Indagaciones y reflexiones sobre el museo de la emigración
'Y al llegar ustedes a esta tierra nuestra entregaron su talento y sus energías a intensificar el cultivo de los campos, a aumentar la producción de las fábricas, a avivar la claridad de las aulas, a edificar y formar sus hogares y hacer, junto con nosotros, más grande la nación mexicana'. Palabras de Lázaro Cárdenas, Presidente de México, dirigidas a los emigrantes y exiliados españoles
Fotografías: Pilar Guerrero
Asturias tiene muchas facetas que merecen nuestra atención y admiración. No puede decirse que se conoce el Principado sin una visita al municipio de Colombres (1.400 habitantes) declarado Bien de Interés Cultural en 2013 y Pueblo Ejemplar de Asturias en 2015.
En muchos pueblos asturianos se encuentran rincones de una belleza y atractivo singular. Se caracterizan por su patrimonio cultural, natural o histórico siendo de una variedad y riqueza inagotable.
Los españoles, tenemos una tremenda facilidad para desconocer e ignorar nuestro pasado. Esto, naturalmente, es una enorme desgracia, que entre otras razones, nos priva de conocer nuestras raíces.
Es cierto que en muy pocos lugares del mundo hay un museo dedicado a la emigración. Sin duda, uno de los más interesantes está en la Quinta Guadalupe. Se trata de la Fundación Archivo de Indianos, que nos ha llamado poderosamente la atención.
Nuestro país ha sido, desde hace algunas décadas, receptor de inmigración. Los inmigrantes vienen a ganarse el sustento y con su trabajo contribuyen a engrandecer el país que los ha acogido realizando, además, aquellas tareas, que en muchos casos, otros no están dispuestos a llevar a cabo. Sería tremendamente injusto que no recordáramos que durante varios siglos, incluidos el XIX y el XX hasta los años 70, hemos sido un país de emigrantes.
Un pueblo laborioso como es el asturiano ha visto durante mucho tiempo marchar a sus hijos a América, algunos para no volver nunca, otros, los menos, para regresar enriquecidos y contribuir al desarrollo de sus lugares de origen, creando hospitales, escuelas… construyendo magnificas quintas o casas señoriales e incluso dejando testimonio funerario de su distinguida posición.
La huella indiana tiene su epicentro en el municipio de Colombres. Aproximémonos a la hermosa Quinta Guadalupe, sede del museo, que produce una sensación apacible con sus magnolios, tilos y bien cuidado jardín. El palacete es realmente atractivo. El museo ocupa las tres plantas del edificio y es un lugar destinado a guardar la memoria… porque el pasado ayuda a explicar el presente y a valorar los esfuerzos de los asturianos, que en medio de la miseria reinante, tuvieron que ganarse el sustento en países lejanos de ultramar.
Es un acierto que aquí y allá aparezcan maletas de cartón, fotografías que ponen de manifiesto el dolor de las despedidas y que reflejan la pobreza y precariedad de la que se huye. Las esperanzas, el miedo de esos hombres anónimos rescatados del fondo del tiempo pero también, su firme tesón siguen siendo ejemplares, por su férrea voluntad de superar los obstáculos y seguir adelante.
El museo es original, reivindicativo y tiene un alto valor histórico y sociológico. La Quinta Guadalupe, fue construida en 1906, a expensas de Iñigo Noriega (un asturiano enriquecido en México), que según cuentan en Colombres, llegó a poseer una extensión de terreno superior a Asturias. Fue amigo del dictador Porfirio Díaz, participó en negocios y asuntos turbios, que por esos vaivenes de la historia, lo perdió casi todo tras la revolución mexicana.
Los tres pisos de la casona, albergan y custodian mobiliario, recuerdos y objetos procedentes de los Centros Asturianos de México, Argentina, Cuba y otros lugares. Se trata de un material museográfico y documental excelente. Acompañan a estos objetos, otros de uso doméstico, carteles de compañías navieras, comedores, gabinetes, salas de lectura que nos recuerdan como era un palacete indiano y muchas otras cosas.
Desde luego, el museo hace hincapié en la epopeya migratoria y en los aspectos más destacados de ésta como los preparativos del viaje o el choque cultural que siempre supone adaptarse al país de acogida.
Es de justicia poner en valor lo que aportaron, como las palabras de Lázaro Cárdenas, recogidas en el frontispicio de este artículo ponen de relieve, incidiendo en la importancia de los emigrantes y exiliados españoles para el desarrollo de México. También, nos ha llamado la atención un espacio que se dedica a la Guerra Civil, donde existe un bronce de Mariano Benlliure (1937) dedicado al General Miaja, defensor de Madrid. No se puede decir, desde luego, que esté de más.
Observemos, con atención y cierta perspectiva el exterior de la Quinta. El conjunto, con su color azul, produce una impresión ecléctica pero armónica. Con sus influencias modernistas, caribeñas e italianas, que se repiten en otras casas y quintas indianas, cada una de ellas singular en su concepción arquitectónica, como la casona de Noriega, la Casa Roja, la Quinta de Buenavista, la Casa de Piedra, la Mansión del Abuelo o El Cantu, que merecen un paseo pormenorizado por las calles de Colombres y alrededores admirando sus fachadas y estilos arquitectónicos ya que desgraciadamente, no es posible visitar su interior.
La Fundación Archivo de Indianos-Museo de la Emigración, también cumple otras funciones. No sólo pone de relieve la vida cotidiana de los emigrantes sino realiza una labor pedagógica y divulgativa y apoya y facilita las investigaciones vinculadas con esa forma de éxodo económico desde distintas ópticas, puntos de vista y aplicaciones: estudios, tesis doctorales, publicaciones…
Antes de abandonar Colombres estimamos conveniente realizar una visita al cementerio, que pese a su actual estado de descuido es muy ilustrativo de cómo los indianos enriquecidos, trasladaban más allá de la muerte los símbolos externos de su poder y de su prestigio social.
Es de destacar el papel que los indianos jugaron en el desarrollo e impulso económico de sus pueblos natales. Citemos, también, que Iñigo Noriega fundó en México una ciudad a la que llamó Colombres, en claro homenaje a su terruño, de la misma forma que la Quinta Guadalupe se erigió en honor de Guadalupe Castro, su esposa.
La huella de los indianos se extiende más allá de Colombres pero este municipio asturiano, es desde luego, su epicentro. Si el viajero o visitante ocasional tiene ganas de conocer más, en sus alrededores, también, puede encontrar casas indianas en Bustio (Villa Delfina) o en Villanueva donde existe otra Quinta, hoy convertida en hotel.
El Museo de la Emigración es una excelente idea y una invitación a tener presente, no permitiendo que caiga en el olvido, el ímprobo esfuerzo que los emigrantes han venido desarrollando a lo largo de los siglos… en una silenciosa gesta.
Causa hastío y repugnancia la insolidaridad y la falta de sensibilidad que demostramos a diario hacia los emigrantes, refugiados, desplazados y quienes se ven abocados por hambrunas, guerras o persecuciones a buscar un lugar donde, simplemente, poder vivir con dignidad y ganarse el sustento.
Creemos que Europa se está jugando buena parte de su futuro con la crisis de los refugiados y, desde luego es horrible y estremecedor que existan muros, como el que pretende construir Donald Trump o que los pasos fronterizos se llenen de alambradas o los miles e incluso cientos de miles de hombres, mujeres y niños que han muerto en el Mediterráneo, intentando poner pie en Italia, España o Grecia, que consideran poco menos que la tierra prometida, como nosotros en el pasado.
Quizás pensamos poco en los emigrantes. Quizás debemos abandonar nuestra torre de marfil para comprender mejor este angustioso problema que causa centenares de víctimas a diario ante nuestra indiferencia.
Ponemos fin a estas reflexiones, con el convencimiento de que iniciativas como el Museo de la Emigración de Colombres contribuyen a recordar lo que fuimos… y tal vez, a que nos avergoncemos de hasta donde hemos llegado.