La película Amal, dirigida por el cineasta belgomarroquí Jawad Rhalib (Cuando los árabes bailaban, Rebellious Girl), llega a nuestros cines el 25 de octubre.
Me asusta pensar que Amal pueda estar basada en hechos reales. Me asusta porque ocurre en un instituto de Bélgica y si esto ocurre en un centro escolar público, en el instituto de bachillerato de un barrio de Bruselas, nada permite presumir que no vaya a pasar aquí. Esté o no basada en hechos reales, ficción total o solo parcial, habla de un mundo posible y pone ante nuestros ojos una realidad verosímil de la que uno preferiría no tener que hablar. ¿Ocurre solo allí o ya está ocurriendo aquí?
Amal tuvo su estreno internacional en la competición oficial del Festival Black Nights de Tallin (PÖFF), donde la protagonista, Lubna Azabal, recibió el Premio a Mejor Actriz por su interpretación del personaje de Amal, la profesora.
Jawad Rhalib se embarca con Amal en una obra apasionada en defensa de las libertades (libertad de cátedra, libertad individual, libertad de culto: todas se ven negadas en el film) y marcada por el compromiso social. Pero es evidente que una sola persona no puede con la cobardía imperante en que el resto prefiere no ver.
Amal narra la terrible historia de una profesora de Instituto que se siente completamente abandonada por sus compañeros en su lucha por la libertad: de cátedra, sobre todo, pero también de movimiento, de conducta, y hasta de pensamiento, que están siendo cercenadas en la familia y en la sociedad y cuyo estado tiene su eco en el ámbito escolar.
Lucha sola. ¿Cómo acabará?
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