La cocina, del director mexicano Alonso Ruiz Palacios (Güeros, Museo, Una película de policías…) llegará a nuestros cines el 8 de noviembre tras su paso por la Berlinale de la mano de Avalon.
La cocina está protagonizada por Rooney Mara y Raúl Briones, entre otros muchos puesto que es una obra coral, y adapta la obra de teatro homónima (1957) del británico Arnold Wesker.
La película, tal como la trata Ruiz Palacios, no puede dejar indiferente a nadie. Ambientada en la ciudad de Nueva York, La cocina, esa pieza tan importante del restaurante The grill, es un crisol de razas, de problemas y de conflictos emigrantes, de gente que lucha por sobrevivir y al mismo tiempo por vivir sus vidas y sus historias de amor.
«Somos la ONU» o «¿Crees que soy el Ejército de salvación?» son frases que se producen en una mezcla de idiomas con predominio de lo hispano y por encima de todo, de lo mexicano, que arrastran la acción que así se desenvuelve como en un centrifugado. Un ambiente en que se oye de contino «tu chingada madre» o hijo de la ídem pero en el que oírse llamar «mojado» resulta insoportable y puede ser motivo de pelea a muerte. ¿Quién lo entiende?
En blanco y negro producida, ese claroscuro deja una sensación de documento histórico, duro y distanciado a la vez, que hace de La cocina una obra bronca y a la vez risueña, sobre todo al final, cuando la clave rococó está de sobra expuesta y es captada por el espectador.
Invocarán los expertos a otros cineastas mexicanos actuales, como Cuarón, Iñárritu o Del Toro, pero cómo no acordarse del realismo tremendista de Luis Buñuel, C.J. Cela… y todo el tremendismo de raíz hispana que se inició con El Lazarillo.
En España, La cocina fue recientemente adaptada en el Centro Dramático Nacional, bajo dirección de Sergio Peris-Mencheta.
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