Solo tenía 54 años cuando sufrió el spleen de París y tenía que mantener el tipo porque era María Callas. Hay que seguir vivo después de un abandono amoroso, el corazón de Traviata sigue latiendo aunque esté muerto. Era septiembre de 1977, María vivía el otoño en sus carnes, no quería comer y se alimentaba de pastillas. Sin embargo, se preparaba para regresar a los escenarios con lo poco que le quedaba de voz.
Pero los recuerdos podían más que sus escasas fuerzas, y por donde no atacaba el recuerdo de Onassis muerto, la acosaba el de su madre, su vida con su madre y su hermana en Grecia. Porque nacer había nacido en NY, pero viuda la madre, se las llevó a Grecia y allí… La mayor sabía bailar, la otra cantar…
En su delgadez extrema, María en París no es capaz de «cerrar la puerta» al pasado.
A pesar de ello, la película María Callas, interpretada por Angelina Jolie y dirigida por Pablo Larraín, que tiene su estreno en nuestros cines el próximo 7 de febrero, es preciosa. La protagonista lleva a cabo una interpretación sublime que, sin querer emular a la diva, la complementa y muestra su esplendor.
Angelina Jolie absorbe el dolor de María, y en su identificación con las heroínas trágicas cantadas por la diva, la sigue hasta la muerte. Una extraordinaria actuación hasta el punto de mimetizarse con el personaje.
María Callas vivió toda su vida atormentada por los recuerdos de su infancia junto a una madre implacable, que quería sacar a sus hijas adelante. La gran diva en los escenarios era una niña asustada en la intimidad.
Y esta vulnerabilidad la aprovechó el naviero Onassis, un hombre sin escrúpulos que lo que no podía comprar lo robaba, griego además como ella, para enamorarla y asestarle el mayor zarpazo, algo de lo que María se enteró por la prensa.
Esto hizo que se refugiara en su apartamento parisino de la Avda. Georges Mendel para no volver a cantar más, pero todo París en sus paseos le recordaba a sus óperas.
Sin embargo, aún disfrutaba con el recuerdo de Onassis, de quien se sabía amada.
Angelina Jolie fusiona la vulnerabilidad y la fuerza de la Callas, pues no solo encarna a una figura histórica, sino que logra plasmar su espíritu.
Pablo Larraín finaliza con María Callas su trilogía de mujeres importantes del siglo XX, Jackie y Spencer fueron las anteriores. Su estilo al tratarlas es inconfundible.
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