Relatos imprevistos
Blas González de la Fuente
Editorial Nueva Estrella, 2019
Poeta siempre y narrador que se hallaba a la espera desde hacía tiempo, Blas González de la Fuente, tras haber publicado cuatro libros de poesía, presenta su primer libro en prosa, ‘Relatos imprevistos’, editado por Nueva Estrella. Nombre de editorial premonitorio y que parece querer anticipar el éxito literario de una obra, formada por veintidós relatos breves, con la que el autor cumple su estreno como narrador. Relatos que van a llevar a los lectores desde las playas de la ahora en litigio península de Crimea – relato inicial del libro – hasta el entorno rural del abulense Valle del Tiétar, tierra natal de Blas González de la Fuente, pasando también por Alemania y Polonia, las orillas del Danubio y el Oder, la Donostia vasca y el camino de Santiago. Todo un viaje, sin duda.
Veintidós relatos breves en los que se desarrollan asuntos tales como enredos amorosos, anécdotas viajeras, personajes que protagonizan sus particulares historias, así como determinados momentos autobiográficos del autor que la memoria ha seleccionado y retenido hasta convertirse en literatura. Porque si ahora abunda la llamada poesía de la experiencia, aún ha resultado siempre más frecuente la crónica en prosa de la experiencia personal. Una narración donde el escritor maneja sucesos observados, vidas ajenas y recuerdos propios para ilustrar, esclarecer y describir el pulso de la existencia cotidiana. Fórmula literaria que Blas González de la Fuente despliega con una gran soltura, de modo pragmático y realista, mediante una voz próxima y sagaz que utiliza siempre la primera persona para expresarse.
Voz narrativa que, sin excluir el hallazgo de imágenes y metáforas felices, encuentra su mejor tono en la utilización de un lenguaje cuajado de expresiones y dichos coloquiales propios del grave y rico castellano de Ávila, aquel en el que se criaron Santa Teresa y San Juan de la Cruz, lenguaje en el que el autor incluye también términos tan localistas como ameal (almiar), cagachín (mosquito pequeño), mollina (llovizna) o coscurro (cuscurro), Y llama asimismo la atención el empleo en algunos relatos de nombres propios de personajes masculinos comunes antes mas poco corrientes en estos tiempos, así Pilar, Guadalupe o Rosario.
Un estilo literario, el de Blas González de la Fuente, escueto, sobrio, sin énfasis y nada dado al lirismo sensiblero o la queja desgarrada por duro que sea el tema que aborda, sin por eso dejar de transmitir una visión benévola y comprensiva de la condición humana. Mirada cercana y atenta que no niega pero que tampoco se recrea en el patetismo y la falsa moralidad. Estilo animado a su vez por una avispada ironía, lindante en ocasiones con una cierta actitud socarrona, más nunca cruel, producto natural del conocimiento y la experiencia.
Escritura, pues, con aire clásico y sabor actual, juiciosa, contenida, alejada de modas, y que genera un acogedor ámbito de lectura, repleto de perspicacia y humanidad. Ese espacio cómodo y ameno que se busca para escapar de la prisa y la intranquilidad de los quehaceres diarios. Literatura distendida y, al tiempo, penetrante. Un libro para recomendar y que abre el camino de nuevas entregas en prosa del buen poeta y escritor Blas González de la Fuente.