Exposición: Liberxina. Pop y nuevos comportamientos artísticos, 1966-1971. Museu Nacional d’Art de Catalunya (Palau Nacional, Parc de Montjuïc, s/n. Barcelona). Hasta el 22 de abril de 2019. Horarios: ver web del Museo.
Entreletras.- / Noviembre 2018
A finales de los años 60, las revoluciones sociales, políticas y culturales que invadieron Europa y los Estados Unidos –el Mayo del 68 en París, la Primavera de Praga, las revueltas de Londres, así como las múltiples manifestaciones pacifistas y por los derechos humanos que tuvieron lugar en distintas ciudades americanas- impactaron e influyeron notablemente en toda una generación. En Cataluña, a pesar de la dictadura franquista, se consolidan unos anhelos de libertad y una voluntad de apertura hacia el exterior. El objetivo de esa generación era llevar a cabo la revolución desde un punto de vista cultural y existencial como sugiere Liberxina/90, el film de Carlos Duran censurado por el franquismo que de forma simbólica da nombre a esta exposición.
El arte reflejó estos ideales de emancipación y, al mismo tiempo, se convirtió en uno de los agentes de cambio y de transformación de los valores tradicionales. De forma estimulante y heterogenia, convivieron las manifestaciones de la cultura pop con propuestas fílmicas de vanguardia situadas en el entorno de los creadores de la Escuela de Barcelona y otros grupos que nos permiten hablar, no de prácticas artísticas, sino de comportamientos. Este es el caso del grupo que convivía en la urbanización El Maduixer, del grupo de París o de algunos de los miembros que, ya entrados los años 70, serán los pioneros del arte conceptual. Nos acercan a unos años que claramente se convierten en la semilla de todo lo que estallará con fuerza durante las siguientes décadas.
Las propuestas artísticas que se produjeron en Cataluña durante la segunda mitad de la década de los años sesenta del siglo xx y que compartían los ideales de renovación generacional y revolución que estallaron en diversos núcleos internacionales. Raoul Vaneigem, en su Tratado para saber vivir para uso de las nuevas generaciones (1967) hablaba de la entrada en “una era completamente nueva”. El hombre unidimensional (1964), Herbert Marcuse explicó la emergencia del “gran rechazo” como inicio de una revuelta de orden cultural que tenía que transformar la sociedad de arriba a abajo. La muestra retratará un momento de tensión y entusiasmo que abrió las puertas a una nueva sensibilidad.
Este periodo ha sufrido hasta ahora una cierta indefinición por parte de la historiografía, que no siempre lo ha sabido encajar, entre el ocaso del informalismo y la irrupción de lo conceptual. Es el momento de la emergencia del Pop Art y la Nueva Figuración, que superaba los posicionamientos existencialistas de la postguerra para ensayar formas de resistencia en las que la homologación con los modelos culturales internacionales es fundamental. Quizás contradictorio y efímero, el arte de estos años muestra la conexión con la modernidad internacional ligada a los nuevos paradigmas de libertad y revolución. Estos artistas se mueven entre la militancia política y el individualismo hedonista, entre la reivindicación de la pintura figurativa y las nuevas prácticas expandidas o inmateriales. Pacifismo, revolución sexual, crítica al capitalismo, exploración sin límites de la creatividad individual son algunos de los retos fundamentales que pusieron de manifiesto estos artistas, a los cuales se añade la resistencia al contexto específico del franquismo.
Francesc Artigau o Robert Llimós, acompañados de los valencianos de Equipo Crónica, utilizan la figuración con una clara intención política y crítica con la sociedad de consumo y el poder. La iniciativa de Estampa Popular refleja algunos temas conflictivos del momento, como la política exterior de los Estados Unidos de América. Paralelamente, algunos se aproximan a las visiones de la psicodelia, como Antoni Porta (Evru). Otros, como Antoni Llena, en un camino de renuncia radical, exploran el arte pobre. El llamado por Cirici “Grup del Maduixer” realiza experimentos fundamentales, como la primera obra de vídeoarte del Estado, Primera muerte (1969). En París, Antoni Miralda, Jaume Xifra, Benet Rosell o Joan Rabascall exploran el lenguaje de la performance y preparan formas de conceptualización en las que los rituales y los símbolos son utilizados de manera desmitificadora y crítica. Aparece una nueva generación de artistas que tienen referentes y aspiraciones muy diferentes a los de la inmediata postguerra (la de Dau al Set y el informalismo) pero entre estos encontramos algunos casos que asumen los nuevos problemas sociales y estéticos, como Norman Narotzky o Amèlia Riera.
Los lugares del arte son también determinantes en estos años, no solo las galerías sino también los domicilios particulares, como la Casa del Maduixer, o los jardines, como la casa de Vallvidrera de Arranz-Bravo-Bartolozzi, entre otros.
Esta será la primera de una serie de exposiciones-foco que se proponen investigar fenómenos y marcos temporales concretos con el objetivo de realizar una lectura analítica del arte catalán de la postguerra.
La exposición Liberxina. Pop y nuevos comportamientos artísticos, 1966-1971 pone el foco en las revoluciones culturales sucedidas en torno a 1968 y muestra como el arte se convierte en un agente de transformación de los valores tradicionales.
La muestra aborda las propuestas artísticas que se produjeron en Cataluña en este periodo, del que ahora se cumplen 50 años, propuestas que compartían los ideales de renovación generacional, libertad y revolución que eclosionaron en diversos núcleos internacionales.
La exposición pone en relación las diferentes formas de vanguardia que coincidieron en ese momento clave: el pop, la nueva figuración o la psicodelia, la desmaterialización del objeto o los primeros pasos del arte conceptual. Se trata de un momento de replanteamiento ético y estético que se concretó en un estallido de propuestas y opciones artísticas muy diversas, incluso a veces divergentes. El arte se fusiona con el cómic, la publicidad, el diseño o la música. Aparece un nuevo cine experimental que convive con los inicios del videoarte, y con los caminos abiertos por la escuela de cine de Barcelona. Se formulan lenguajes nuevos y se inaugura el paradigma del arte conceptual.
Liberxina. Pop y nuevos comportamiento
s artísticos 1966-1971 recupera figuras olvidadas y muestra un número notable de obras inéditas o poco conocidas, al mismo tiempo que pone en evidencia las relaciones que se establecen entre unas obras que nos transportan a un idealismo que transformó las conciencias.
La exposición presenta un centenar de obras de cuarenta y un creadores en formatos y técnicas muy diversas (pintura, diseño, fotografía, cine, performance). Su trama relaciona el eje temático y las afinidades expresivas: no sólo evoca una época reciente vivida con especial intensidad y que aún tiene resonancias en el presente, también nos permite redescubrir obras y artistas que habían quedado olvidados o descontextualizados.