enero de 2025 - IX Año

Tzara: un poeta por reivindicar

Tristan Tzara. Retrato de Robert Delaunay

Es incontestable la diferencia entre el relato oficial de la historia que llega a nosotros, y la realidad de los hechos. Insondables son los agujeros negros del cosmos. Uno de los mayores agujeros negros de la historia literaria se corresponde con el autor que aquí nos ocupa. La importancia y primordial influencia del movimiento Dada en el devenir del arte del siglo XX, es inversamente proporcional al conocimiento que de la obra de su principal instigador y propulsor se tiene. Me refiero al poeta de origen rumano Tristan Tzara, cuyos 7 manifiestos dada aún continúan provocando y mostrando a generaciones jóvenes el camino libre y liberador de la actividad artística.

Además de ese ostracismo, son numerosos los marbetes peyorativos sobre él, de los que algunos aún pululan por internet: impostor ávido de propaganda (en carta de Breton), terrorista llegado de Zúrich, judío rumano, nihilista, propagador del antiarte, y tildado irrisoriamente de germanófilo y más tarde de comunista. Hoy sería un tóxico y un antisistema. No por casualidad en diferentes actos siempre se me pregunta ¿cómo conociste a Tzara?, es prueba evidente de la dificultad para encontrar algo sobre su figura que ha experimentado el público. Sean estas líneas acicate para profundizar en su legado y divulgar “tan necesario evangelio”, en palabras de Fernando Arrabal. Nos limitaremos, por falta de espacio, a enumerar las causas de este ostracismo, a resumir el mensaje dadaísta y a esbozar las diferencias entre Dada y surrealismo, Tzara y Breton y, por último, explicar las etapas en la obra de Tzara.

Las causas se podrían clasificar como de cinco tipos, editoriales, sociales, conceptuales, políticas y personales. Referidos a la primera como causa primordial del desconocimiento casi absoluto de Tzara nos encontramos que las tiradas de sus libros fueron de escasos ejemplares y muy pocos han sido reeditados, y además apenas existen traducciones en algún idioma. En español exceptuando los mencionados 7 Manifiestos, El hombre aproximado, del que existen dos traducciones y más recientemente, De nuestros pájaros, el resto de su obra permanece inédito y, sabido es, de la ignorancia nace el desprecio. Obvio la infame perversión de Primeros poemas rumanos auspiciada por P.U.Z., pufo de la editorial de la Universidad de Zaragoza, y que desgraciadamente tiene inmenso eco en las páginas de internet, llegando a ser casi exclusivamente éstos los poemas publicados en la red, ¡cuánto daño impune!

Entre las segundas destacamos el carácter endogámico y xenófobo del patriotismo en todas las naciones, el chauvinismo en el caso francés, que erigió como “pontífice” del Surrealismo al compatriota André Breton en detrimento del “judío rumano”. Como se dice popularmente para vestir a un santo hay que desnudar a otro. Es claramente injusto y muy revelador que hasta 1947 no se le concediera a Tzara la nacionalidad francesa, ¡20 años después de su llegada a París!, tras haber militado en la Resistencia y haber sido perseguido por el Régimen de Vichy y haber luchado su hijo Christophe en las trincheras contra los alemanes.

Conceptualmente, el carácter subversivo anticapitalista del mensaje dada, y revolucionario en lo artístico, es también causa fundamental de su marginación y silenciación. Dada transgredió todas las leyes de la sintaxis, descompuso las palabras, anuló la diferenciación de géneros, abolió los signos de puntuación, Tzara conservó en su biblioteca las galeradas de Alcools de Apollinaire donde se demuestra ese proceso de eliminación y a cuyo estudio dedica un esencial e inédito ensayo. Con Dada se abandonó metro y rima creando el imperio del versolibrismo, se experimentó, inventó, instigó, provocó, creó a partir del absurdo, de lo efímero y del caos, frente al orden institucional, lógico e inmutable, ante la rigidez, la estabilidad y la permanencia defendió la inmanencia, el perpetuum mobile, el cambio continuo, el devenir natural del tiempo, nada permanece (Heráclito). Se reivindica la contribución del azar a lo largo del proceso creativo y la asunción de la importancia del inconsciente, pero matizado por la voluntad creadora no con el valor absoluto surrealista. Todo ello atenta contra el orden burgués, y sus hipócritas y falaces convenciones: patria, ley, religión, “todas esas imbecilidades”, y obviamente Dada sigue dando miedo, sigue siendo considerado, incluso hoy en día, como peligroso para el sistema. Sus ideas del arte como sinónimo de la vida, arte que nos diferencia del comportamiento animal, arte como genuina actividad del espíritu, y del producto creativo libre y solidario, fruto de ella, que no puede ni debe ser un objeto más de especulación, atacan directamente los intereses que conciernen a la “industria” (cultural, literaria y artística). El arte no es una profesión ni un oficio, no es un medio sino un modo de vida. no hay vida que no sea en sí misma arte y éste, basado en la libre imaginación y la instintiva inquietud humana, e inherente a todos, “la poesía debe ser hecha por todos, no por uno”, escribió Isidore Ducasse.  Es inaudito que los esenciales ensayos de Tzara nunca se hayan publicado, solo aparecen recogidos en las Obras Completas, pero aún siguen vigentes, mal que les pese a algunos, todos estos conceptos dadaístas, no hay vida que no sea en sí misma arte. El arte como cualidad humana esencial, inherente a todos, “la poesía debe ser hecha por todos, no por uno” escribió Isidore Ducasse, como una genuina actividad espiritual que nos diferencia de los animales y su ejercicio, práctica cotidiana, y resultado creativo, libre y solidario, fruto de ella, no puede ni debe ser un objeto más de especulación, es concepto que ataca directamente los intereses que conciernen a la “industria” (cultural, literaria y artística). Dada no fue un antiarte sino que cuestionó la función del arte y desenmascaró el arte mercantilizado, considerado como inversión y al servicio de la burguesía.

La absoluta honradez e integridad personal que se deriva de la postura política de Tzara, choca de frente con el oportunismo político. En un principio, por sus publicaciones en Alemania y su colaboración de artistas dada de ese país, fue tildado de germanófilo y colaboracionista, luego de estar al servicio del Kremlin, pero su compromiso político es incuestionable y su apuesta por la libertad y la justicia social, que mantuvo durante toda su vida, no menoscababa su independencia personal,  apoyó a la República española, luchó con su hijo contra la invasión alemana, defendió políticas anticolonialistas, y esa misma  independencia le permitió permanecer únicamente diez años en el PCF, desde 1947 a 1956 cuando se produjo la invasión de Hungría. Todo ello fue otro gran obstáculo para la difusión de su obra. No obstante, no hemos de olvidar que “la política no es el fuerte de los dadaístas”, como afirman en El antiedipo Deleuze y Guattari.

Cabaret Voltaire, de Zúrich

No menos influencia aún sigue teniendo en esta marginación, la mórbida manía persecutoria contra él de André Breton, cuya sombra se extiende todavía.  La relación entre ambos evolucionó del amor a distancia al enfrentamiento vecinal, es muy esclarecedora la correspondencia entre ambos, que sólo se ha podido conocer cincuenta años tras la muerte de Breton, por imposición testamentaria, dato elocuente. Las discrepancias entre Breton y Tzara llegaron incluso a la violencia, son famosos sus cuatro enfrentamientos públicos : Proceso Barrés, Congreso de París, representación teatral del Corazón a gas, en la que Breton rompió el brazo a André Masson y ya mucho tiempo después en el año 1947, el rencor continuaba y Breton junto con otros surrealistas intentó boicotear la conferencia impartida por Tristan en la Sorbona, “El Surrealismo y la posguerra”, en la que se criticaba la huida a Nueva York de algunos surrealistas durante la ocupación alemana. Y es totalmente esclarecedora una carta dirigida por Breton a Doucet, coleccionista y mecenas que lo contrató como asesor de adquisiciones, en diciembre de 1921, en la que, justificando sus desencuentros con Tzara por la terquedad de éste en mantener sus principios, confiesa haberse convencido de que es preciso hacer concesiones al gusto del público (sic). Eran dos personalidades muy distintas, Breton homófobo, autoritario, descortés, engreído, acomplejado por su miedo a la soledad y con rasgos bipolares, era esclavo de sí mismo y Tzara era un hombre discreto, comedido, auténtico, fraterno, solidario y luchador revolucionario, era un hombre libre, como atestigua, en la biografía de François Buot L’homme qui inventa la révolution dada, la prestigiosa periodista Madeleine Chapsal. que entrevistó a ambos poco antes de morir: “…sus principios y consignas eran idénticos, pero sus maneras de vivirlos eran opuestas. Breton se creía un gran hombre, se había forjado una leyenda que defendía a capa y espada. Tzara huía de todo lo que sonase a fosilización. Estaba enfermo, por supuesto, pero yo sentía en él una deliberada voluntad de volatilización, no por modestia sino para disfrutar mejor de todo, de un instante, de una emoción, de una idea, de un reencuentro… En definitiva, Tzara era libre, mucho más que Breton. Su mera presencia me estimulaba, me sentía llena de energía…”.  Es impresionante la cantidad de estudios y bibliografía sobre Breton y el Surrealismo, por contra, los libros y textos de Tzara, existen por el magnífico trabajo realizado por Henri Behar en la edición de las Oeuvres complètes.

Las diferencias entre el movimiento dada y la escuela surrealista no eran de gran calado, algunos críticos llegaron a llamar al surrealismo “el dada francés”. Sigo el balance-resumen final de Michel Sanouillet en Dada à Paris. Es incuestionable el carácter precursor cronológica e intelectualmente de Dada sobre el Surrealismo, y que los artistas y las ideas dada pasaron directamente a militar en las filas surrealistas y los primeros surrealistas se inspiraron en las novedades que llegaban de Zúrich. Sin embargo, mientras dada era el heredero directo del romanticismo, que culmina su ímpetu revolucionario de liberación del individuo, los surrealistas entroncan con el legado simbolista. Dada fue un movimiento y como tal con fecha de caducidad. Se distinguían en pequeños detalles como la excesiva influencia del mundo onírico en los surrealistas, tal y como detalla Tzara en Granos y salvado, auténtico compendio de los conceptos tzaristas, La actividad delirante se sustituye conscientemente por la inspiración poética (Nota I) y más adelante en la Nota V….  el símbolo onírico, al concentrarse en un punto sobre una línea determinada por el límite entre el consciente y el inconsciente, extrae su sustancia de los hechos reprimidos, de la profundidad del subconsciente, de su conjunto, haciéndoles converger hacia ese punto cuyo proceso de eclosión a la plena consciencia (en regiones limítrofes) constituye el símbolo perceptible, mientras que el símbolo poético, que nace en la misma frontera, y representado también por un punto (que sería el proceso de su toma de conciencia a través de imágenes, metáforas, etc.), proyecta sobre el mundo exterior, por divergencia y en una forma superior, unos hechos que se corresponden con aquellos que yacen en estado latente en los confines del mundo interior». Y es esta causa esencial de discrepancia, ante la ensoñación pasiva de los surrealistas la preferencia por la acción dada y, por supuesto en la consideración del arte como oficio por los surrealistas y la actitud vital absolutamente basada en un ejercicio de libertad de dada, la tiranía del espíritu, dicho en metáfora oximorónica. Dada, como todo movimiento que de tal se precie, fue efímero, por el contrario, el surrealismo que, por su carácter doctrinal, más habría que calificarlo de escuela, sometida a un líder, sigue coleando un siglo después, como muestran los fastos de este año del centenario. El surrealismo en su devenir histórico, que llega hasta nuestros días se comporta más como una especie de religión, una secta con su doctrina y sus fieles; de hecho, la corriente surrealista ha entrado ya a formar parte de la tradición literaria (por defender y argumentar éstas ideas he sido expulsado de dos grupos surrealistas). Pero Dada y su mensaje, como no puede ser menos, ha superado la caducidad temporal, pervive y pervivirá siempre, porque está anclado en lo más profundo del ser humano.

El surrealismo es como ese aluvión torrencial que arrasa cuanto encuentra a su paso para depositar el lodo en el mar, Dada es ese manantial de agua cristalina con un intermitente e inapreciable hilito pero inagotable, que cala en la tierra y al encontrar una capa freática discurre bajo tierra y resurge para regar y hacer fértiles los lugares más insospechados.

Por simplificar, como herramienta didáctica, distinguiríamos en la obra de Tzara cuatro etapas: dada, surrealismo, compromiso político, final. La primera dadaísta, hasta 1924, con numerosos actos provocadores y una febril actividad creativa y proselitista. Tzara nacido en Moinesti en 1896, de nombre Samuel Rosentock, tras una infancia y adolescencia sacudida por enfrentamientos familiares y huyendo de la Primera Guerra Mundial, se refugia, como muchos otros jóvenes en Zúrich, junto a su amigo Janco, y donde se junta con Hugo Ball, su compañera Emmy Hennings, y Richard Huelsenbeck y crean el Cabaret Voltaire, en una antigua hospedería, no lechería como se ha divulgado. En ese espacio se sucedieron durante escasos cinco meses una serie de espectáculos, con formato de music-hall, que por su carácter innovador y provocador originaron una de las mayores revoluciones en el arte que el mundo haya conocido: Dada. Allí se iniciaron la performance, los poemas sonoros, la poesía simultánea, etc. Era la provocación elevada a la categoría de arte o viceversa, su eco se extendió rápidamente, primero a París y, simultáneamente por Alemania y Estados Unidos, pronto se hizo universal, fundamentalmente por la incansable labor de Tzara que era un auténtico prodigio en generar tácticas propagandísticas.

Llegada de Tzara a París

Durante la segunda, que podemos considerar surrealista, a pesar de sus desavenencias con Breton, publica sus dos obras más relevantes, el poema épico El Hombre Aproximativo y Granos y salvado.   La primera es un ambicioso poema cuya influencia posterior en la poesía francesa es comparable a la de Trilce de Vallejo en la española o a la de La tierra baldía de Elliot en inglés. La segunda es una magna obra, eslabón entre dada y surrealismo, formalmente un conglomerado de verso, prosa poética y ensayo que ejemplifica la abolición de géneros dadaísta y resume sus ideas sobre la creación artística. Sería excesivamente prolijo explicarlas aquí y carecemos de espacio. Del primer título hay dos publicaciones, en Visor y Castalia, y el segundo lo pueden leer en la web indicada al final de este artículo.

La tercera se caracteriza por el acrecentamiento de su conciencia social y de su gran compromiso político, tremendamente impactado por la guerra civil española, en la que se involucró en defensa de la causa republicana, también perteneció a la Resistencia e incluso entre 1947 y 1957 militó en el PCF, y posteriormente defendió causas anticolonialistas. El conflicto fratricida español le llegó a inspirar cinco poemarios: Sures alcanzados, Señal de vida, La cara interna, Sin disparar un tiro y En la brecha.  Parece increíble que ninguno haya sido publicado. España tiene una gran deuda con Tzara.

En su cuarta etapa, desengañado, dedicó los últimos años de su vida a investigar y buscar significados ocultos y descifrar anagramáticamente textos de Villon y Rabelais y, muy importante, a recopilar todos sus ensayos, escritos prefirió llamarlos él. Reitero, asombrosa y universalmente inéditos como obras exentas y solo recogidos en los tomos cuarto y quinto respectivamente de sus Obras Completas. En ellos, con un exquisito estilo lírico y utilizando como bisturís la dialéctica y el sicoanálisis, disecciona la evolución del arte desde los primitivos hasta Picasso y de la poesía desde Villon hasta Paul Éluard. Los dedicados analizar la evolución del arte los tituló, El poder de las imágenes, en ellos reivindica el arte de los primitivos, relata el descubrimiento por parte de Matisse de unas máscaras africanas en un anticuario, lo que dio origen al cubismo y dedica cinco escritos a Picasso, gran amigo durante toda su vida, y dos sobre Miró. Es tremendamente significativo que todas las primeras, y en muchos caos únicas, ediciones de sus obras estuvieran ilustradas por los mejores pintores de la época, además de los mencionados, Matisse, Giacometti, Ernst, Klee, Marcoussis, Masson, etc… Los escritos sobre poesía titulados Las Esclusas de la Poesía, recogen algunos artículos y conferencias de importancia capital, destaco:  El surrealismo y la posguerra, Situación de la poesía, El individuo y la conciencia del escritor, Gestos puntuación y lenguaje. Todos estos textos, reitero inéditos a pesar de su relevancia, diferencian y comparan dialécticamente entre los conceptos de poesía latente y poesía manifiesta, la primera basada en el pensamiento no dirigido y la segunda en el pensamiento dirigido, según los conceptos de Carl Jung, es decir distingue entre la poesía como actividad del espíritu y poesía como medio de expresión, sintetizando la preeminencia de una sobre otra según la época histórica.

Teórico dada-surrealista y militante comunista-antifascista. Dandy sobrio y elegante, de gran inteligencia y corta estatura, con un halo especial para posar en las fotografías. Defensor de su individualidad, siempre se sintió un hombre libre, solitario, recalcitrante y escurridizo pero socialmente muy bien relacionado. Profeta literario y vidente creador, activista político e instigador artístico, conferenciante, ensayista, dramaturgo, poeta, etnógrafo y coleccionista de arte… que aún está pendiente de valorarse y de ser recuperado. Siempre fiel a sus sentimientos idealistas juveniles y profundo creyente en la revolución, a partir de la destrucción de la hipocresía social y la reinvención del propio ser humano, la figura de Tzara permanece capital, indestructible y cada vez más vigente, imprescindible y agigantada.

Para todo aquel interesado en profundizar en su vida y leer sus obras, afortunadamente Tzara está ya incorporado a nuestro acervo hispanohablante, las tiene traducida al castellano y en libre consulta aquí 

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Archivo Entreletras

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