septiembre de 2024 - VIII Año

Y John Mayall se fue… a otro sitio para moverse

Fotografía: Archivo de RTVE

Parece que Room to move es el primer tema de Mayall que nos viene a la cabeza, algo tendrá. Y, espero que donde haya ido, encuentre ese necesario espacio para que no deje de sonar nunca al menos aquí, en el planeta Tierra.

También parece fácil de explicar su apodo, “El gran padre blanco del blues” ya que, de no haber sido por gente como él o como Alexis Korner, ese género tan afroamericano se hubiera quedado al otro lado del Atlántico durante unos cuantos años más sin llegar a impactar primero en Inglaterra y después en el resto de Europa como lo hizo durante los años sesenta. Nacido en Macclesfield (condado de Cheshire, donde los gatos hacen cosas muy raras) creció allí mismo, en las cercanías de Manchester, donde ya empezó a oír a gente como Leadbelly, Albert Ammons, Pinetop Smith y Eddie Lang, aprendiendo a controlar bastante bien el manejo del piano, la guitarra y la armónica y formando un par de bandas fallidas (¡había tantas!) antes de llegar a Londres para formar The Bluesbreakers. Y allí todo fue muy rápido; los jóvenes estaban realmente interesados en la música que estaban conociendo a través del ya mencionado Korner primero y posteriormente gente como Eric Clapton o los mismísimos Rolling Stones (no olvidemos que en sus comienzos tocaban temas de Muddy Waters o de Willie Dixon) y, dada su indiscutible calidad, no le costó demasiado esfuerzo llegar a lo más alto de la música en directo, muy particular en su caso, con grandes influencias del blues negro más purista así como del Chicago sound.

Lamentablemente, el pasado lunes, en su casa de California, rodeado de su familia, John falleció a los noventa años de edad (¡tras cancelar una gira!).

El mancuniano fue notablemente influido por cuanto estilo le interesó; y no es de extrañar que se sintiera interesado en el movimiento hippy y que eso le hiciera mudarse a California. En Los Ángeles, pasó unas vacaciones en la casa que Bob “El Oso” Hite, líder del grupo Canned Heat, tenía en Laurel Canyon. Esa influencia folk le llevó incluso a prescindir de la batería entre 1969 y 1971, lo que le sirvió para resultar un tanto vilipendiado. Seguramente, el hecho de que llevara a la banda de giras en una furgoneta y de que prohibiera incluso el alcohol durante las mismas a sus músicos, debió influir algo en esas críticas (el enemigo siempre está dentro). Y fue precisamente en ese año, 1969, cuando salió The turning point (sí, sin batería) con el mítico Room to move. Y tras el beatnik llegó el jazz, incluso el progresivo, y Mayall volvió al viejo bules que, en el fondo, nunca había abandonado.

Cuando hablamos de guitarristas excepcionales en un mismo grupo, siempre suele ponerse como ejemplo a The Yardbirds; lógico, de forma consecutiva allí tocaron Eric Clapton, Jimmy Page y Jeff Beck. Pero es que en The Bluesbreakers también hubo tres grandes uno tras otro. Primero otra vez Eric Clapton, quien, ya que estaba por allí, tuvo la ocurrencia de conocer a su compañero Jack Bruce (y de paso al entonces amigo de este último, un tal Ginger Baker) para formar posteriormente Cream. Y luego llegó Peter Green, que conoció allí también a John McVie y a un tal Mick Fleetwood (supongo que nos suena Fleetwood Mac). Y, para igualar el record anterior, apareció un señor llamado Mick Taylor que, posteriormente, dejaría el grupo para unirse a sus satánicas majestades. (Si se quiere agregar a Harvey Mandel, es una opción seria). ‘Total nada!

Y podemos hablar de otros músicos como el espectacular saxofonista de jazz Dick Heckstall-Smith, los bajistas Larry Taylor (ex Canned Heat), Andy Fraser, Tony Reeves o Steve Thompson. Y de bateristas como Hughie Flint, Aynsley Dunbar o Keef Hartley. Y de toda la sección de viento posterior, del violinista Don “Sugarcane” Harris y de las voces femeninas de Dee McKinnie, Pepper Warkins y Patty Smyth. Cuidado con esta última. Se trata de la cantante de rock neoyorquina que se casó con el tenista John McEnroe y que no debe confundirse con la cantante y poeta de Chicago Patti Smith, un poco mayor que ella.

Como suele decirse en estos casos, nos queda toda su obra. Y más en mi caso. El 24 de junio de 1992 John vino a Madrid con su banda a tocar en la añorada Sala Canciller en la calle Alcalde López Casero. Y el que escribe estas líneas no olvidará ese concierto al que acudió con el actual director de esta revista, Eugenio Rivera. ¿Qué decir? Lo tocó todo, y todo de forma espectacular. Ahora nos reímos porque nos parecía “muy mayor” cuando contaba con 58 años. Yo sí que salí de allí con un año más, ya que, después de medianoche, era mi cumpleaños.

A la sala le fue peor, ya que fue forzada a cerrar por la presión de algunos vecinos y, sobre todo, la de una iglesia cercana. Y volvieron a intentar abrir en el barrio de San Blas. Dio lo mismo, cerró por causas parecidas.

En cuanto a su obra, dejo dos recomendaciones especiales:

Room to move: para escucharla pincha aquí

Y uno de los mejores directos, aparecido en 1968 y grabado durante la gira del año anterior. Si se quiere disfrutar del blues, no podemos perdernos la genial guitarra de Mick Taylor ni el saxo de Dick Heckstall-Smith. Es el tema de Willie Dixon I can’t quit you baby. Para escucharla pincha aquí

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