Calle Real 48
Charo Bernal
Mahalta Ediciones, Colección “Adivinos”, nº 20
Prólogo de Antonio Daganzo
Ciudad Real, 2024
80 páginas.
Una diáspora de perpetuos sentimientos, de vivencias compartidas, de inusitados juegos al amparo de los seres queridos permanece aún en el hangar de los recuerdos, esos a los que, de vez en cuando, se asoma nuestra autora, Charo Bernal, cuando viaja a través de su pensamiento para dar alcance a la silueta recordada en ese espacio donde la risa se escucha, aún, en tres voces diferenciadas.
Calle Real 48 es la dirección hacia donde ha partido nuestra autora en busca de esos anhelos que la piel no olvida, y del que es dueño un pasado obstinado en empadronarse en el presente y que es testigo de unas huellas dejadas en forma de caricias, abrazos y besos que ni el paso del tiempo ha podido borrar.
Son las huellas generacionales de dos emblemáticas mujeres que dedicaron su tiempo y amor a cuidar y educar a nuestra poeta.
Los versos que escribe y dedica a sus orígenes son los engranajes que transmiten el movimiento a ese laberíntico proceso creativo que divulga en perfecta consonancia con los ideales que persigue y enumera en cada una de las cinco partes de las que consta el poemario, desde un absoluto control del optimismo frente al pesimismo.
Contiene en su férrea matriz la filosofía de un todo donde nada sobra de aquello que contiene. Si acaso algo faltara se queda a buen recaudo en ese hangar, antes mencionado, donde seguirán dormitando los sueños generados después de ser abatida por el cansancio de una niñez tan intrépida y sagaz como ingenua y espontánea.
Charo Bernal nos deja su quinto poemario en la puerta de nuestra casa, donde el ánimo de su verbo traspasa los sentidos al tiempo que acelera el pausado ritmo cardiaco que nos sostiene, acercándonos al regazo de nuestra abuela para volver a sentir, como ella, desde el recuerdo, las caricias recibidas de unas manos tan llenas de arrugas como de esperanza colmadas.
No hay falsedad en el contenido de su verbo que condicione o predisponga la belleza de la palabra para desviar la atención del lector. Es su lenguaje certero y conciso, y en él deja la señal de un pasado del que todos, algún día, seremos protagonistas.
Tengo la certeza del crecimiento, a nivel literario, que consigue Charo Bernal a través del tiempo, y es que lo demuestra con su grado de humanismo constante y la sutileza adquirida de un lenguaje empático y circunscrito al acervo de todo cuanto rodea al ser humano. La elegancia con la que nos lleva de la mano hasta las dos generaciones que la preceden es un acto de generosa cordialidad y entrega en forma de homenaje. Personas iguales en tiempos diferentes.
Calle Real 48 es la dirección donde convivieron tres generaciones para dar lo mejor de sí mismas, “aguja, pincel y pluma”, a la cuarta que ya está entre nosotros.
A nivel personal diré que es muy difícil no ver reflejo alguno de nuestras vidas entre sus versos.
