Julián Zugazagoitia desarrolló una intensa labor intelectual pareja a su tarea política en el socialismo español. Fue un activo periodista en La Lucha Social, el semanario socialista vasco, pero también trabajó como colaborador en El Liberal, donde firmaba con su nombre o con el pseudónimo de Fermín Mendieta. En Madrid escribió mucho para El Socialista, al que llegó a dirigir en tiempos de la Segunda República. También colaboró con algunos periódicos catalanes. Por fin, puso en marcha Cuadernos de Trabajo Social, en Bilbao, aunque solamente salieron unos pocos números.
Como escritor habría que destacar su trilogía de biografías noveladas sobre Pablo Iglesias, Una vida heroica (1925), Tomás Meabe, Una vida humilde (1925) y otra con tintes autobiográficos, Una vida anónima (1927). Importante es también su trilogía sobre la huelga y la vida socialista, El Botín (1929), El asalto (1930), y Trabajos Clandestinos, que escribió en la cárcel en 1934, donde estuvo por su participación en la Revolución de octubre, y que no se publicó. Estas últimas obras tienen su importancia porque son precursoras de la posterior novela social, y por algunas innovaciones.
En París, en el exilio, antes de la ocupación nazi y de ser entregado a las autoridades franquistas para ser fusilado, dirigió la revista Norte, además de colaborar con la prensa argentina. Sus testimonios sobre la guerra civil fueron recopilados y publicados en 1940 con el título de Historia de la Guerra de España.
Por fin, no podemos dejar de reseñar que nuestro protagonista fue un gran conocedor de la narrativa de su época, con especial dedicación a la rusa.
Pues bien, en este artículo queremos acercarnos a su papel como conferenciante en favor de los trabajadores, enseñando sobre la importancia de la literatura, a través de la conferencia que impartió en Bilbao en enero de 1924 con el título de ‘Divagaciones sobre la cultura popular: Libros y autores’. La charla tuvo lugar en una Biblioteca municipal. Ese fue el motivo por el que el conferenciante comenzó expresando la importancia de frecuentar las bibliotecas populares y el deber municipal de dotarlas económicamente para la compra y renovación de los libros que se considerasen necesarios según un ‘criterio sano’, que no tenía nada que ver, según Zugazagoitia, con la opinión de quienes habían dividido a los autores en ortodoxos y heterodoxos.
Después comenzó a hablar sobre la literatura eslava que, como hemos expresado, conocía perfectamente. Le interesaba destacar la influencia que dicha literatura había tenido en el surgimiento de los movimientos revolucionarios rusos. Se detuvo en la vida y obra de Máximo Gorki por la posición que adoptó dicho novelista ante las Revoluciones rusas de 1917.
Después se sirvió de una narración de Anatole France titulada Crainquebille para demostrar el valor demoledor de la sonrisa del escritor francés, ya que no pensaba que fuera un escéptico, sino un defensor del triunfo de la bondad, un buscador de la justicia, empleando la ironía y la filosofía para combatir la intransigencia y la crueldad.
Siguió con dicha obra del autor francés porque en la misma se planteaba una de las grandes cuestiones de la vida, la de la justicia, ejercida por unos magistrados que habían de conceder más veracidad a la declaración de los agentes de la autoridad que a los ciudadanos que ofrecían libremente la verdad. Debemos recordar que esta narración se publicó en 1901 y cuenta la historia de un comerciante de nombre Crainquebille que es sentenciado por insultar supuestamente a un oficial de policía. Es la historia de un error judicial y de cómo sus consecuencias pesaron en el protagonista.
La conferencia terminó interpretando las palabras bíblicas, ‘quien añade ciencia, añade dolor’, considerando que había que buscar en los libros la ciencia, el dolor, pero el dolor fecundo, con el que el hombre podría instaurar un mundo menos brutal, más armónico.
Hemos consultado el número 4659 de El Socialista sobre la crónica que publicó La Lucha de Clases. Sobre Zugazagoitia podemos acudir al Diccionario Biográfico del Socialismo Español. El autor de este artículo tiene un trabajo en Nueva Tribuna (noviembre de 2015) titulado, ‘El intenso compromiso del joven Julián Zugazagoitia’.
Por otro lado, existe una nutrida bibliografía sobre nuestro protagonista: A. Mateos López. ‘Julián Zugazagoitia: pasión y muerte de un dirigente socialista 1937-1940’, en Sistema, nº 99 (1990); J.M. Villarías Zugazagoitia La obra periodística de Julián Zugazagoitia Mendieta de 1922 a 1940 (Madrid, Tesis doctoral de la Universidad Complutense de Madrid, 1998) y ‘Julián Zugazagoitia, cien años y un recuerdo’, en Temas para el Debate, nº 57-58 (1999); F. Martínez Rueda. ‘Julián Zugazagoitia: socialista bilbaíno, defensor de la República, víctima del franquismo’, en Bidebarrieta, nº XVIII (2007).
Por otro lado, el lector español tiene un trabajo sobre la obra citada del escritor francés en la conferencia de Zugazagoitia, de Ignacio Iñarrea de las Heras, titulado ‘Significación de los diálogos en Crainquebille, de Anatole France’ en una obra colectiva titulada Les Chemins du texte, 1998, págs. 285-298.