Su pensamiento penetrante, su palabra cálida y su coraje cívico
¿Por qué dedicar, aquí y ahora, un breve ensayo a María Zambrano? ¿Por qué sigue teniendo vigencia su pensamiento? Desde que era estudiante su figura me ha fascinado. Siendo apenas un adolescente mi padre me habló de ella y luego he ido comprendiendo que su pensamiento y su actitud filosófica son imprescindibles para entender el convulso y en muchos aspectos, frustrado siglo XX por lo que a nuestro país se refiere.
Toda su vida fue una lucha denodada y fecunda por romper los techos de cristal que impedían la visibilidad de la mujer. Se ha dicho que el siglo XX es el siglo de las mujeres. Gracias, sin duda, a unos cientos, miles de pioneras que han empujado la historia hacia la libertad y hacia la igualdad de derechos. Los logros obtenidos son, en buena medida, resultado de la lucha de estas precursoras.
Una anécdota de su infancia resalta a las claras su insatisfacción, su deseo de superación y su constancia. En cierta ocasión le preguntaron:
‘-¿Qué quieres ser de mayor? Contestó que una caja de música, le dijeron: eso no es posible ¿qué quieres ser entonces? centinela las niñas no pueden ser centinela – entonces caballero templario. Y tras una nueva negativa. Respondió filósofa y contra viento y marea consiguió hacer realidad el último de sus sueños infantiles…’
María Zambrano tuvo que hacer frente a enormes dificultades con una salud quebradiza pero con una voluntad de hierro. Muchas veces sintió miedo pero nunca se doblegó. Con un enorme tesón se enfrentó a las adversidades como sólo pueden hacerlo quienes tienen una gran confianza en sí mismos.
Fue discípula de Ortega pero ‘su razón poética’ se aparta del racio-vitalismo orteguiano, para explorar lo sagrado, lo mágico, lo que se ha definido como los ‘inferos’ del alma insistiendo en que en buena medida somos gracias al lenguaje y que el lenguaje nos habita y nos define. Considera que filosófico es el preguntar y preguntarse y poético el hallazgo.
Para ella los sentimientos juegan un destacado papel en el conocimiento. Se entrelazan y no es posible, ni separarlos, ni distinguirlos salvo metodológicamente. Ante la insuficiencia del racionalismo es vital encontrar la relación profunda que existe entre filosofía y poesía. El ser humano se construye, se configura a través de la palabra y de la acción. Quizás, por eso, para María Zambrano, la filosofía tiene que ser capaz de mostrar el fluir de la historia y de la interpretación de la vida. La ‘razón poética’ es un vehículo imprescindible para acceder a lo enigmático, lo misterioso y lo sagrado… por eso, precisamente, por eso, recurre con tanta insistencia a las metáforas. Podría decirse asimismo, que la palabra es decodificada por la conciencia y la conciencia, a su vez, decodificada por el pensamiento poético… así quedan unidos, entrelazados, ‘conciencia’ y ‘ser’.
Su existencia estuvo marcada por la tragedia. Los sueños de libertad que alimentó la República quedaron hechos añicos… y tuvo que emprender un largo y penoso exilio que no concluyó hasta la muerte del dictador y la instauración de la democracia.
Entre los hechos angustiosos que le toco vivir quizás, uno de los que más mella le hicieron fue el fusilamiento de Manuel Muñoz, marido de su hermana Araceli, que tras pasar a Francia al finalizar la Guerra Civil, fue detenido por la Gestapo, devuelto a España y fusilado poco después sin escuchar las voces de clemencia. La salud psíquica de Araceli se vio afectada y María tuvo un comportamiento ejemplar acompañándola y cuidándola hasta su muerte.
El exilio de María Zambrano me sugiere que no comprenderemos nuestra historia, nuestro pensamiento y nuestra literatura, hasta que no incorporemos a nuestra visión de la realidad, las aportaciones de los españoles trasterrados. Su abnegación, sus creaciones y su contribución humanística y científica deberían ser más conocidos y gozar de una influencia más amplia en nuestra cultura.
Muchos de los personajes a los que dedicó sus ensayos y su exploración filosófica están marcados por la tragedia: EDIPO, cuya mayor desdicha es ignorar quien es; IFIGENIA, víctima inocente, sacrificada por ambiciones, prejuicios y supersticiones o BENINA, la protagonista de «Misericordia» de Pérez Galdós, arrojada a una institución de beneficencia tras muchos años de ejercer la mendicidad para alimentar a una familia egoísta y orgullosa y, por encima de todas, ANTÍGONA, que María, reinterpreta y actualiza asociándola al drama de la represión franquista y de los muertos sin sepultura.
En este repaso rápido de su itinerario vital y filosófico, me parecen significativos los valores republicanos en los que creyó y practicó durante toda su existencia. Es importante el hogar en que se nace. Los padres de María, Blas y Araceli fueron maestros republicanos, que se desvivieron por llevar la cultura al pueblo y, sacar a España de la indolencia, del analfabetismo y del atraso. Su padre fue, también, Inspector de Enseñanza, socialista y masón. En Segovia existía una tertulia que se desarrollaba en el Café La Unión, a la que junto a Blas Zambrano no faltaba nunca Antonio Machado, también la frecuentaban intelectuales y artistas como el escultor Emiliano Barral…
Entre los valores que generosamente practicó, cabe señalar: la solidaridad, el compromiso, la equidad, la entrega y esa capacidad para ponerse en el lugar del otro.
María que se había educado en la ILE, demostró su vinculación ideológica y afectiva con la labor de extensión cultural de la República, participando, por ejemplo, junto a Luis Cernuda, Federico García Lorca y muchos otros en las Misiones Pedagógicas.
¿Quiénes fueron sus amigos y las personas con las que más se relacionó? El listado es largo y, por tanto, me limitaré a señalar a algunos como Antonio Machado, Miguel Hernández, el pintor Ramón Gaya, con quien sostenía animadas charlas en el Caffe Greco, de la Via Condotti de Roma, Américo Castro, Alejo Carpentier, Octavio Paz… en incluso Albert Camus.
El mejor tributo que puede rendirse a una pensadora como María Zambrano es leer y releer sus obras, pensar y repensar los problemas que analiza y sus hallazgos poéticos. Ahí están, si hay que recordar algunas: Delirio y destino, El pensamiento vivo de Séneca, La tumba de Antígona, Persona y democracia o España sueño y verdad. Una prueba más de la intuición y de la inteligencia de María Zambrano es que sus libros tienen tanta actualidad, hoy, como en el momento en que fueron escritos. Pensemos, sin ir más lejos, en La agonía de Europa, donde da la impresión que está diagnosticando lo que nos sucede en tiempos de crisis, posverdad y hechos alternativos.
Los reconocimientos que se dispensaron a María Zambrano fueron tardíos y durante años estuvo, sepultada en vida, bajo una losa de olvido. Tenemos que remontarnos a 1981 año en el que obtiene el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades, a 1987 en que se crea la Fundación María Zambrano en Vélez-Málaga y 1988 en que obtiene el Cervantes, cuando su salud está ya muy quebrantada. La actriz Berta Riaza leyó unas emotivas palabras, en nombre de la pensadora, agradeciendo la distinción.
En su libro Claros del Bosque sostiene que la palabra auténtica es más, mucho más que comunicación. No me resisto a dejar que sea una cita de María Zambrano la que ponga el punto final a esta reflexión sobre una filósofa dotada de una gran fuerza interior y de un coraje cívico excepcional.
‘la palabra no destinada al consumo es la que nos constituye: la palabra
que no hablamos, la que habla en nosotros y nosotros,
a veces, trasladamos en decir’