‘La justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música’. Grouxo Marx
‘Those Were the Days’ (Qué tiempo tan feliz) se hizo mundialmente famosa en el año 1968 cuando fue grabada por la hermosa Mary Hopkin para el recién nacido sello ‘Apple Records’ de ‘The Beatles’. En esa época el grupo vivía momentos de confusión y la piña que habían formado hasta el año 66, cuando dejaron de tocar en directo, se había resquebrajado. El detonante de tan caótica situación resultó ser la inesperada muerte de su manager, Brian Epstein, en agosto de 1967. De hecho, cada uno de sus miembros, ante la creciente posibilidad de que el cuarteto desapareciera, ya habían empezado a plantearse una carrera profesional por separado. El primero en hacerlo había sido McCartney cuando compuso la banda sonora para la película ‘Family way’ (1966) de los hermanos Boulting. Al año siguiente le siguió Lennon que se fue a Almería para rodar como actor una película antibelicista con el director Richard Lester titulada ‘How I won the War’. Y por último, Harrison en 1968 –ya plenamente imbuido de su pasión por la India- hizo lo propio con la grabación de la música incidental del film de vanguardia ‘Wonderwall’.
Sin embargo, aún sacaron fuerzas de flaqueza para poner en marcha uno de los proyectos más delirantes con los que habían soñado: la creación de su propia compañía, ‘Apple Corps’. Con ella querían dar cobertura a todas aquellas iniciativas que resultaran poco rentables para las compañías convencionales del sector audiovisual desde el cine hasta la grabación de recitales poéticos pasando obviamente por propuestas musicales de riesgo. También abrieron una boutique, en el centro de Londres, con ropa de diseño alternativo para la ‘beautiful people’. De hecho, alguien definió el proyecto con certera ironía como ‘comunismo occidental’. No en vano, se vivía la efervescencia del ‘Flower Power’. Para tan quijotesco empeño, enarbolaron como flamante logo una manzana ‘Granny Smith’ con la impronta inconfundible del surrealista René Magritte y que más tarde se terminó convirtiendo en la manzana de la discordia. En palabras de John Lennon, su negocio sería a partir de ese momento, ‘los discos, las películas y los aparatos electrónicos’. Aunque la separación definitiva del grupo más célebre de la historia del pop no llegó -como todos recordamos- hasta abril de 1970.
La cantante galesa Mary Hopkin había sido descubierta en un concurso de un programa de la TV inglesa tipo ‘Operación Triunfo’ por la modelo Twiggy. Hacía tiempo que Paul McCartney frecuentaba el club ‘Blue Angel’ de Londres donde actuaban Eugene Raskin y su mujer Francesca, y la pareja siempre cerraba el show con este tema. Conocida es la debilidad que McCartney sentía por las viejas canciones de vodevil que Lennon le afeaba motejándolas de ‘canciones de abuelas’. Prueba de ello son todas aquellas que grabó con el grupo con influencias de cabaret (‘Till there was you’, ‘When I´m sixty four, ‘Your mother should know’,…). La canción del matrimonio Raskin le gustaba sobremanera y había tratado de llevarla al estudio infructuosamente con grupos como ‘The Moody Blues’, entre otros. Así que ahora se le brindaba una magnífica oportunidad para producirla, por supuesto, bajo el neonato sello Apple que acababa de crear con sus colegas. De hecho, hay aficionados que siguen pensando que la canción es del propio Paul. Pero, ¿quién la compuso?
Vayamos por partes… La historia no tiene desperdicio. Es como un pequeño cuento ruso de Afanásiev. A principios de la década de 1960, la ya mencionada pareja tocaba música popular en el Greenwich Village de Nueva York. Eugene, que además de músico era dramaturgo, arquitecto y profesor adjunto en la Universidad de Columbia, tenía registrados los créditos de la canción, tanto de la letra como de la música pero, a decir verdad, lo único que había hecho era incorporar una nueva letra inglesa, no muy original, en 1962, a una vieja canción rusa titulada ‘Dorogoi dlinnoyu’ (‘Por el largo camino’). Con esta fiebre por la música folk que surgió en el Greenwich de la mano de grupos legendarios como el ‘Kingston Trio’ el grupo norteamericano ‘The Limeliters’ lanzó una grabación del tema en su LP ‘Folk Matinée’ en 1962.
Pero sigamos el hilo para encontrar la madeja bastante lejos de allí, en el corazón de la antigua Unión Soviética. Porque el verdadero autor, Boris Fomin (1900 –1948), era un músico especializado en el género del romance ruso que nació en San Petersburgo en 1900. La letra la puso Konstantin Podrevsky (1888- 1930), poeta ucraniano de origen polaco, amigo del también poeta y novelista Andrey Bely. La canción data, pues, del año 1924 en plena época leninista. El romance ruso es un tipo de poesía sentimental cantada con influencia gitana que fue desarrollado en la Rusia imperial. Sin embargo, durante la época estalinista se consideraba como un vestigio de la sensibilidad prerrevolucionaria ‘decadente y burguesa’ y durante la ‘Primera Conferencia de Músicos de toda Rusia’ (1929) se declaró que todo el género era ‘contrarrevolucionario’ y las canciones de Prodrevsky fueron prohibidas siendo atacado en la prensa como un ‘títere de NEPman’ (Nueva Política Económica instaurada por Lenin en 1921). Fue injuriado con la misma virulencia que años más tarde lo sería el gran Shostakóvich pero a diferencia de este no se retractó y naturalmente sufrió de modo dramático las consecuencias. La cantante georgiana Tamara Tsereteli (1900–1968) y el cantante ruso Alexander Vertinsky fueron los primeros en registrarla en disco en 1925 y en 1926, respectivamente. Este último fue quien la popularizó en el extranjero. Años más tarde, antes de que llegue a las manos de Raskin, aparece en la película anglofrancesa de Gordon Parry ‘Innocents in Paris’ (1953) cantada en su idioma original por Ludmila Lopato, intérprete gitana rusa. La canción está impregnada de una profunda nostalgia de la juventud y apela de modo directo al más puro idealismo romántico.
Recordemos que para el LP de The Beatles ‘Let it be’ McCartney grabó su canción ‘The long and winding road’ que tiene una cercanía más que evidente en el título con el de la canción rusa (‘By the long road’). Para los arreglos orquestales que Paul hizo para Mary Hopkin utilizó instrumentos poco convencionales en un disco pop de la época como la balalaika, el clarinete, un cimbalom, un banjo tenor que es posible que tocara él mismo y un coro infantil, dotando al tema de un toque ‘klezmer’ propio de la música ‘yiddish’ de los judíos askenazíes. McCartney también grabó a Hopkin cantando ‘Those Were The Days’ en otros idiomas (español, alemán, italiano y francés) para su lanzamiento en sus respectivos países. El tema se ha convertido en un estándar y lo ha versionado todo tipo de artistas desde músicos de jazz hasta cantantes japoneses. Estos son algunos de ellos por citar los más prominentes: Sandie Shaw, Dalida, Chet Atkins, Dexter Gordon, Charlie Byrd, Mantovani, Bing Crosby, Anita Harris, Vera Lynn, Wanda Jackson, Tino Rossi, Leningrand Cowboys, Dolly Parton…
Ya para finalizar, en el capítulo extramusical, añadiremos dos comentarios más. La melodía de ‘Those Were the Days’ se usa para el himno de fútbol de la República de Irlanda ‘Come On You Boys in Green’. Y el último, teñido tristemente con una nota macabra, es el siguiente: en la Nochebuena de 1975, el presidente de Guinea Ecuatorial, Francisco Macías Nguema, hizo ejecutar a 150 presuntos golpistas en el Estadio Nacional de Fútbol de Malabo mientras se reproducía por megafonía la grabación del tema de Mary Hopkin. Los soldados del pelotón de fusilamiento vestían trajes de Papá Noel. Uno en su asombro se pregunta quién puede ser tan brutal para que pueda envolver la violencia de sus actos con tan exquisito papel de regalo.