En el Centro Cultural Coreano de Madrid. Del 2 al 23 de febrero de 2018 en la Sala Han-ul del Centro (Paseo de la Castellana, 15)
Entreletras.- | Enero 2018
Esta exposición muestra una colección compuesta por 37 grabados en madera e impresos en papel a mano, que datan entre 1990 y 2017, y ofrecen una aproximación a la cultura popular coreana con la armonía de la naturaleza y el hombre, basándose también en sus propias observaciones y la sabiduría resultante de la vida, e inspirándose en las enseñanzas budistas, reflejando la actual situación política y social de Corea del Sur.
Con líneas simples, puntos, y poemas escritos en las ilustraciones, las obras representan en su conjunto un impacto visual muy poderoso en sus espectadores. En este sentido sus grabados van más allá de los grabados existentes.
Se trata de una exposición que recrea la vida de Lee, la cual a su vez representa nuestra propia vida y el instante en el que se hace una pausa para reflexionar sobre la vida. Lee además de artista es agricultor junto a su esposa, practicante de budismo zen, y observador entusiasta de la vida diaria en su pueblo natal.
Las reflexiones poéticas de Lee expresan las relaciones que los humanos tienen con su entorno natural, sus familias y vecinos, y con todas las personas de todo el mundo. El artista atrapa un instante de experiencia profunda de manera filosófica y a la vez con mucho humor.
Caracterizadas por un estilo inconfundible, las obras del artista coreano Lee Chul Soo no solo son conocidas en Corea, sino que también están teniendo un gran reconocimiento a nivel internacional. Exposiciones de sus trabajos han tenido lugar en muchos países europeos y también en Estados Unidos. Esto hace de Lee uno de los artistas más destacados y representativos de Corea, que pinta, graba y hace caligrafía entallando la madera con un objeto punzante.
El trabajo de Lee comenzó en la década de 1980 como el de un artista autodidacta vinculado al Minjung, un movimiento de pintura popular cuyo objetivo era expresar una crítica social de la dictadura y de la americanización a través del lenguaje del arte, tras la masacre de Gwangju que tuvo lugar en 1980. Sus obras representan los campesinos y los labradores que trabajan en contacto con la naturaleza y contienen una dura crítica de la sociedad.
Desde este punto de vista, el arte de Lee Chul Soo no estaba muy alejado de las tendencias de los años 90, y de hecho se inspiró en las enseñanzas budistas del Zen, especialmente las enseñanzas del maestro budista Baizhang Huaihai (720-814), al que también se refiere en sus obras como Maestro Baizhang. Baizhang y sus monjes desarrollaron sus propias reglas, trabajaban el campo y vivían de él, así que fueron muy afortunados al poder mantenerse independientes durante el difícil periodo en el que el budismo fue duramente perseguido.
Lee Chul Soo sigue estas doctrinas en su propia vida, y en 1987 se muda al campo con su familia. Allí trabaja como agricultor mientras escribe poemas sobre este estilo de vida. Según él la conciencia de las estaciones, la belleza de las flores y la promesa de una nueva vida que fluye de las semillas, solo pueden ser apreciadas por un trabajador que labra la tierra.
Budismo y folclore, el valor del trabajo, así como la relación cercana existente entre la naturaleza y el hombre, son los conceptos básicos detrás de la creación de estos grabados a través de los cuales incluso aquellos que no conocen bien la cultura coreana podrán reflexionar sobre estos importantes mensajes.
Más información: www.centroculturalcoreano.com