Las jaurías, ópera prima del director marroquí Kamal Lazraq, se estrena en nuestros cines el 25 de julio y lo primero que hay que destacar es la total sorpresa de su visionado.
En efecto, cuando uno esperaba una serie de peleas callejeras por parte de bandas que malviven de apostar en algo a lo que parecen ser tan aficionados, o al menos así nos lo presenta, como las peleas de perros, se encuentra con una película rural que se desenvuelve, en su huida azarosa buscando soltar un cuerpo, por el camino del absurdo y de la nada.
Y cuando digo «rural», es rural, con todo el sentido que la palabra tiene en nuestro mismo contexto de despoblación y abandono extremo, al que se añade un deslizamiento hacia la costa en parecidas condiciones.
Estas mismas condiciones de miseria y abandono, más la desidia policial, hacen que los escenarios en que se desenvuelve la acción se pueblen de tipos extravagantes que, en medio de la noche, no se sabe qué hacen allí ni de dónde han salido, cumplen sin duda una función anunciadora de desgracias, como caídos del cielo, igual que en la antigua Grecia o en el lejano Oeste. O igual que en nuestras latitudes rurales, sin ir más lejos.
Nadie oye, sin embargo, sus advertencias, ni su extrañamiento ante las visitas más intempestivas, puesto que necesidad obliga.
Todo ello permite que las mafias hagan su propias leyes y que la justicia brille por y para su ausencia.
Con esta cinta, Kamal Lazraq logró el Premio del Jurado en la sección “Un Certain Regard” de la 76ª edición del Festival de Cannes por ser «un tenso thriller con toques de humor negro que ofrece una mirada incisiva y despiadada al submundo criminal de Marruecos y a la influencia de la religión incluso en ese contexto».
Argumento:
Las jaurías nos traslada a un universo inexplorado en el cine: los bajos fondos del extrarradio de la ciudad de Casablanca. En ese escenario tenebroso y siniestro, el crimen convive con naturalidad con el culto a la religión y a la espiritualidad a lo largo de una convulsa noche en la ciudad de origen del director.
Sus actores, no profesionales, están liderados por Ayoub Elaid y Abdellatif Masstouri, y la cinta destaca también por la banda sonora del francés P.R2B y la envolvente fotografía de Amine Berrada.
Según el director, “Marruecos se ha ido desarrollando, pero hay un sector importante de la sociedad que se queda atrás, la gente se ve fácilmente atrapada en espirales como la que muestra la película. Mis actores vienen de este tipo comunidades marginales. Sin embargo, a pesar de la dureza de sus vidas y de que a veces parezca que asumen como normal la brutalidad de los gángsteres, hay una profunda calidad humana en estas poblaciones.”