Sobrevuela en la película Sólo para hombres de Fernando Fernán Gómez un Madrid popular, del siglo XIX, con organillos y zarzuela por todas partes.
El trabajo de ambientación, basada en una cuidada selección de estampas y caricaturas por parte de Santiago Ontañón, recupera ese Madrid castizo en el que los personajes tienen una gran relevancia, como en todas las películas de Fernán Gómez.
A partir del semanario Madrid Cómico de 1898, trabaja Ontañón para la película, dándole el tono que merece esta comedia agradable y tierna titulada Sólo para hombres donde se contempla el Madrid que tanto nos ha fascinado en estampas antiguas.
La historia de Florita, interpretada por Analía Gadé, es un símbolo de la mujer emancipada, porque empieza a trabajar en un ministerio, lo que suscita todas las críticas posibles ante el machismo reinante de la época, con secundarios de lujo como Elvira Quintillá y Manuel Alexandre. Esta película rodada en 1960 ya es un espejo de un mundo que empieza a cambiar donde la mujer tiene un importante peso.
Tras la película está la obra de Miguel Mihura, que sirve de referencia para construir una cinta amable, divertida, pero no exenta de la ironía que Fernán Gómez ha puesto siempre en su cine.
Su mirada siempre es incisiva, parece desenfadada, pero esconde una crítica social latente, como se ha podido ver en otras películas del director.
La partitura zarzuelera y popular de Antón García Abril pone el tono adecuado a las escenas, como aquella en que Florita pasea por la tarde madrileña, orgullosa por haber cumplido su trabajo, a pesar de las críticas de los hombres del ministerio. En esta escena vemos la personalidad de la protagonista que no siente ningún complejo ante el mundo que le rodea.
Se trata del Ministerio de Fomento donde Florita cobra presencia y se impone ante cualquier mirada acusadora. El mundo y la tradición popular está presente en esta cinta, donde Madrid cobra una especial importancia: las calles en la Puerta del Sol; ese Madrid antiguo que va siendo el espejo de una mujer emancipada en tiempos adversos.
La voz en off de Florita contando la historia da a la cinta una especial estructura de obra de teatro, en la que se basa, donde algunas calles parecen escenarios teatrales. Es Florita el demiurgo que nos lleva a los confines de este relato de un Madrid donde se impone el machismo, pero en el que algo está cambiando. La mentalidad moderna del director está presente, quiere reivindicar ese aspecto de un mundo nuevo, el de la mujer trabajadora, que nada tiene que envidiar a ningún hombre.
En pocos minutos de película vemos una buena cantidad de referencias culturales, las estampas, la fotografía, la música, la literatura folletinesca, el vocabulario, etc.
Late también el humor de Mihura, ese humor absurdo que está presente en la película y que nos hace ver a un niño abandonado en una calle, porque siempre hay en Mihura toques de irreverencia pero que se sustancian con una mirada apiadada a la vida, como si los seres humanos pudiéramos ser siempre buenos.
La inocencia presente en Mihura se acerca a ese Fernán Gómez ingenioso y hábil para dotar a sus personajes de vida, para encarnar en una mujer el espíritu moderno que, como un precursor, se ha vuelto realidad en nuestros tiempos.
Una película muy interesante, que abre una puerta al cine que dirigirá Fernán Gómez en los sesenta, realmente innovador y lleno de una lúcida ironía.