los indígenas, no era culpa de los reyes en ningún caso, sino responsabilidad de malos gobernantes ambiciosos y crueles que, como Pedrarias, podrían haber incurrido en excesos.

Un libro de mucho interés para quienes deseen acercarse a personajes como Núñez de Balboa, Bartolomé de las Casas o el mismo Pedrarias, así como para todos aquellos interesados en conocer mejor los “cómo” y los “por qué” de la leyenda negra.

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Archivo Entreletras

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