Los puntos suspensivos terminan una oración para señalar una omisión o la suspensión del discurso. En este thriller, de David Marqués y Rafael Calatayud Cano, los puntos suspensivos son la metáfora que enmarca una historia sobre la escritura, los escritores, los egos y los fantasmas de la imaginación. El guion impecable con una escena teatral en la que la vida y la muerte juegan con el espectador, como en La soga de Alfred Hitchcock, mantiene la tensión del metraje de forma excepcional. En un principio se auguran destellos predecibles que pronto son descartados y que enganchan emocionalmente la atención y el interés, gracias, también, a las rutas establecidas en la realización: los primeros planos, los silencios, los giros interpretativos… Ambos autores son ya veteranos en dar títulos rentables para la gran pantalla y es de ley reconocerles y hacerles protagonistas del éxito de la película que está dirigida por uno de ellos, David Marqués, que conoció las mieles del triunfo en taquilla con una película que se convirtió en un fenómeno en su día, Campeones, pero por la que no consiguió el bronce del Goya, pese a estar nominado.
La película aborda un tema excitante y controvertido: la creación. En este caso, la creación literaria; y se focaliza en las novelas negras. Juega desde el principio con el paralelismo inevitable entre ficción y realidad y confunde en algunos casos esta deriva. Lo mejor del guion es que es diáfano, pese a la complejidad inherente a este tipo de argumentos. El juego que discurre a lo largo de los 89 minutos que dura la película es un juego decente que no escarba en obviedades o en lugares comunes propios de un género tan transitado como los thrillers. Como contramedida, compromete al espectador en un dilema que roza el maniqueísmo; pero tomar partido resulta cada vez más complicado, algo de lo que se vale el guion para sobresalir. Y sobresale, pese a que podría haber profundizado más porque la temática invade durante todo el metraje, a través de los egos enfrentados, el campo, no tan explorado en el cine, de la propiedad intelectual. En los últimos años, hemos encontrado algunos títulos muy interesantes, como The Silicon Valley Story.
Como fue de ley subrayar la importancia del magnífico guion al principio de este texto; también lo es subrayar las interpretaciones de José Coronado y Diego Peretti. Excelentes los dos. Creíbles, serios y generosos. Peretti extrema con su forma de actuar las características de su personaje. Lo lleva más allá de lo que pudo leer en el guion cuando lo recibió. Y Coronado se reencuentra con su público, auténtico, tremendamente comunicativo en la interpretación, fabulosamente versátil. Los dos actores se sitúan a gran distancia de sus compañeras femeninas: Cecilia Suárez, que logra convencer en la compleja textura de su papel y Georgina Amorós que vuelve a ser indefinida y poco verosímil, como en muchos de los papeles que nos ha ofrecido a lo largo de su carrera.
Si hay algo que añadir es que es una película que sobresale de la tónica general del cine español en las carteleras y que desde el 20 de septiembre se mantiene. Ya sabemos que diez días no es mucho; pero hablando de cine y carteleras los días son como gemas preciosas que deben ser contadas de una en una. Esperamos que la taquilla premie esta historia en la que el final, como indica el título, pretende quedar abierto hacia una reflexión sobre la creatividad y el lógico ego derivado de la implicación de un autor en el proceso con el que se compromete: tres puntos. Pero “casi” porque es una pena que, en un análisis global, este discurso acaba siendo víctima del suspense y del género, el thriller, que lo sustenta. Abierto queda.
Ficha técnica:
Título: Puntos suspensivos
Dirección: David Marqués
Guion: David Marqués y Rafael Calatayud Cano
Fotografía: Santiago Racaj
Música: Óscar López Plaza
País: España
Año: 2024
Duración: 89 min.
Género: Thriller
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