La última película del francés Christian Carion —sexta de su interesante filmografía— se ha estrenado el pasado 24 de marzo en nuestro país. El título en español (y en inglés) nos puede hacer recordar la oscarizada ‘Paseando a Miss Daisy’ (1989) de Bruce Beresford. Sin embargo, el film de Carion —coescrito por él en colaboración con Cyril Gely, guionista del film ‘Chocolat’ (2016)— no tiene tanto que ver con la norteamericana como podríamos pensar, ni por estilo narrativo ni por temática. Sí es cierto que ambas pertenecen al género de las ‘buddy movies’ o películas de colegas que enaltecen la amistad y la camaradería entre dos arquetipos contrapuestos. En ese sentido, las dos apelan a nuestras emociones a través de la relación de dos personajes de distintas generaciones y en ese paralelismo podemos encontrar afinidades electivas entre las espléndidas interpretaciones de sus coprotagonistas —Line Renaud como la anciana Madeleine y Dany Boon en el papel de Charles, el taxista— y las de sus supuestos antecesores, Jessica Tandy y Morgan Freeman.
Sin embargo, en ‘Un paseo con Madeleine’ —cuyo título original en francés, ‘Une belle course’ (Una bonita carrera), tiene otra connotación y es más certero por polisémico que sus oportunistas traducciones— carece de las pretensiones “políticas” y sociales de la anterior —con sus diferencias raciales que en aquella encarnaban un afroamericano y una anciana judía— para centrarse con mayor interés en el drama de la pareja protagonista y sus circunstancias particulares. Además, si Freeman “conducía” en los dos sentidos a Tandy, aquí se invertirán los roles en la medida en que será la protagonista femenina, sin embargo, la que marque la dirección de este “viaje interior”.
Por otra parte, y esto es importante, la película de Carion viene a nutrir también el subgénero del que podemos llamar “cine de taxistas” (Freeman no lo era). De este modo, el realizador francés se mueve, pues, en una afortunada hibridación de géneros con una soltura admirable.
El subgénero del taxi es sugestivo por cuanto que la figura del conductor de un turismo público está envuelta en un halo romántico que, en cierto modo, perpetúa la rica tradición cinematográfica del western clásico. El taxista es un caza-recompensas (un “pelas” le denostamos aquí en el foro) que —como el cowboy o el fuera de la ley— encarna a su modo la solitaria figura del antihéroe o del perdedor que patrulla un territorio hostil lleno de potenciales peligros y, por ende, se verá obligado a bregar con personajes de toda laya y condición: a veces incluso debe salvar el pellejo como en el indómito Far west —mayormente, en la ficción— ante un sinfín de adversidades sin cuartel. Desacreditada socialmente, la figura del taxista se las tendrá que ver tiesas tanto dentro —con borrachos, morosos, quejicas, impertinentes, busconas de medio pelo… — como fuera —con mensakas, autobuseros, vehículos VTC, peatones díscolos—: toda una fauna de difícil clasificación que el mismo Linneo se vería incapaz de ordenar siquiera en una vaga taxonomía (¡con el mismo étimo de “taxi”!) para salir del paso.
Otro género al que también es pertinente adscribir este subgénero del taxi es al de la road movie que, de otra manera, conecta con la novela de caballerías, antecedente a su vez de las películas del oeste en su reelaboración en el celuloide de un imaginario de lo épico y lo mítico.
El subgénero en cualquier caso ha dado memorables cintas a lo largo de la historia del Séptimo Arte, como bien demuestran grandes películas como ‘Taxi driver’ de Scorsese, con el justiciero Travis Bickle, o ‘Noche en la Tierra’ de Jarmusch, con sus diversas desventuras de sufridos taxistas en diferentes capitales del mundo.
Quién no recuerda asimismo aquella legendaria escena de ‘Senda peligrosa’ de Delmer Daves, en la que otro chófer del gremio le recomendaba a un Bogard enmascarado un cirujano, para que le cambiara la identidad. O, en las antípodas, ‘El taxi de los conflictos’ de Sáenz de Heredia donde un atribulado Juanjo Menéndez debía averiguar el paradero del anónimo pasajero que se había olvidado un bebé en su taxi.
‘Un paseo con Madeleine’ da rienda suelta a una de las funciones que el “teki” (valga nuestro argot cañí, de nuevo) adquiere en su naturaleza de confesionario público. Un microcosmos —como el de ‘La diligencia’ de Ford o el de ‘La noche de Varènnes’ de Scola— donde se crea un clima propicio a las confidencias que duelen y a las intimidades más inconfesables. Igual que la “geometría del taxi” no sigue las estrictas leyes matemáticas euclidianas (“la distancia más corta entre dos puntos no siempre es la línea recta”), la relación psicológica de sus ocupantes tampoco se regirá por las “ortodoxas” normas de conducta etológica que orquestan nuestras interacciones cotidianas: una especie de “transferencia freudiana” salta como una insospechada liebre de la chistera, en situaciones tales.
Así pues, del mismo modo que el taxista neoyorkino —que Mel Gibson interpretaba en ‘Conspiración’ (1997) —establecía una fuerte complicidad con su cliente —la abogada Julia Roberts— la pareja protagonista de Christian Carion —contra todo pronóstico— forjará una profunda amistad, durante las pocas horas que dure el trayecto, lo que les pondrá patas arriba la vida a ambos. El tono de thriller del film de Richard Donner aquí es cambiado por el de un drama existencial agridulce, con algunos toques de comedia, para que el espectador se conmueva con todos los entrañables personajes que va a ir conociendo en el transcurso de esa “bonita carrera”.
Madeleine, con sus bien llevados noventa y dos años, es una mujer resuelta que aparenta haber tenido una vida apacible, pero dada su avanzada edad, ha decidido abandonar su casa en las afueras de París para instalarse en una residencia de ancianos. El día que haga la maleta llamará a radio-taxi para que vengan a recogerla. Lo que Charles, el chófer, presupone un servicio más —eso sí, más suculento pues es largo, cosa que no le viene nada mal a su maltrecho bolsillo— acabará por romperle todos los esquemas cuando la nonagenaria le pida que la lleve a los lugares de la ciudad que han jalonado su longeva vida. Aunque ninguno de los dos lo sepa cuando Charles baje la bandera, el encuentro marcará un antes y un después en sus respectivos periplos vitales.
A base de oportunos flashbacks, la simpática Madeleine va a ir desplegando sus recuerdos ante un, en principio, abúlico Charles que poco a poco irá viviendo como propio ese pasado lleno de trances inesperadamente terribles. Con jornadas maratonianas de doce horas diarias y los inclementes rigores del tráfico, “lo único bueno del taxista es que cuando no le apetece hablar, no habla”, confiesa el apático Charles. “Entonces, yo hoy he tenido suerte”, proclama una feliz Madeleine.
Con estos mimbres, el veterano Carion construye un emotivo drama de despedida que no cae en ningún momento en lo melodramático, evitando el sentimentalismo gracias al sentido del humor de determinadas escenas que arrancan la sonrisa del espectador. Nos sorprende gratamente la intensa interpretación de Danny Boon, que le tenemos encasillado como actor cómico, frente a una elegante y sutil Line Renaud, que le sabe sacar todos los matices a su personaje lleno de aristas. La actriz lleva toda una vida en el show business desde que en 1945 empezara una fructífera carrera musical interpretando las canciones escritas por su mentor y futuro marido Loulou Gasté, que había tocado en la orquesta de Ray Ventura y que compondría el mítico ‘Feelings’/’Pour Toi’ (plagiado por el brasileño Morris Albert) y que — ya en inglés— versionarían entre otros Ella Fitzgerald y Elvis Presley.
Una de ellas, muy célebre entonces, llevaba por título ‘Sainte-Madeleine’, lo que quizá haya servido a Carion para hacerle un íntimo homenaje en el nombre de la protagonista de ‘Un paseo con Madeleine’. Renaud cantó con Yves Montand en el Théâtre de l’Etoile, actuó en el Moulin Rouge y en EE.UU. intervino en el Show de Bob Hope, en el Waldorf Astoria de Nueva York y en el Cocoanut Grove de Los Ángeles e interpretó un dueto con Dean Martin. En el cine lleva medio siglo de profesión a cuestas: debutó en 1952 con ‘Ils sont dans les vignes…’ de Robert Vernay. Es toda una gozada, pues, acompañarla en este ‘paseo con Madeleine’, uno de los innegables atractivos de la película de Christian Carion.
No se puede dejar de mencionar a la arrebatadora Alice Isaaz (que ha trabajado con Paul Verhoeven) encarnando a la joven Madelaine y que también está espléndida en su papel, aunque no acabe de convencer el poco parecido físico que tiene con la provecta protagonista, y esa falta de identificación produce un cierto efecto de “distanciamiento”.
El veterano director, actor, escritor y productor, Christian Carion empezó su carrera de la mano del productor Christophe Rossignon con el que hizo su debut en el 2001 con la encantadora comedia rural ‘Une hirondelle a fait le printemps’ (La chica de París), y los siguientes: el drama histórico ‘Joyeux Noël’ (Feliz Navidad) — proyectado en el festival Cannes 2005 y nominado al Oscar como Mejor Película Extranjera—, el magnífico film de espías ‘L’affaire Farewell’ (Adiós) del 2009 y otro estremecedor drama histórico, ‘En mai, fais ce qu’il te plaît’ (Mayo de 1940), en el 2015. Dos años después, filma el thriller ‘Mon garçon’ (La búsqueda) del que hará en 2021 un remake —‘My Son’— para el mercado anglosajón.
En esta su última película —‘Un paseo con Madeleine’— ya sin Rossignon, Carion no trata de hacer una mera repetición de esquemas ya inventados, si no que el film tiene personajes inolvidables con entidad propia, que nos hablan de la vejez y de la muerte, de la condición humana en la problemática social de la mujer y del patriarcado, de la interculturalidad y de tantos otros temas que están hoy día de actualidad, revisitando de algún modo la mirada histórica y, en cierto modo, costumbrista que tanto le atrae y la mixtura de géneros que ya apuntaba en su primer largometraje. La banda sonora de Philippe Rombi está adobada de míticos estándares de música negra americana y la fotografía de Pierre Cottereau retrata las calles de la capital francesa con un colorismo poco habitual (en lo que es un declarado canto a la ciudad del Sena) y, en los interludios de las analepsis, vira adecuadamente al sepia la gama cromática para dotar de un inequívoco sabor de época a ,la mise en scène.
En suma, una película vitalista imbuida de un sano optimismo que hay que ver para entender cómo la existencia nos puede deparar en cualquier ocasión sorpresas imprevistas que, como perennes compañeros de viaje, se pueden cruzar en nuestro camino con tal de que estemos dispuestos a aparcar la rutina y la grisura que nos rodean a cada instante. Cést la vie!
Fichas técnica y artística
‘Un paseo con Madeleine’
Estreno en España: 24 de marzo de 2023
Fechas de lanzamiento: 21 de septiembre de 2022 (Francia)
Título original: Une belle course
Año: 2022
País: Francia/Bélgica
Duración: 91 min
Género: Comedia-Drama/Road Movie/Buddy movie/Cine de taxistas
Director: Christian Carion
Guion: Christian Carion y Cyril Gely
Música: Philippe Rombi
Fotografía: Pierre Cottereau
Reparto: Line Renaud (Madeleine), Dany Boon (Charles), Alice Isaaz (Madeleine joven), Jeremie Laheurte (Ray), Julie Delarme (Karine), Gwendoline Hamon (Denise), Thomas Alden (Mathieu, hijo de Madeleine), Hadriel Roure (Mathieu niño), Elie Kaempfen, Jacques Courtès y Romy Milelli
Productores: Christian Carion, Laure Irmann, Laurent Bruneteau, Thomas Bruxelle
Compañías: Une Hirondelle Productions, TF1 Films Production, Bright Lights Films, Kobayashi Communication