El Siglo XIX se caracterizó por su inestabilidad con pronunciamientos, revoluciones y guerras de carácter civil o colonial. La etapa más tumultuosa resulta sin duda la del sexenio democrático o revolucionario (1868-1874) que supone el periodo inicial de la traumática transición desde un liberalismo de signo conservador a una situación democrática cuando se derroca la monarquía.
Los intentos por establecer una nueva dinastía en España no fructificaron por la inestabilidad política a pesar de que el candidato elegido Amadeo de Saboya, pertenecía a una dinastía que era considerada liberal por las clases medias españolas, por haber sido la unificadora de Italia. La dimisión del Rey Amadeo I de Saboya (1873), por la oposición de los partidos políticos a su gestión y los conflictos bélicos carlista y cubano, provoco el cambio de sistema de Gobierno en España. El federalista Francisco Pi y Margall presentó la propuesta republicana a sus señorías en Cortes. La Asamblea Nacional aprobó el advenimiento de la I República en las Cortes, por mayoría absoluta, el día 11 de febrero de 1873. El partido republicano llegó al poder lastrado por sus divisiones internas entre unitarios y federados y éstos a su vez entre intransigentes y moderados según su modelo de construir el estado. Los primeros pretendían gobernar desde abajo por medio de asambleas como órgano representativo y los segundos desde arriba desde las instituciones para salvaguardar el orden. Estanislao Figueras asumió los cargos de jefe del Gobierno provisional y del Estado. El nuevo Ejecutivo estaba integrado por progresistas y republicanos federales. La etapa de Estanislao Figueras se caracterizó por la inestabilidad política con la proclamación efímera del Estat Catalá y la crisis económica con el incremento del déficit y el paro. La discusión sobre el carácter unitario o federal de la república originó dos intentos de golpes de estado por parte de la oposición radical, en febrero y abril, para acabar con los republicanos federales lo que radicalizo dos posturas prácticamente irreconciliables.
El Gobierno provisional convocó elecciones a Cortes Constituyentes en mayo de 1873. La abstención resultará muy elevada tanto por la guerra carlista como por el retraimiento de los monárquicos. Los republicanos federales obtuvieron la mayoría absoluta de la Cámara. Las Cortes Constituyentes aprobaron el establecimiento de la República Federal, el día 8 de junio de 1873. Los federalistas, a su vez, apostaban por hacer una división territorial del Estado en cantones independientes, a imitación de Suiza. Las discusiones internas en el seno del Consejo de Ministros causaron la dimisión del presidente Estanislao Figueras. Las Cortes eligieron como sustituto al federalista Francisco Pi y Margall al día siguiente. El presidente Pi y Margall impulsó el proyecto constitucional creando una comisión. El borrador de la Carta Magna recogía entre otros principios el Estado federal contemplando una división territorial de España en diecisiete Estados soberanos con autonomía plena pada dotarse de una constitución y gobierno propios. La impaciencia de los republicanos federalistas ante la lentitud en la aprobación del proyecto constitucional provocó el estallido de huelgas revolucionarias y la fundación de cantones independientes en el Levante y Andalucía. El presidente Pi y Margall presentó la dimisión irrevocable el 18 de julio, ante las críticas que recibió de la cámara por su oposición a reprimir el movimiento cantonal enviando al ejército. Málaga, Sevilla y Cádiz fueron las poblaciones en las que se produjeron agitaciones, siendo especialmente grave los casos de Alcoy y Cartagena.
Las Cortes designaron nuevo presidente a Nicolás Salmerón. El nuevo jefe del Gobierno erradicó los cantones independientes entre el 26 de julio y el 8 de agosto, mediante el envío del ejército a las zonas sublevadas. En Murcia, la Junta Cantonal abandonó la capital con destino a Cartagena ante la inminente llegada de las tropas del general Martínez Campos. La ciudad portuaria se convertiría de esta forma en el último bastión del cantonalismo en España. En Cartagena, los republicanos federales habían proclamado el cantón el 12 de julio de 1873 mediante la colocación de la bandera roja (símbolo revolucionario) en el castillo de San Julián. Los cantonalistas ocuparon el Ayuntamiento, el Arsenal y las baterías de costa. El cantón de Cartagena permaneció independiente del Gobierno central debido al poderío de la Flota española asentada en su puerto (cinco fragatas, dos vapores y una corbeta) y al sistema de fortificaciones de la ciudad costera. Roque Barcia dirigía la Junta Revolucionaria y el guerrillero Antonete Gálvez asumió el cargo de comandante en jefe del ejército cantonal. El líder revolucionario delegó el mando de la Flota en el general Juan Contreras. Los sublevados intentaron sin éxito la expansión de su territorio hacia el interior con incursiones por Hellín, Orihuela y Lorca, y utilizaron la Armada como instrumento de intimidación para financiar el mantenimiento del cantón a costa de los impuestos de las ciudades costeras de Alicante, Torrevieja, Águilas, Mazarrón, Vera y Almería. La Junta Revolucionaria creó el periódico ‘El Cantón Murciano’, para la difusión de sus ideas y noticias, y emitió el duro cantonal como moneda propia, aprovechando la riqueza mineral de la región.
El movimiento cantonalista fracasó en el resto de la provincia, en cuyos ayuntamientos había una mayoría de republicanos moderados. Los cantonales iniciaron entonces un proceso de expansión territorial que pretendía extender su apoyo por toda la provincia e incluso a los pueblos de las regiones limítrofes. Por el interior los cantonalistas murcianos avanzaron por Librilla, Alhama y Totana estableciendo juntas Cantonales que fueron provisionales. Por otra parte fuerzas cartageneras marcharon sobre Lorca a la que impusieron un impuesto. También por mar hicieron expediciones sobre las poblaciones costeras de Mazarrón y Águilas con este objetivo. El sobresalto a este última llegó el día 15 de Julio cuando se presentó el diputado Alfredo Sauvalle con la intención de disolver el ayuntamiento e instalar en su lugar una junta revolucionaria partidaria del movimiento cantonal a lo que se negara el alcalde Carlos Acuña. No tardaran en producirse una reacción. La fragata Fernando el Católico salió de Cartagena el 18 de julio llevando fuerzas a Mazarrón y Águilas, que terminaron por unirse a los cantonales al carecer de fuerzas para hacerles frente. Los cantonales desembarcaron en Águilas pacíficamente quedando constituida la junta local el día 19 estando presidida por José Hernández como alcalde siendo secretario Alfredo Cervetto. El Comité creado no tomo posesión de su cargo por lo que el Juez municipal ante la ausencia de autoridad convoco a la antigua corporación para que volvieran a gobernar en la población. Temiéndose que volvieran los insurrectos el ayuntamiento acordara aplicar medidas poniendo puestos de vigilancia en el Castillo y Cabo Cope además de otros puntos intermedios entre la población y Cartagena para avisar con telégrafo de banderas si observaban algún movimiento. El Gobierno central como respuesta a las incursiones marítimas realizadas por los cantonales publico el Decreto de Piratería el día 20 donde consideraba a las tripulaciones de las fragatas sublevadas como piratas a las que aplicar las ordenanzas que la Armada determina dentro de su reglamento lo que permitía que pudieran ser interceptados por barcos gubernamentales o extranjeros. La respuesta desde Cartagena vino el día 22 cuando declaro como ‘traidores a la Patria y a la República Federal’ a los miembros del gobierno de Madrid. La tensión de esta manera iría en aumento.
En un intento por recaudar impuestos, los buques cantonalistas Vitoria y Almansa bombardearon Almería a finales de julio, y cuando se dirigían a Málaga, a principios de agosto fueron interceptados por las fragatas alemana Friedrich Karl y la británica Swifsure, en una acción por la que el Cantón estudio firmemente declarar la guerra a Alemania. Durante el mes de agosto las fuerzas institucionales iniciaron la ofensiva contra el movimiento cantonal con una escuadra al mando del contralmirante Miguel Lobo Malagamba que intento bloquear Cartagena fuertemente defendida por su baterías militares. Las campañas cartageneras continuaran en septiembre por la carencia de recursos que tenían lo que desde la prensa nacional era denunciando por la ineficacia del gobierno para acabar con su actividad de saqueo sobre todo después de haberse presentado en Torrevieja donde actuaron con total impunidad. La acción posterior que realizaran será contra Águilas. Los sucesos que se vivirán en la población serán de un enorme dramatismo. El día 16 de septiembre se presentaron en el puerto las fragatas ‘Numancia’, ‘Méndez Núñez’ y ‘Fernando el Católico’. No ocurrió como en las ocasiones anteriores en que los insurrectos no habían tenido ninguna resistencia al desembarcar produciéndose en esta ocasión un intercambio de disparos con la guarnición de carabineros que por ser inferiores no podrán hacerles frente retirándose. La más importante escaramuza tendrán lugar en el ancharon donde actualmente está el Placetón. Los principales hacendados que tenía Águilas Manuel Acuña, Francisco Ruano, Juan Antonio Fortún, Juan Capell y José Crouselles serán retenidos como presión imponiendo un elevado rescate de 20.000 duros para liberarlos teniendo que reducirse por no poder afrontar el pueblo aquella suma Iniciaron entonces los rebeldes un saqueo sistemático de la población así como de su campo El temor se apoderara de todo el vecindario viéndose que no respetaban ninguna propiedad.La población quedo en una delicada situación por quedarse sin reserva de alimentos. Los inmuebles con las sedes de cuerpos diplomáticos quedaran al margen por lo que muchos esconderán en ellas sus pertenencias para protegerlas.
Los insurrectos posteriormente visitaran Alicante, que se negó a unirse al Cantón, por lo que en la mañana del día 27 de septiembre iniciaron un intercambio de fuego con las baterías de tierra que durara cinco horas regresando a Cartagena sin que hubieran podido cumplir con el objetivo previsto No tardaran mucho en darse la noticia de que era posible un nuevo desembarco en Águilas. La población vivirá un nuevo episodio de pánico cuando la flota cantonal pase de nuevo frente a sus costas en Octubre aunque esta ocasión su destino será la cercana comarca del Almanzora (Garrucha, Cuevas, Vera) pero se temia un asalto terrestre huyendo los vecinos atemorizados. Esta situación de impunidad insurrecta hizo que el gobierno designara el mando al capitán Casimiro Carre Chicarro. La escuadra atacara por mar Cartagena el 26 de noviembre siendo Águilas un puerto estratégico abastecimiento. Mientras el ejército estrechaba el cerco a la ciudad insurrecta. Desesperados sus regidores mandaran una solicitud formal al gobierno de Estados Unidos para incorporarse a su territorio. No habrá tiempo de respuesta ocupándola el gobierno central la noche del 2 de Enero de 1874.
El presidente Emilio Castelar que había dirigido el país desde la renuncia de Nicolás Salmerón por motivos de conciencia al no querer firmar una sentencia de muerte, asumiendo poderes extraordinarios por la grave situación, volvió a convocar a la cámara el 2 de Enero de 1874 para rendir cuentas y anunciar que había terminado el problema cantonal, perdiendo la votación de confianza por lo que dimitirá. Durante la votación del presidente tendrá lugar el pronunciamiento del general Manuel Pavía que dará término a la primera república, resultando paradójico que las dos opciones enfrentadas en el conflicto cantonal acabaran paralelamente.
Terminaba de esta manera un convulso periodo histórico en el que el vecindario de Águilas se había visto involucrado de forma directa como escenario principal de los sucesos acontecidos.