Dado que las fotografías de Chema Madoz propician al observador algo más que una mirada fija de un objeto concreto, diríase que mira por dentro cuanto su ojo pensante observa; es así, entonces, que es como un mirar por interiorizado, un mirar privilegiado (cercano, desde ángulos nuevos, ubicado lo mirado-pensado en un tiempo más amplio y generoso que el real)
Tal, creo, es lo que produce el encantamiento de quien mira (y se deja mirar), semejando la fórmula de su reclamo a aquella que en estos días nos induce al libro. Si ‘La lectura produce ensueño’, también podríamos argumentar –siempre desde el caleidoscopio juguetón e inacabable de la imaginación- ‘La imagen sugiere diálogo’
Hay un rasgo de generosidad, cuando menos, en lo que nos muestra este hombre en sus imágenes-argumentos-sugerencias dialogadas, en cuanto a lo que nos invita este mago sonriente: el que mira-observa-piensa es una mariposa para él; imposible no quedar atrapado ante un viaje tan distinto y emocionante como el que Chema nos propone.
Pero, ¿y la realidad real de la fotografía?
Pero, ¿a quién le importa la realidad real de la fotografía?
Que mire su nueva chimenea, que es, como diría mi amiga, ‘como el mar’ Eso sí, sin descortinarse aún, lo que le hace más sugerente y venturoso.
Galería Elvira González. Madrid