enero de 2025 - IX Año

ALBRICIAS / Cálculo

Creo que a nadie se le escapa cuando está en el supermercado que una promoción donde diga respecto al precio de un producto que le gusta mucho, tanto que no puede dejar de sucumbir a la tentación de comprarlo, donde una unidad cuesta 3,60 euros pero que si te llevas un pack de tres unidades el precio total asciende a 9 euros, eso sencillamente significa económicamente en términos marginales que la última unidad la han rebajado en un 50%.

También siguiendo la senda numeral e incorporando el factor tiempo creo que todo el mundo sabe que si cobra a final de mes un salario neto de 1.800 euros y ese mes ha trabajado ciento sesenta horas, a razón de ocho horas diarias durante cinco días semanales durante las cuatro semanas manteniendo constante el ritmo productivo, ha recibido 11,25 euros netos por hora trabajada.

En definitiva, con ese salario neto, de hacerlo, habrá dedicado cuarenta y ocho minutos de su trabajo para adquirir el pack promocionado. Si las tres unidades dado el incontenible deseo de hacerlo se las come en un tiempo inferior a esos minutos de dedicación para conseguirlo, y además la energía y los nutrientes que le aporta esa cantidad de producto los gasta su cuerpo también en un tiempo inferior a cuarenta y ocho minutos, es obvio que emplea más tiempo y esfuerzo en conseguir el pack que beneficios en nutrientes y tiempo de disfrute le proporciona, la intensidad del placer es subjetiva. Y son unas cuantas las veces, por prescindir de los cálculos, en las que caemos en semejantes hábitos de consumo.

Con base en la utilidad de hacer cálculos propongo un juego de imaginación.

Tomando como punto de partida la edad de esperanza de vida en España, 83 años, imaginemos que tras haber vivido en términos estimativos un sesenta por ciento de su vida está en una situación de suerte, es decir libre de grandes preocupaciones y desvelos, donde solo tiene diariamente que afrontar los inconvenientes mundanos que toda vida por el hecho de vivirla, tiene. Imaginemos también que su esfuerzo le ha proporcionado un patrimonio que puede sin reparos calificarse de solvente, y por tanto disfruta de un desahogado confort. Además, sabemos que hasta este preciso momento ha trabajado veinticinco años.

De repente en esa situación le diagnostican una enfermedad mortal, donde le dicen que le queda como mucho un mes de vida. Pero que afortunadamente [Tanto para el paciente como para el laboratorio] se ha descubierto un tratamiento extremadamente caro que sin límite alarga la vida con una calidad más que satisfactoria [como la que tenía justo antes de la enfermedad] pero que cada dosis lo hace de forma exclusiva por periodos mensuales, y cuyo precio dada la significativa escasez de dosis y lo que proporciona, por desajuste entre la demanda y la oferta, es desorbitado, y que por tanto, para respetar el principio de igualdad de oportunidades, se paga no en términos monetarios absolutos sino en porcentajes de patrimonio, con independencia de la cuantía de este, adjudicándose las dosis al mejor postor por licitación.

Haciendo una rápida valoración de la situación ¿Le parece mal el precio? De encontrase ante tal situación ¿Qué haría? ¿Le parece más abusivo que la promoción del supermercado? ¿Le parece que el laboratorio se aprovecha del mal ajeno? A mi desde luego me parece una fantástica oferta, que aceptaría sin dudar.

Si usted no quiere morir, y sus herederos en ese momento son lo que menos le importa, deberá pujar para disfrutar de una dosis y como lo tiene que hacer en porcentaje de patrimonio, desconociendo lo que pujara cualquier otro enfermo en su situación, racionalmente deberá buscar un equilibrio entre la cicatería que sería mortal y el despilfarro que no es menester.

Imaginemos que es usted devoto de Aristóteles y para asegurarse decide ofertar el 50% de su patrimonio, y le conceden la dosis, en este caso por un mes más de vida habrá abonado doce años y medio de trabajo; visto el buen resultado de la experiencia decide repetir y ofrece de nuevo otro 50% de su patrimonio lo que supone en esta segunda ocasión el trabajo de seis años y tres meses; si repetimos la estrategia por el tercer mes de vida obtenido pagaremos tres años, un mes y quince días del esfuerzo invertido en nuestra vida laboral, para curiosamente el cuarto mes de vida adicional solo costarnos un año seis meses y ocho días.

Obsérvese que así podríamos por reiteración seguir pujando mes tras mes, siempre que obviamente el porcentaje del cincuenta por ciento nos adjudicase la dosis, y de esta forma el límite de la función del cincuenta por ciento de nuestro patrimonio tendería a cero pero sin ser nunca exactamente cero, de forma y manera que con este método de precio relativo fijado por el laboratorio podríamos vivir sin problemas superando incluso la edad establecida como la de esperanza de vida; mientras mucho tiempo antes habrías dejado de poder acceder a la aparentemente promoción en precio absoluto del supermercado que por mucho que te guste el fantástico producto no creo que lo aprecies más que a tu vida.

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Archivo Entreletras

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