El 9 de febrero de 2022, el entonces concejal de Cultura y Fiestas, Gorka Gómez, informaba que la Casa de la Cultura de Rocafort permanecería cerrada por obras de mejora en el edificio desde ese mismo día y durante un periodo estimado de doce semanas. Eso significaba que volvería a abrir tres meses después. “Se trata de una serie de reformas con las que se pretende adecuar y acondicionar la estructura y apariencia de la Casa de la Cultura para que todos los vecinos del municipio puedan hacer uso de ella en las mejores condiciones. La Concejalía de Cultura y Fiestas intentará reubicar las actividades ya programadas en el mencionado edifico cultural en otros espacios del municipio y lamenta las posibles molestias que estas actuaciones de mejora puedan ocasionar a los vecinos de Rocafort durante este periodo”. Esto se dijo.
La biblioteca pública se encuentra dentro de la Casa de Cultura del municipio. Jamás se propuso una solución alternativa para reubicar la biblioteca en otro de los posibles espacios como se anunció. Además, estamos concluyendo 2024, pronto nos encontraremos en 9 de febrero de 2025, y aquella noticia del cierre durante tres meses se ha convertido en tres años. O las matemáticas simples le fallaron a este señor que actualmente es el alcalde o, sencillamente y parafraseando a Hamlet, algo huele a podrido en Rocafort.
La legislación española considera la biblioteca pública como uno de los servicios básicos y obligatorios de todos los municipios con población superior a 5.000. Rocafort cuenta con 7570 habitantes. Por tanto, este municipio de Valencia está incumpliendo una obligatoriedad, según la legislación española, desde hace tres años. ¿Cómo puede ser que llevemos en Rocafort 3 años —4 contando el año de pandemia— sin un servicio básico, obligatorio y fundamental como es una biblioteca pública?
Decía Borges que hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; que hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; y que él era incapaz de imaginar un mundo sin libros. Yo tampoco puedo imaginarlo. Por eso no puedo dejar de hacerme esa pregunta. Ni puedo dejar de regresar a aquel Manifiesto de la UNESCO, de 1994, sobre la Biblioteca Pública:
“La libertad, la prosperidad y el desarrollo de la sociedad y de los individuos son valores humanos fundamentales. Éstos sólo podrán alcanzarse mediante la capacidad de los ciudadanos bien informados para ejercer sus derechos democráticos y desempeñar un papel activo en la sociedad. La participación constructiva y la consolidación de la democracia dependen tanto de una educación satisfactoria como de un acceso libre y sin límites al conocimiento, al pensamiento, a la cultura y a la información.
La biblioteca pública, acceso local al conocimiento, proporciona las condiciones básicas para el aprendizaje a lo largo de toda la vida, para decidir libremente y para el progreso cultural del individuo y de los grupos sociales”.
Dice un viejo proverbio hindú que un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; y destruido, un corazón que llora. Algunos corazones llevan llorando más de tres años en Rocafort.
En otra ocasión nos preguntaremos también por qué está cerrada la Casa de Cultura en este municipio. Por qué se les ha impedido a sus habitantes el derecho al disfrute de actividades culturales, música, exposiciones, talleres, teatro, proyecciones, recitales desde hace más de tres años. Nos lo preguntaremos, sí. Y tal vez, entre todos, encontraremos respuestas que puedan ser llaves con las que podamos abrir, por fin, esas puertas cerradas más de tres años.