Rodada en 1985 por Michael Cimino, después del desastre que supuso La puerta del cielo (1980), la película que voy a comentar tiene el sello del director, su mirada a los personajes, a esos seres que son en el fondo perdedores, que impulsan su vida para salvarse, pero que están condenados al ostracismo.
Manhattan Sur (1985) fue producido por Dino de Laurentiis, cuenta la historia de un policía (Mickey Rourke en su mejor momento, antes de su debacle), que emprende una cruzada contra la mafia china de Nueva York (las denominadas triadas), y, en concreto, contra su nuevo líder, Joey Tai (John Lone), un joven frío que decidió asesinar a su suegro para ocupar el poder. El policía que tiene el rango de capitán y que se llama Stanley White siembra el caos a su alrededor, porque no tiene ningún control y de forma obsesiva provoca el desorden a su alrededor. Su mujer, Connie (Caroline Kava), será asesinada como venganza, después de que el policía la abandone para irse con una joven y atractiva periodista americana de ascendencia china, la cual, a su vez, será violada como consecuencia de la acción de Stanley para desenmascarar al mafioso chino.
De nuevo, al igual que en El cazador (1978), Cimino se fija en un personaje de ascendencia europea, esta vez de origen polaco (en la famosa cinta que se centró en varios amigos ante la guerra del Vietnam eran de origen ruso). Indudablemente, Stanley quiere olvidar su origen y acceder a un mundo cosmopolita y de lujo, porque tiene demasiadas secuelas en el camino, por su pasado. Podemos verlo en el apartamento de lujo de su amante china, Tracy (interpretada por la modelo Ariane), un loft con vistas espectaculares al río Hudson.
Cimino pone su mirada en un grupo de perdedores, porque toda esa violencia proviene de la ansiedad que sienten ante la vida. En los espacios de la película son importantes los colores, como el azul del apartamento de Tracy, un color que nos recuerda a la primera secuencia de El cazador, donde los protagonistas trabajan y luego salen juntos bromeando. Hay en el cine del director espacios que se quedan grabados, si en El cazador era la montaña con su belleza donde Michael (un genial Robert de Niro) apunta al ciervo para disparar un solo tiro, en esta son los espacios abigarrados de una sociedad capitalista: la marea humana que rodea el barrio de Chinatown donde viven muchos seres humanos y donde ha de desenvolverse Stanley para conseguir su meta y acabar con el mafioso.
No podemos olvidar el rojo que aparece en muchas escenas, ya que la sangre y los espacios teñidos de este color marcan un hábitat a la película: los mafiosos chinos llevan inmaculados trajes blancos y el rojo es precisamente la mancha en semejante elegancia, trufada de corrupción y engaño. En la presencia de Mickey Rourke vemos también una ambigüedad latente, como presentimos en el personaje de De Niro: puede estar rodeado de gente, pero es un solitario, no hay nadie por el que sienta verdadero afecto, vive su ensimismamiento.
Como en otras películas de Cimino, el personaje de Stanley sobrevive y son otros los que mueren, como si él llevase en su sino un espacio de luz frente a la muerte que lo rodea. En la interpretación medida y ajustada de Mickey Rourke podemos ver ese halo que le salva siempre, puede estar en el mayor de los peligros, pero siempre sale indemne de las cruzadas en las que se encuentra.
El otro personaje, Joey Tai, el mafioso chino, es el alter ego de Stanley, ambos se miden, se admiran y saben que solo puede quedar uno. Hay en todo el cine de Cimino una épica, muy presente también en La puerta del cielo (1980), película incomprendida pero muy bella, que representa el ocaso de un mundo que ya no es lo que era. En la mirada de Kris Kristofferson vemos que el oeste ha cambiado, un nuevo mundo empieza y no se sabe adónde conduce ese universo que empieza a revelarse. Cimino filma siempre con amor a sus personajes, les mira y les lleva al terreno de las emociones: lo vemos en los pensamientos de Michael en El cazador, cuando tras la guerra ya no puede matar al ciervo, todo ha cambiado a su alrededor. Al igual que en esta película, cuando Stanley sabe que debe parar, hay demasiada muerte y ya no tiene sentido seguir desatando el caos que él ha comenzado.