Este año en que estamos recorriendo el primero del tercer centenario del Ateneo de Madrid procede celebrar el 185 aniversario del nacimiento de Guillermo Morphy y Ferriz de Guzmán, conde de Morphy (Madrid, 1836 – Baden, Suiza, 1899). Fue un ilustre ateneísta que como crítico, musicólogo, historiador, pedagogo y compositor dio un gran impulso en el Ateneo a las Bellas Artes de cuya Sección fue Presidente. A él también le debemos que Madame Anselma, de la que era primo, nos regalara la deslumbrante decoración que convierte al Salón de la Cacharrería en una verdadera joya.
De ascendencia irlandesa, muchos inmigraron por aquellas fechas a España, tuvo una educación europea como la que sólo se podían permitir las familias de la burguesía y la nobleza ilustrada. Abogado de profesión, Morphy estudió de Música en el Conservatorio de Madrid; fue un excelente pianista pero desde su interés en la música popular le hizo visitar Galicia, Asturias y Santander. Que su padre fuera nombrado fiscal de la Audiencia de Sevilla, donde estudia violín, le da la oportunidad de conocer la música andaluza. Se encarga del bufete de su padre a su fallecimiento, pero en 1863 logra un encargo que le permite viajar por casi toda Europa para estudiar en los conservatorios líricos y sociedades corales.
En 1863 estudia en Bruselas composición con Fétis, director del conservatorio en el que obtuviera el primer premio su profesor madrileño de contrapunto, armonía y fuga, Francisco de Asís Gil. Allí compone «El cántico de Moisés» que dedica al duque de Brabante, que luego será rey de Bélgica. Se ejecuta en la Sala Ducal con el gran órgano, la orquesta y coros de la Catedral de Santa Gúdula y de la Sociedad Lírica y tiene un gran éxito. Vuelve a Espala cuando Isabel II lo nombra gentilhombre de su hijo Alfonso, tiene 6 años; los acompañará luego a París al ser expulsada su madre tras la revolución de 1868.
En París prosigue sus investigaciones bibliográficas sobre los libros de vihuela y guitarra española que completa en Bruselas y Dresde y, luego de su vuelta a Madrid en la de Barbieri; también da conciertos y compone una «Sonata para piano y violín», la «Serenata española para canto y piano» y una «Sonatina para piano a cuatro manos», así como la música del baile «Un mariage à Seville», sobre argumento de Gautier, que no se estrena al producirse el cerco de Paris en plena guerra franco prusiana. Tras unos meses en Narbona regresa a Madrid donde publica artículos de crítica musical en varios periódicos y empieza a componer dos óperas históricas que no termina: «Mudarra» y «Los amantes de Teruel»,
El príncipe Alfonso prosigue su educación en la Real e Imperial Academia Teresiana de Viena hasta 1874, a donde va Morphy como su preceptor. Se encarga de su formación humanística y física que completa con visitas a museos, fábricas y de instruirle en derecho constitucional hasta que se va a la Academia militar de Sandhurst, Inglaterra, donde conoce el constitucionalismo inglés. Sus relaciones se mantendrían tras ser nombrado Rey de España. En Viena, Morphy continúa sus estudios de vihuela y mantiene una intensa actividad musical, es miembro de la Gessellschaft der Musikfreunde (GMF), compone una ópera, «Lizzie», y varias obras para la orquesta de Richard Strauss.
Cuando en 1871 Sagasta es nombrado Presidente del Consejo de Ministros lo era del Ateneo el conservador Cánovas del Castillo al que acompañaba Menéndez Pelayo como Vicepresidente. En esa época se continúa la modernización del Ateneo, aumenta el número de socios y se nombra socia de honor a Alejandrina Anselma Gessler de Lacroix, conocida como Madame Anselma por su matrimonio con el que fuera cónsul de Francia en Cádiz donde su padre lo era del Zar, en agradecimiento por su decoración de la Cacharrería. Madame Anselma no pudo serlo de número pues algunos socios ultra-reacionarios alegaban que el Reglamento hablaba de socios y no de socias. A Cánovas le sucede en la Presidencia del Ateneo el Marqués de Molins, Mariano Roca de Togores (1874-75), pro-monárquico también, cuando el General Martínez Campos, tras el manifiesto del hijo de Isabel II en Sandhurst (1874), da un un golpe de estado, trae al Borbón y las Cortes lo aclaman como rey (1875). Poco después, Alfonso XII nombra Conde a Morphy, que será su secretario particular; eso le da un gran ascendiente cultural lo que favorece mucho el desarrollo de la música en España.
En 1883 Morphy crea el Instituto Filarmónico, una Escuela Libre de Enseñanza en la que se reunían los «amigos de la música» al estilo de la GMF para acercar la educación musical a toda la sociedad, incluidas las clases más populares. También Morphy está en favor de la promoción de la mujer en línea con lo que ocurría por toda Europa. Su escuela de canto elevó el nivel de canto en España. Fue presidente de la Sociedad de Conciertos de Madrid (1884-1890) de cuya orquesta era director Bretón, al que dedicó el discurso de recepción cuando éste fue nombrado Académico de la Real de San Fernando en 1892. Bretón pretendía la creación del drama lírico nacional, en cuyo proyecto estaban implicados Serrano, Brull, Albéniz y Arbós entre otros músicos a los que, desde su privilegiada posición, favoreció en su carrera musical. Morphy logró que el Ministerio de Fomento financiara y consolidara la orquesta de la Sociedad de Conciertos. En 1884 la Unión Artístico-Musical interpretó su «Zambra morisca» con gran éxito.
Segismundo Moret, Presidente del Ateneo (1894-98) y dentro de su proyecto de fomento de las actividades científicas y culturales cuenta con Morphy, que dirige la Sección de Bellas Artes, que inaugura un curso sobre pintura en el que participan Parada y Santín y también Arturo Melida al que debemos la hermosa decoración de nuestro Salón de Actos, así como Sentenach y Beruete entre otros, organiza veladas musicales en las que destaca la participación de la pianista argentina María Luisa Guerra, el violinista Sarasate y el compositor Serrano y da diversas conferencias sobre música dentro de la Escuela de Estudios Superiores creada por Moret.
Falleció Morphy en Baden (1899) a los 63 años a donde fuera para cuidar su mala salud. De su incansable actividad son testimonio unas cien obras musicales de variado géneros, hoy ignoradas, su traducción del inglés de la biografía y correspondencia de Beethoven y los numerosos artículos de crítica musical publicados en diversos periódicos entre ellos «La América», «El Parlamento», «La Gaceta Literaria», «La Ilustración Española y Americana». Su viuda publicó a título póstumo su opera magna «Les luthistes espagnols du XVIe siècle» que traduciría al español Hugo Riemann.