septiembre de 2024 - VIII Año

El «Nuevo Realismo» de Maurizio Ferraris y Zubiri

Maurizio Ferraris

En 2012 se hizo público el Manifiesto del Nuevo Realismo, encabezado por el italiano Maurizio Ferraris. El “Nuevo Realismo” se presentó en el mundo filosófico como una crítica radical a la filosofía postmoderna surgida en el último tercio del siglo XX. Nació del vacío en que se vio sumida la filosofía a finales de ese siglo y, como dijo Ferraris, no era una novedosa teoría filosófica, ni una nueva escuela específica, ni una koiné de pensamiento, sino simplemente la fotografía realista de un estado de cosas desastroso.

Lo compartieron autores que inicialmente habían sido analíticos, estructuralistas y hasta posmodernos, como Ferraris, alumno díscolo del posmoderno Vattimo (1936-2023). Surgió como reacción frente al caos producido por la obra de demolición de la filosofía postmoderna y, también, ante la evidente crisis de la Modernidad, a finales del siglo XX, aunque ésa crisis se remonta al XIX. La Modernidad, fraguada en el Renacimiento y reorientada por la Ilustración, se desvanecía con la crisis finisecular del siglo XX. La labor destructiva de los postmodernos resultó finalmente deletérea para las agotadas filosofías del siglo XX.

Xavier Zubiri (1898-1983), que había estudiado con Husserl, Ortega y Heidegger, desarrolló una filosofía aparentemente novedosa, el «realismo radical». Zubiri fue uno de los escasos filósofos que mantuvo una línea de realismo filosófico, frente a las “filosofías” nacidas de la descomposición del subjetivismo racionalista inaugurado por Descartes, como los existencialismos. No podía ser novedosa, pues el racionalismo realista y objetivista había sido la orientación en que se desenvolvieron Balmes y Menéndez Pelayo en el siglo XIX. Pero Zubiri fue más allá, al enfatizar la dinamicidad y la relacionalidad de la realidad, rechazando la tradicional dicotomía entre mente y materia, o entre sujeto y objeto. Para él, la realidad es abierta, dinámica y autorreferencial.

El Nuevo Realismo propone “re-encontrar” la realidad tras la maraña mental de significados, textos, vivencias, representaciones, etc., posmodernos. Pronto trascendió su inicial implantación italiana, para extenderse por Europa y América al acogerlo filósofos como el también italiano Mario de Caro, el argentino José Luis Jerez, con su Manifesto del realismo analógico (2013), el mexicano Mauricio Beuchot, o el brasileño Rossano Pecoraro. También se relaciona con otros planteamientos “realistas” similares, como es el caso del «realismo especulativo» del francés Quentin Meillassoux y del norteamericano Graham Harman. En Alemania, dentro de esta corriente de pensamiento destacó al principio el alemán Markus Gabriel.

Zubiri en el siglo XX y el Nuevo Realismo en el XXI han propuesto retomar el realismo filosófico sosteniendo la existencia de una realidad externa, independiente del sujeto, y entiendendo que el cosmos es objetivamente comprensible y que tiene unas leyes que no se pueden cambiar con actos de voluntad, o mediante modificaciones del “relato”. Para ellos, las “nuevas” vías del subjetivismo racionalista de los siglos XVII, XVIII y XIX han quedado arrumbadas por la creciente crisis de la filosofía iniciada en el siglo XIX, mas difieren en su comprensión de la realidad. El realismo radical de Zubiri buscó la captación y comprensión de la realidad, la “verdad”, mientras el Nuevo Realismo se centra en la pluralidad y complejidad de la misma. A pesar de sus diferencias, Zubiri y el Nuevo Realismo comparten el propósito de desarrollar una explicación objetiva, realista y coherente del mundo y rechazan la tradicional dicotomía entre sujeto y objeto. Alguno de los nuevos realistas, como Ferraris, conocen la obra de Zubiri.

El término «posmodernidad» es vago y algo equívoco, pero se pueden señalar algunos rasgos característicos que lo conforman y que han sido objeto de crítica por el Nuevo Realismo. En primer lugar, por el cansancio ante la deconstrucción infinita de los posmodernos, con su insistencia en la determinación del pensamiento y la propia realidad por la subjetividad individual o colectiva, incluso a través de las estructuras lingüísticas. Mas, como dice Ferraris, la deconstrucción sin posterior reconstrucción es pura irresponsabilidad. El nuevo realismo ha demostrado también que la posmodernidad no hizo la crítica de las derivas filosóficas posteriores a la Ilustración, sino que ha sido la radicalización extrema de los presupuestos básicos de esa modernidad ilustrada, que también ha de someterse a revisión crítica. Aunque, para Marcus Gabriel, el “Nuevo Realismo» no sea mucho más que el nombre para la época de después de la posmodernidad, los nuevos realistas rechazan las implicaciones relativistas y la militancia subjetivista posmodernas.

La posmodernidad llevó a su extremo el paradigma Ilustrado, caracterizado por estas cinco notas: 1) el punto de referencia de la filosofía es la correlación entre sujeto y objeto, o entre lenguaje y ser, con primacía del sujeto; 2) esa correlación implica presuponer que la experiencia en cualquiera de sus modalidades (empirista, fenomenológica, científica) es el referente o base para construir y justificar toda tesis sobre la realidad; 3) rechazo, por metafísico y dogmático, de todo pensamiento que vaya más allá del principio de experiencia y del esquema correlacionista, en general; 4) la prioridad de la epistemología, dejando en suspenso la posibilidad de una ontología, pues sólo se pueden conocer las maneras de acceso al ser, no al ser en cuanto tal; y 5), esa prioridad epistemológica estableció el dogma de la identificación de “ser” y “saber”, y el cientificismo, es decir, la suposición de que sólo las ciencias pueden conocer la realidad, pues la realidad exterior es lo que las ciencias dicen que es, y nada más.

Los posmodernos se propusieron “deconstruir” los grandes discursos, las llamadas «meta-narrativas». Proclamó la imposibilidad de una comprensión y un saber universales de la realidad, en general, y de la realidad humana en particular: nunca es la realidad lo auténtico, sino el intérprete, pues todo es interpretación. Los posmodernos surgieron en los años setenta del siglo XX, dentro de posiciones estructuralistas, muy influidos por la crisis del socialismo y del marxismo. Mas, en el discurso posmoderno, la crisis de la Modernidad Ilustrada afecta a todas las “meta-narrativas”, incluidas las científicas. Para los posmodernos, no hay objetividad ni verdad, ni puede haberlas, pues cualquier teoría o filosofía no son más que «discursos» (o «textos») del poder, esto es, el resultado de una serie de mecanismos lingüísticos, políticos, subjetivos, etc., desarrollados para oprimir.

Xavier Zubiri

La modernidad ilustrada justificó su nihilismo epistémico en el rechazo del “dogmatismo idealista”: Kant, idealista trascendental, aspiró a desterrar el “dogmatismo” (el racionalismo cartesiano) para siempre. Mas la radicalización posmoderna no eliminó el dogmatismo, sino que lo multiplicó infinitamente mediante el relativismo pluralista. Con ello, anuló toda posibilidad de existencia de algo «común», de verdad o realidad, justificando que cada parte del todo, se pueda afirmar de forma dogmática como lugar de la única verdad y punto de la única razón. En lugar de un único dogmatismo igual para todo, hay infinidad de dogmas y queda proscrita cualquier posibilidad de acuerdo, aun básico o mínimo entre ellos. Dado que todo es lo mismo y todo vale igual, el posmodernismo llegó al puro nihilismo, tal como lo denunció Nietzsche: la negación de todo valor y sentido, que pulveriza toda opción y toda posibilidad.

El concepto de “correlacionismo” es una aportación del nuevo realismo, que permite entender la configuración conceptual de todo el pensamiento moderno. Es decir, permite delimitar lo que tienen en común (paradigma) las diversas líneas del pensamiento de los siglos XIX y XX: desde el positivismo y el empirismo lógico, hasta el deconstruccionismo posmoderno, pasando por el neokantismo, la fenomenología, o el marxismo, la filosofía analítica y la hermenéutica. Todas ellas operaron con el presupuesto del correlacionismo y de la prioridad de la epistemología sobre la ontología. Incluso las filosofías aparentemente más distantes entre sí, como las de Wittgenstein y Heidegger, presuponen el correlacionismo. Éste funciona al margen de cuál sea el polo subjetivo de la correlación: el sujeto trascendental o la sustancia espiritual, el sujeto fenomenológico o el sujeto existencial, incluso el sujeto histórico-social, o el sujeto o estructura lingüística, lógico-formal o semiológico-cultural, y hasta la subjetividad deseante, vitalista e infra-racional.

La destrucción del paradigma ilustrado moderno y de sus bases por la posmodernidad lleva al Nuevo Realismo a plantearse la recuperación de la “metafísica”, tan denostada los últimos siglos. Destruidos los presupuestos ilustrados, quizá sea posible plantear de nuevo un pensamiento acerca de la realidad o de la existencia como tales, es decir, una nueva metafísica. Para muchos de los nuevos realistas el término “metafísica” no ofrece problema alguno, pero otros prefieren hablar de «ontología» y mantienen que la metafísica es un modo de pensamiento caduco, que no debe restablecerse. Por ejemplo, y desde distintas perspectivas, Meillassoux y Markus Gabriel han coincidido en renunciar al término «metafísica».

Meillassoux considera “metafísico” todo pensamiento filosófico que adopte la categoría de «necesidad», de orden necesario, como marco ineludible para definir la existencia. Para él, proponer la elevación de la «contingencia» a categoría ontológica primordial («necesidad de la contingencia»), significa reconocer lo contradictorio e insostenible de la metafísica. Y Markus Gabriel concibe la metafísica como el pensamiento acerca del mundo o de la totalidad (la visión del todo), a la que enfrenta su concepción de la ontología. Por contra, Harman y otros autores de la ontología realista consideran muy adecuado el término «metafísica».

Zubiri, a este respecto, estableció que la metafísica no podía tener como objeto el estudio del “ser”, sino el de la realidad como tal. Para él, toda la filosofía es metafísica, pero no en el sentido tradicional de ciencia del ser y del ente. Su propuesta de recomposición de la metafísica se basa en volver a las cosas mismas, es decir, abordar la realidad desde la misma realidad. No es una metafísica de la objetividad o del ente, y tampoco es fenomenología ni ontología: es filosofía de lo real en cuanto real, es decir, la metafísica como Ciencia de la Realidad.

La aparición en 2012 de Nuevo Realismo parece orientar a la filosofía a retomar el camino del realismo filosófico, después de haber sufrido desde finales del siglo XX el progresivo declive de las tesis deconstruccionistas posmodernas que hipostasiaron los excesos subjetivistas del idealismo racionalista de los siglos XVII, XVIII y XIX.

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