noviembre de 2024 - VIII Año

No nos engañarán nuevamente… ¿o sí?

Won’t get fooled again
Pete Townshend

Hoy recordamos a una de las bandas más fascinantes de nuestro querido rock. Nada más y nada menos que The Who.

Y hay que remontarse a la primavera de 1970, después del enorme éxito de una de las piedras angulares de la ópera rock como Tommy y de un disco en directo fundamental en el género como Live at Leeds, cuando el grandísimo Pete Townshend empieza a concebir un nuevo y ambicioso proyecto al que pensó dar el título de Lifehouse que podemos traducir como Casa de la vida o Balneario… Claro que sobre gustos…, ya se sabe.

Cuando más difíciles se avecinaban los tiempos para los grandes grupos (recordemos simplemente la separación en esos años de los Beatles, Cream, Blind Faith o Traffic, por poner algunos ejemplos) y más complicadas eran las relaciones entre los miembros de la banda que nos ocupa (sobre todo las constantes peleas que llegaban incluso a las manos entre Pete y el vocalista Roger Daltrey), resulta que los dos grandes álbumes mencionados anteriormente catapultan al grupo desde el barro al Olimpo. A ese hecho hay que sumar la grandísima actuación en el festival de la isla de Wight ese mismo año, si bien menos icónico que el del año anterior en Woodstock, que fue muy superior al de la granja neoyorquina en cuanto a nivel musical, resultando The Who la banda más destacada de la reunión. Todo hace que el líder y compositor de la banda esboce un proyecto muy extraño con tintes de novedad y grandiosidad.

Lifehouse fue concebido en agosto de 1970 en la autocaravana de Pete, donde se había quedado unos días después de tocar en Wight Y lo imaginó como una distopía en un escenario global de pesadilla inspirado en Un mundo feliz de Aldous Huxley. Según el propio autor del proyecto, el héroe sería un hombre bueno, un alma avanzada que cometería un gran error e iba a sufrir “repercusiones kármicas”. La humanidad sobreviviría a un irrevocable desastre ecológico y el gobierno la mantendría entretenida con una sofisticada programación y embutida en extraños trajes con respiradores… ¡vaya, una historia tremenda! Claro que esa especie de hibernación forzada anticipa muchas cosas.

La idea original supone que Ray y Sally, un matrimonio de granjeros escoceses viaja a Londres en busca de su hija Mary, que ha escapado de casa para asistir a una especie de espectáculo clandestino que va a representarse en la capital. El show ha sido prohibido por Jumbo, que es la máxima autoridad política y económica universal, un ente científico que ejerce el gobierno y controla toda la sociedad a través de una red mundial de comunicaciones interconectadas entre sí a un gigantesco cerebro electrónico mundial llamado Grid, que se sospecha que es el verdadero Jumbo. Esos espectáculos clandestinos son realmente conciertos de rock en los que se practica una actividad altamente subversiva para la sociedad dirigida por el Grid: se expresan sentimientos reales y no virtuales.

Podemos hablar de la anticipación del señor Townshend al pavoroso cambio climático, a la aparición del gran controlador Internet, al advenimiento de la no menos temible inteligencia artificial (sumada además a la imperante estupidez tanto natural como artificial) y, por supuesto, a la pandemia que recientemente tuvo en vilo a más de ocho mil millones de personas.

El caso es que se grabaron una serie de maquetas entre enero y febrero de 1971 y se empezaron a tocar en un curioso experimento por las mañanas en un local, propiedad de Frank Dunlop, llamado de The Vic Theatre y situado en el barrio londinense de Waterloo. La idea era convertir el lugar en The Lifehouse y que el público participase activamente en el espectáculo. El caso es que la mayoría de la gente que acudió consistía en chavales haciendo novillos; de hecho, el tema interesó más al cine de Hollywood (no faltaron ofertas, contraofertas y negociaciones para llevar la idea a la pantalla) qua a la propia industria musical. Se generaron tensiones entre Townshend y el mánager habitual del grupo, Kit Lambert. La relación entre los dos nunca volvió a ser la misma.

El 2 de mayo se celebró el último concierto y finalmente se decidió no llevar el proyecto al cine. Finalmente, al otro mánager, Chris Stamp, se le ocurrió grabar los restos y lanzarlos comercialmente. El tema principal o hilo conductor de Lifehouse no era otro que Pure and easy (Pura y fácil) y, curiosamente, no apareció en el inmediato álbum del grupo, sino en otro posterior titulado Odds and sods, aunque suenan acordes en Song is over.

¿Y qué fue del resto de las maquetas del proyecto? El título Lifehouse se convirtió (en palabras de su autor) en el patético Who’s Next (El siguiente de los Who) y la portada del disco le pareció a Pete una broma de mal gusto. En ella aparecían los miembros de la banda junto a un obelisco en el que acababan de orinar. Esa imagen se convertiría (en no mucho tiempo) en una de las más emblemáticas de la historia del rock, especialmente en España donde, ¡cómo no!, fue censurada de inmediato. Incluso años después así siguió, lo que hizo que yo tuviera que comprar el disco en una tienda de Andorra y lucirlo aquí durante un montón de tiempo.

A pesar de todo lo que despotricó Pete Townshend, el álbum está considerado uno de los mejores, no ya de The Who, sino de la música. Y para los amantes de la popular serie CSI en sus tres escenarios, quedan dos temas como Baba O’Riley y el que nos ocupa, además de Who are you.

La lista de temas del disco no tiene desperdicio. Aquí va completa (sin añadir los que aparecen en versiones y lanzamientos posteriores):

Baba O’Riley, Bargain, Love ain’t for keeping, My wife, Song is over en la cara A del vinilo y Getting in tune, Going Mobile, Behind blue eyes, Won’t get fooled again en la cara B. Nos centramos en la última.

Esta es la letra de la canción:

We’ll be fighting in the streets
With our children at our feet
And the morals that they worship will be gone
And the men who spurred us on
Sit in judgement of all wrong
They decide and the shotgun sings the song

I’ll tip my hat to the new constitution
Take a bow for the new revolution
Smile and grin at the change all around
Pick up my guitar and play
Just like yesterday
Then I’ll get on my knees and pray
We don’t get fooled again

The change, it had to come
We knew it all along
We were liberated from the fold, that’s all
And the world looks just the same
And history ain’t changed
Because the banners
They are flown in the next war

I’ll tip my hat to the new constitution
Take a bow for the new revolution
Smile and grin at the change all around
Pick up my guitar and play
Just like yesterday
Then I’ll get on my knees and pray
We don’t get fooled again
No, no!

I’ll move myself and my family aside
If we happen to be left half alive
I’ll get all my papers and smile at the sky
Though I know that the hypnotized never lie
Do you?

There’s nothing in the streets
Looks any different to me
And the slogans are replaced by-the-bye
And the parting on the left
Are now parting on the right
And the beards have all grown longer overnight

I’ll tip my hat to the new constitution
Take a bow for the new revolution
Smile and grin at the change all around
Pick up my guitar and play
Just like yesterday
Then I’ll get on my knees and pray
We don’t get fooled again
Don’t get fooled again
No, no!

Meet the new boss
Same as the old boss

Y una posible traducción podría ser:

Estaremos peleando en las calles, 
con nuestros hijos a nuestros pies, 
y la moral que ellos idolatran habrá desaparecido.
Y los hombres que nos animaron, 
se sientan para juzgar todo lo que está mal,
ellos deciden y la escopeta canta la canción.

Me quitaré el sombrero ante la nueva constitución, 
haré una reverencia a la nueva revolución.
Sonreiré al cambio total, 
tomaré mi guitarra y tocaré, 
justo como ayer.
Después, me arrodillaré y rezaré, 
no nos engañarán de nuevo.

El cambio, tenía que llegar, 
lo hemos sabido todo este tiempo.
Nos liberamos del redil, eso es todo.
Y el mundo parece el mismo,
y la historia no ha cambiado, 
porque las pancartas,
todas se despliegan en la siguiente guerra.

Me quitaré el sombrero ante la nueva constitución, 
haré una reverencia a la nueva revolución.
Sonreiré al cambio total, 
tomaré mi guitarra y tocaré, 
justo como ayer.
Después, me arrodillaré y rezaré, 
no nos engañarán de nuevo. 
¡No, no!

Mi familia y yo nos echaremos a un lado
si resulta que nos dejan medio vivos.
Recogeré todos mis papeles y sonreiré al cielo, 
aunque sé que los hipnotizados nunca mienten,
¿y tú?

No hay nada en las calles, 
se ve algo distinto para mí.
Y los eslóganes se reemplazan como por casualidad.
Y los que se van a la izquierda,
ahora se están yendo a la derecha.
Y las barbas han crecido todas durante la noche.

Me quitaré el sombrero ante la nueva constitución, 
haré una reverencia a la nueva revolución.
Sonreiré al cambio total, 
tomaré mi guitarra y tocaré, 
justo como ayer.
Después, me arrodillaré y rezaré, 
no nos engañarán de nuevo. 
No nos engañarán de nuevo
¡No, no!

Conoced al nuevo jefe, 
igual que el viejo jefe.

Pete Townshend

Lo que se respira en estos versos es más escepticismo que ilusión, aunque hay una cierta esperanza en el fondo. La canción comienza con una visión de lucha en las calles, donde las generaciones futuras se ven afectadas por la pérdida de valores morales. Aunque esa pérdida debe achacarse al control total establecido por el sistema. La crítica se dirige a aquellos en el poder que dictan lo que está bien y lo que está mal, mientras perpetúan un ciclo de violencia y control.

El estribillo llama a no ser engañados de nuevo. No deja de dar síntomas de desconfianza a quienes dirigen el cotarro, pero también hacia falsas revoluciones que no dejan de prometer cosas para después no darlas. La esperanza que aparecía al principio se va esfumando y lo que queda es precisamente incredulidad ante los líderes y ante la propia revolución, a la que trata de forma muy irónica. Pete no está conforme con el sistema, pero tampoco cree en la posibilidad de cambio político real, dando a entender que las estructuras de poder tienden a petrificarse y a permanecer cambiando cosas para que todo siga como siempre (¡Ah, que gatopardesco!).

El último verso, en el que nos recuerda que el nuevo jefe es igual que el anterior, sugiere esa idea tan comprobada ya de que las figuras que ejercen la autoridad tienden a recurrir a las mismas tácticas para mantener el poder y no hacer ningún tipo de cambio.

Podemos ver la conclusión del tema en una llamada a mantenerse vigilante y crítico ante los cambios políticos, y no caer en la complacencia o en la aceptación ciega de la autoridad.

Versiones hay muchísimas, a cada cual mejor. Por supuesto, siempre debemos empezar por la original.

Todo es destacable en ella, el nivel de guitarra y sintetizador de Pete Townshend, la voz de Roger Daltrey, el bajo de John Entwistle y, por supuesto, la batería de Keith Moon. Los dos últimos ya nos dejaron hace tiempo pero es difícil encontrarlos mejores. En la actualidad, Pino Palladino y Zack Starkey (hijo de Ringo) están a la altura.

Para escuchar la canción pincha aquí

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Escrito por

Archivo Entreletras

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