Me encontré una cita de W.Somerset Maughan leyendo “la novela luminosa” de Mario Levrero, e inmediatamente convoqué a unos amigos para ver la película: “El Filo de la Navaja”, dirigida por Edmund Gouldin, con las nuevas tecnologías de striming. Literatura y cine para pasar el confinamiento una de las mejores medicinas. Al terminar la sesión, y abierto el zoom de la tertulia, uno de mis amigos, se sacó de la manga la lectura de un fragmento, de “Le Droit a la Peresse” (Paul Lafargue), para justificar la holgazanería de Larry, lo que me confirmaba la tesis que defiende Pedro Vallín (Me cago en Godard) que más o menos sostiene, en una pregunta que nunca habíamos visto, lo siguiente: ¿Por qué deberías adorar al cine americano (y desconfiar del cine de autor) si eres culto y progre? Joder con Vallín. No sé. Hoy le he llevado totalmente la contraria (me considero “culto y progre”) y al hilo de una reseña en Babelia del libro de Chantal Akerman: “Una familia en Bruselas”, he visto la película: “No Home Movie”, rodada meses antes de la muerte de su madre, filmando el último instante se su vida, contando el sufrimiento de los judíos en Polonia, y me he quedado literalmente pegado a la silla. Querido Vallín ni soy culto (quizás un poco progre hasta la llegada del 15-M) ni me he autoflagelado por ver una peli de autor, ni me he sentido culpable por haberme gustado la peli de masas que propusimos el pasado viernes para la tertulia. Se puede citar a Lafargue, y además es conveniente hacerlo.
La película de Edmund Gouldin da para mucho, yo me centré en Larry, el personaje principal. En la novela Maughan lo sitúa enfrascado en las lecturas de Willian Janes. Me he ido a la enciclopedia (todavía la uso) y me he encontrado con el fundador de la psicología funcional, y autor de un libro, que aún podemos encontrar, titulado “Variaciones de la experiencia religiosa” donde se hace la pregunta: ¿es el mundo material o espiritual? Larry se quiere encontrar “por dentro” y además tiene un impulso religioso. En la peli la India no tiene ni pizca de veracidad, pero es imprescindible la conversación con el monje, para recibir las enseñanzas del Katha Upanishad. Así comienza el libro: “Arduo hallarás pasar sobre el agudo filo de la navaja. Y penoso es, dicen los sabios, el camino de la salvación”. Unos se van a la India, otros, como la Cantante de Chicago Patti Smith cruzó el atlántico para contemplar “la adoración del cordero místico”, un políptico de los hermanos Hubert y Jan Van Eyck, que se exhibe en la iglesia San Juan de Gante ( he tenido la suerte de ver) otros estudian Caldeo para leer mejor la Biblia. Yo me conformo con lectura diaria de un poco de poesía y paseos en la Lonja del Monasterio, (en El Escorial) cuando está vacía de turistas. Me salvo yo solito.
La película: “Al caer la noche” de Jacques Tourneur, basada en la novela de Davis Goodis, cine de sustracción y de crepúsculo, me llevó, mira por donde, al Arcipreste de Hita.De la peli, es cierto, quizás no había mucho que hablar, algunas frases ingeniosas, una secuencia brillante en la huida desde el desfile de modas, las peleas… James era un tipo huidizo, pero no un menesteroso, y cuando está en su casa con Marie (Anne Bancroft, la señora Robinson en el Graduado) dice una frase asomándose a la ventana que le define como persona: “no te puedes imaginar cuantas veces he estado aquí viendo como oscurece. Se donde aparece cada sombra”.
Los flash- back. El viaje a las montañas nevadas en ese autobús maravilloso, pero, ¡de pronto! apareció el maletín con los 350.000 dólares, producto del atraco a un banco, con sus inevitables preguntas morales. Y aquí es donde apareció el Arcipreste, que dice lo que dice por ser un cristiano-árabe: ”mucho faz el dinero, mucho es de amar: al torpe face bueno e ome de prestar, face correr al coxo e al mudo fablar, el que no tiene manos dyneros quiere tomar… El dinero del maletín (el final de la película) ya no tenía dueño, y si lo tenía era de un Banco (vaya usted a saber, incluso podía ser de la mafia). La pregunta que nos surge a todos es si el dinero se devuelve o se lo quedan los protagonistas. Es un final abierto para los moralistas.
La reedición del libro de Antonio Drove, “Tiempo de vivir, tiempo de revivir” me ha hecho volver a Douglas Sirk. Ahora que tenemos seis pelis en la plataforma filmin, es un buen momento para recordar su cine. Propuse a un grupo de amigos (el cine es fundamental verlo con amigos) visionar Shockproof, (a prueba de choques) y que aquí se la tituló: “Más fuerte que la Ley”. No encontramos una versión subtitulada en español y nos tuvimos que conformar con verla con las “letras” en portugués. Me ayudó mucho las lecturas de Miguel Torga y José Cardoso Pires. Sobre los subtítulos, Drove nos cuenta en su libro las dificultades que tuvo para que la entrevista con Douglas en la serie de TVE fuera vista en el idioma original, frente a los que preferían la voz de un locutor. La llegada de Clara Isabel Francia a la dirección de la 2 de TV en el año 82 facilitó las cosas. Por cierto, que bueno sería que nos repusieran la serie “Directed by Douglas Sirk”.
La peli va de una mujer, Jeni, interpretada por Patric Knigth, con aires de Laurem Bacall, que sale de la cárcel tras cumplir cinco años de condena para someterse a la libertad condicional que dirige el oficial interpretado por Corne Wilde. Terminan casándose incumpliendo la Ley, y al ser amenazado por Wesson, su antiguo amante, ella le dispara accidentalmente por lo que tienen que huir y vivir malamente, terminando por entregarse en un falso final que no era el apetecido por Sirk. No hemos conseguido el guión de Helen Deustsch y Samuel Falleren, la entrevista con Drove no se le hace esa pregunta, así que nos quedamos con las ganas de conocer el final alternativo. Sería un buen trabajo de cinéfilos analizar todos los finales de las películas de Douglas Sirk, nos pondremos a ello si TVE se presta a revivir la serie.
El arranque de la película, que pasa de la privación de libertad a “la vida”, es fundamental en el desarrollo del film, que plantea dos alternativas: la primera la reaccionaria, si ha cometido un crimen (sin analizar nada de las causas) que se pudra en la cárcel, no tiene derecho a sólo cumplir cinco años, y la segunda que se puede cumplir la sentencia en una situación de libertad cumpliendo, como es lógico, una serie de requisitos, entre los que no parece lógico el impedimento a enamorarse.
El oficial de vigilancia, que nos cae bien ya que interpretó al poeta persa Omar kHAYYAM en una película del 56, tiene todo el derecho en saltarse una ley injusta, y enamorarse de Jeni, las leyes americanas del 49 no deberían haber impedido que se pudieran traspasar las barreras del amor.
He conocido a Lourdes Ibáñez, de la Asociación Semilla, que desde Hondarribia se instaló en Villaverde Alto donde se comprometió intensamente con los marginados, algunos devenidos en delincuentes y que se les debería llamar “jóvenes desviados”. Lourdes, con un amor cristiano, les visitaba en la cárcel, les ayudaba a “salir del pozo” en que muchas veces les introducía una Justicia impersonal. En su libro “Desde un balcón se ve un patio” hace un interrogante en lo concreto, terminando así: “…No es verdad, más bien es una contradicción, que aquellas personas que ostentan el poder, los que ejercen el poder, los que ejercen la Justicia la conviertan en su “leit motiv”, pero al mismo tiempo, la incluyen en el discurso político como condición “sine qua nom” para mantener el “status” del PODER. Más que nunca, creo que si no se tiene en cuenta la subjetividad, las personas, las naciones, el mundo puede temer a la Justicia pero perder la confianza en ella.
Gracias Lourdes por tu trabajo y el amor mostrado, por haber llegado a tiempo a acariciar a una persona, para sacar a flote sus valores, por hacerles personas. No pudo ser con Jose, que le encontraste en las vallas del cementerio con una aguja en el brazo. Cine, literatura y memoria, una muy buena combinación.