¡Mis queridos palomiteros! Recientemente las salas de cine españolas acogían el estreno del thriller estadounidense Absolución, escrito por Tony Gayton y dirigido por Hans Petter Moland. Distribuye en cines YouPlanet.
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La aventura sigue los pasos de Thug (Liam Neeson), un curtido y peligroso gánster septuagenario que está empezando a perder la memoria. Se le ha diagnosticado una encefalopatía traumática crónica, que puede derivar en una demencia. La enfermedad es consecuencia de los golpes que ha sufrido en la cabeza a lo largo de su vida. Ahora está decidido a enmendar las cosas con los suyos cuanto antes. Eso sí, lleva 20 años trabajando para una organización criminal y no es fácil escapar a sus requerimientos.
El realizador noruego de 69 años, Hans Petter Moland —que ya trabajó con Liam Neeson en Venganza bajo cero (2019)— vuelve a dirigir con soltura a uno de los más resolutivos actores del panorama cinematográfico contemporáneo que, eso sí, en los últimos tiempos ha estado más encasillado de lo habitual en papeles que están atravesados por el thriller de acción sin más añadidos y que es su mejor perfil.
No obstante, ese encasillamiento no anula ni minusvalora su densa y exitosa trayectoria, ni el buen resultado, por ejemplo, que ofreció en el western criminal En tierra de santos y pecadores (Robert Lorenz, 2023), uno de sus más recientes trabajos, que ha sorprendido al respetable. Tal vez en Absolución el trabajo del actor está un peldaño más abajo.
Sin embargo, todas las virtudes de esta historia están en el tratamiento que la película hace sobre la redención, en el esfuerzo por mostrar la autenticidad de un padre que no quiere dejar las cosas a medias con su familia. Al menos quiere arreglarlo todo con su hija: lleva una vida nada edificante y reniega de los hombres —otro hijo murió hace dos años sin que Thug estuviera al corriente— pero representa para él la luz al salir del túnel, el descanso del guerrero, un remanso de paz. Una ocasión más, por cierto, para constatar la importancia de la búsqueda del familiar ausente con todas sus ramificaciones en el cine contemporáneo.
Y aunque está claro que la pretenciosidad del guion está en mostrar más al héroe crepuscular y sus vaivenes emocionales, entretejidos en un mundo hostil, oscuro y gris, recogido en Absolución en formato de cine intimista y cine criminal, se agradece que el punto de vista incida con más o menos acierto en este asunto en torno al discurso moral que a menudo, si viene, no llega ponderado.
Nos hallamos, pues, ante una buena propuesta de fondo, formalmente servida con moderación, vendida erróneamente como thriller de acción, y que no dota de suficiente profundidad a los temas que afronta, a saber, crimen y redención esencialmente. Una pena, puesto que junto con el buen trabajo del reparto podría convertirse en una película referencial del género.