‘El Oficial y el Espía’, última película de Roman Polanski, fue premiada con el León de Plata en la Edición de 2019 del Festival de Venecia, y recibió el Premio a la mejor película por la Federación Internacional de Críticos (FIPRESCI). También ha sido la gran olvidada en los Premios Oscar de 2020. Y la razón de ese olvido, seguramente, ha sido de orden extra-cinematográfico, e inexplicablemente, tiene que ver con la vida de Polanski fuera de los platós. En España fue estrenada el 1 de enero de 2020.
El director y autor del guion es el mencionada cineasta polaco Roman Polanski, uno de los directores más importante de los últimos 50 años. Está basada en la novela de Robert Harris ‘An officer and a spy’, que relata la terrible historia del Capitán Alfred Dreyfus, un soldado francés, alsaciano de origen judío, acusado falsamente de espionaje y condenado a cadena perpetua en 1894. Émile Zola popularizó el asunto con su famoso artículo de prensa en el diario L’Aurore (J’acusse), del que era editor el no menos famoso político radical francés, Georges Clemenceau, que fue el verdadero organizador y director de la campaña por la liberación de Dreyfus. El denominado ‘Affaire Dreyfus’, conmocionó a Francia, dividiendo al país entre los partidarios de la liberación de Dreyfus (los Deyfusards) y sus enemigos (los Anti-Dreyfusards). Una división que se produjo casi por igual en la derecha, el centro y la izquierda.
Una peculiaridad brillante y genial del film consiste en que centra la trama en la figura de otro oficial alsaciano, el entonces Teniente Coronel Georges Picquart, que fue Jefe del Contraespionaje Francés y que, en 1906, llegó a ser Ministro de la Guerra, en el primer Gobierno de Clemenceau. Picquart había colaborado en la preparación de la acusación y condena de Dreyfus, convencido de su culpabilidad. Pero, en 1895, un año después de la condena de Dreyfus, Picquart comprobó que Alemania seguía recibiendo información del verdadero espía, y eso le llevó a cambiar de posición. Un cambió que le deparó persecución, pues fue expulsado del ejército y hasta encarcelado. Y es que Picquart, aunque era antisemita, era sobre todo muy francés. Alsaciano, como Dreyfus, su familia fue una de las muchas familias alsacianas que huyeron a Francia cuando Alsacia fue anexionada por la naciente Alemania, después de la Guerra Franco-Prusiana de 1870. Y era tan francés, que se hizo militar para poder luchar con la armas en la mano para que Alsacia retornase a ser francesa. Igual, exactamente igual que le había ocurrido a Dreyfus, aunque Picquart nunca simpatizó personalmente con él. Ambos, finalmente rehabilitados, recibirían la Legión de Honor.
Otra brillante y genial peculiaridad del film está en que el cuadro de actores lo forma la Comedie Française. Y se nota. La interpretación es realmente magnífica, incluso la de los secundarios y figurantes. Y todo ello está muy bien acompañado por una no menos magnífica ambientación de la época, muy bien apoyada por un cuidadísimo vestuario y una banda sonora de alta calidad. Por si fuera poco, el desarrollo de la trama consigue mantener la atención y el suspense hasta el final, y esto es cosa que ciertamente tiene mérito, ya que el final de la historia es de sobra conocido.
Quizá cabe formular tres objeciones críticas en lo que se refiere al reflejo cabal de la realidad del caso. Y son objeciones de importancia, pues la película pretende realizar una acabadísima recreación histórica. Tres desaciertos que, pese a todo, no empañan el film, que globalmente consigue bastante bien esa recreación. Y es que la película falsea la información sobre el intento de asesinato del abogado de Zola, no refleja bien la intensidad del debate que generó el Caso Dreyfus en Francia, y difumina bastante a algunos personajes fundamentales.
El intento de asesinato de Labori, el abogado de Zola, no está bien reflejado e induce a error. En efecto, aunque en la película parece que muere asesinado, en realidad se salvó del atentado y vivió hasta 1917.
En cuanto al debate que dividió a Francia, no queda bien reflejada la profundidad del mismo. La división se produjo en todos los sectores. También en la izquierda francesa. Una división que fue manifiestao en los incipientes movimientos obreristas de la época, los sindicalistas de Sorel y los socialistas. En ambos casos abundaron inicialmente los antidreyfusards. En el sindicalismo, aunque Sorel, el fundador de la famosa Confederation General du Travail, la CGT francesa, fue un decidido dreyfusard desde el primer momento, no sucedió igual con todos los dirigentes del sindicato CGT. Y los socialistas estaban demasiado enfrascados en el debate de su unificación, lograda finalmente en 1905 con la creación de la S.F.I.O. (Section Française de l’Intenational Ouvriere), nombre oficial del Partido Socialista francés hasta 1969. En el debate de unificación, los dirigentes socialistas procuraron orillar hasta casi el final el asunto, pues el caso Dreyfus era motivo de ásperas polémicas entre ellos. Y nada, absolutamente nada de todo ello aparece en la película.
Pero de mayor gravedad, a mi juicio, es el desdibujamiento de las figuras de Bernard Lazare y de Clemenceau, en favor de un protagonismo merecido, pero exagerado, de Zola, hasta en el título original (J’Acusse).
Bernard Lazare (1865-1903) fue el autor de una obra trascendental en Francia, ‘El Antisemitismo, su Historia y sus Causas’ (hay traducción española, de Álvaro Espina). Su obra, que finalizaba con un tan encendido como optimista alegato sobre el final del antisemitismo en Francia, fue publicada en 1894, justo unos meses antes de que estallase el Affaire Dreyfus. Él fue, sin duda, uno de los hombres que mayor desengaño sufrió con el caso Dreyfus. Y fue Bernard Lazare, dreyfusard desde el primer instante, quien consiguió concitar a personalidades no judías, como Clemenceau, al esfuerzo inicialmente emprendido, casi en solitario, por el hermano de Dreyfus. Lazare sale en la película, pues omitirle sí que sería profundamente injusto, casi aberrante, en la misma escena que Clemenceau, pero únicamente unos breves segundos, en los que simplemente se menciona su nombre.
Y, en cuanto a Clemenceau, ¡qué decir de Clemenceau! Sin Clemenceau no hubiese habido Caso Dreyfus. Zola escribió un artículo grandioso, brillante, trascendental, que impactó en la opinión francesa y en la mundial, y por el que sufrió enjuiciamiento y condena. Pero el J’Acusse, fue publicado en el diario que editaba Clemenceau, L’Aurore, y en el film no se menciona esto, pues se limita a presentar al director de la publicación, al que se dedica incluso un dialogo. Pero Clemenceau no sólo escribió un artículo. Clemenceau hizo más de 10.000 artículos, actos, mítines y conferencias por todo el país y organizó el movimiento de la opinión pública que condujo a la liberación y a la rehabilitación de Dreyfus. Y por ello se ganó el reconocimiento general de Francia, tanto entre los partidarios como entre los adversarios de Dreyfus, que le adjudicaron el título, todos ellos, de ‘El Primer Deyfusard’. Y por ello, también recibió innumerables persecuciones, multas, procesamientos y condenas.
Pero Clemenceau hizo mucho más aún. Fue sobre la base del potente movimiento dreyfusard que tanto había contribuido él a crear, que Clemenceau colaboró en organizar la convocatoria en 1901, en pleno affaire Dreyfus, del congreso fundacional del Partido Radical. Un partido nacido del propio Caso Dreyfus en el que se integraron los distintos grupos y personalidades republicanos de los distritos, ciudades y departamentos de toda Francia. Un partido liberal-demócrata, el Partido Radical, que lideró el movimiento dreyfusard hasta la liberación y rehabilitación definitivas de Dreyfus (y de Picquart), y un partido que regiría los destinos de la República hasta 1940.
En 1906, Clemenceau formó su primer gobierno, en el que nombró al ya General Picquart como Ministro de la Guerra de Francia. Hecho éste que ni se menciona en el film, pese a que la escena final recrea el último encuentro entre el ya Comandante Dreyfus, con el entonces Ministro de la Guerra Picquart, en 1906. Y no se puede olvidar, aunque no sea quizá éste el momento más adecuado para hacerlo, que el segundo Gobierno Clemenceau fue formado en 1917, en plena Guerra Mundial, y ha sido conocido en la Historia de Francia como ‘El Gobierno de la Victoria’, pues dirigió el esfuerzo final de Francia hasta la victoria sobre Alemania, en 1918. En la película, Clemenceau aparece sólo ¡un par de segundos!, y sólo se menciona su nombre.
Creo que no me equivoco si afirmo que esa postergación tiene raíces profundas y que, sin duda, no responde sólo a un despiste o a un olvido inintencionado. Quizá, si la redacción de entreletras.eu lo considera oportuno, valdría la pena presentar, más adelante, una semblanza de ambos personajes Lazare y Clemenceau o, al menos, de Clemenceau, el Primer Dreyfusard de Francia y el Padre de la Victoria de 1918.
En fin, y pese a estas objeciones, que aunque no sean pequeñas deben considerarse menores, ‘El Oficial y el Espía’ es una película muy, muy recomendable, que no defraudará a ningún espectador.
Ficha técnica de la película:
Título original: J’accuse
Dirección: Roman Polanski, Francia 2019
Guion: Robert Harris y Roman Polanski; Basado en el libro de Robert Harris
Productor : Alain Goldman
Reparto: Jean Dujardin ( Picquart); Louis Garrel (Alfred Dreyfus); Emmanuelle Seigner (Pauline Monnier); Grégory Gadebois (Henry); Hervé Pierre (General Gonse); Wladimir Yordanoff (General Mercier); Didier Sandre (General Boisdeffre); Melvil Poupaud (Letrado Labori); Eric Ruf (Sandherr); Mathieu Amalric (Bertillon); Laurent Stocker (General de Pellieux); Vincent Perez (Letrado Leblois); Michel Vuillermoz (du Paty de Clam); Vincent Grass (General Billot); Denis Podalydès (Letrado Demange); Damien Bonnard (Desvernine); Laurent Natrella (Esterhazy); Bruno Raffaelli (Juez Delegorgue)
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Pawel Edelman, PSC
Montaje: Hervé de Luze, 126 minutos
Vestuario: Pascaline Chavanne
Música: Lucien Balibar, Aymeric Devoldere y Cyril Holtz
Distribuidora: Caramel Films