Cuando Bogart dijo aquello
Juan Manuel Cardoso
Fundación CB, 2024
Un poliedro del desamor
La Fundación CB ha editado el último libro de JUANMA CARDOSO, Cuando Bogart dijo aquello. Un título curioso y una obra no menos interesante si nos fijamos que tiene 276 páginas y 206 poemas. Un libro compuesto de cinco libros porque cada uno de los capítulos es un libro en sí.
Lo interesante de esta obra, mirándola en su conjunto, es que resulta ser como un poliedro del desamor. Es decir, esta realidad del no-amor es observada desde cinco lados diferentes, en los cinco capítulos-libros que contiene. Así, desde el prototipo del desamor (Cyrano); desde el arte; desde la música; desde la literatura; desde el cine. En definitiva, todo el libro es un tratado del desamor en versión prosa poética. Un libro así solo lo podía escribir un autor tan polifacético como Juanma Cardoso y la aventura de editarlo solo la podía acometer una institución como la Fundación CB.
Para entender lo anterior me gustaría repasar cada uno de los capítulos-libros haciendo pequeñas exégesis de su contenido. Indicar elementos centrales que sirvan para una compresión de lo que Juanma ha escrito. Los títulos de los capítulos son: El fracaso de Cyrano; Amor (de) plástico; Bruce y compañía; El amor en pocas palabras, Cuando Bogart dijo aquello.
EL FRACASO DE CYRANO, primer capítulo de la obra, que tiene como referencia al Cyrano de Bergerac, pero no el de Edmon Rostand, sino la versión fílmica del Cyrano interpretado por Gerard Depardieu. Este es el imaginario que provoca el contenido del espacio primero.
Este capítulo viene a ser la puerta de entrada a la obra, el frontispicio, en el que nuestro autor coloca el dolor de un sujeto lírico que sufre. El primer poema comienza con una paradoja que mantendrá a lo largo de todo el libro: “puedo escribir la historia más hermosa/// pero “No puede describir que siento…” ( I) Esta contradicción, estos sentimientos encontrados, limitarán al sujeto lirico empujando a gritarle al tú lírico que todo su cuerpo “forma parte de una isla del tesoro/donde jamás podré llegar ni en un barco/de piratas ni robando el mapa/que le diste a otro (XIV)).
En todo momento, el yo lirico está reclamando amor y, por tanto, encontrándose a la reciproca con la triste realidad de no ser aceptado. Nuestro autor recurre a la imagen de una partida de ajedrez, subrayando que el amante no es “más que un peón” y que otros “peones (son) la rutina de (sus) días” y que los “ alfiles disponían (su) círculo/de confianza, /(sus) caballos (la) evadían/ y las torres (la) blindaban contra /la ingenuidad de mis esperanzas.// Al rey lo protegías, aunque fuera republicano…/Asumiste el papel de reina,…defendiste /tus conquistas, atacaste mis murallas…///preferiste un jaque mate a quedar en tablas” ( XVII).
El desamor, no aceptado, avanza en los poemas, a veces como en un sueño, como el lugar para conseguir a la amada, pero este es demasiado triste, tiene “sabor de amenaza” /…, “lleno de miedo”, /… “un sueño en blanco y negro” (XVIII). Todo esto lleva a los Cyranos a cuestionarse el hecho mismo del amor. El poema XIX, en un esquema anafórico y con estrofas muy intensas, pregunta si la amada sabe qué es el amor, amar, vivir, esperar, sentirse cadáver.
En el centro del capítulo, en el poema XXIII, aparece un interesante juego retórico de expresiones con el verbo querer. Con esta forma de la repetición verbal, Cardoso apuntala la angustia que siente el amante herido. Deberías quererme como quiero que me quieras/ aunque no quiero que me quieras de cualquier manera /sino que me quieras como crees que debes quererme, /quererme porque me quieres, /una forma de querer más allá del querer por querer, /un querer como nunca antes se ha querido a nada ni a nadie, /un querer como queriendo que esté queriéndote cada minuto de tu vida, /un querer sintiendo que como tú me quieres / nunca antes sentí que me quisieran.
Al final de este primer capítulo el Cyrano, “moribundo y sin espada…/, saborea el fracaso”. Este último poema (XXXVI) resume la desgracia de Cyrano, a la par que muestra la actitud de Rosana y Cristian. Un trio amoroso que se rompe por todos los ángulos. Es un poema que resume, perfectamente, el fracaso de Cyrano, o lo que es lo mismo el destino amoroso de muchos (feos) atrevidos ante una Rosana que se estremece ante lo bello; es el fracaso de quien ama compitiendo con otros Cristian “que no necesitan hacer nada para ser amados”. La estrofa final es una pura tragedia.
AMOR (DE) PLÁSTICO, un segundo capítulo-libro que lleva entre paréntesis la preposición (de). Un juego gramatical que pone un punto de ironía en medio de lo que empieza a ser una obsesión. La expresión, así escrita, sugiere dos títulos: Amor de plástico y amor plástico. El significado de cada uno es diferente. El primer título, con la preposición, ayuda a saber cómo es el amor introduciéndonos en una palabra que lo complementa, que dice cómo es. Al quitar la preposición (de) el título nos sitúa en el plastikós, en el significante de moldear, de dar forma, en lo pictórico (plástico) donde no solo la pintura sino también la escultura, conforman los poemas. En realidad, este, el artístico, será el prisma que Juanma Cardoso quiere mantener
En este apartado la obra más referida, para construir los poemas, es la de Edmund Blair Leigthon. Parece que en este hecho hay una intencionalidad. A la par que las obras de este pintor romántico, citadas en la obra, Juanma Cardoso va desarrollando sus versos. Así, al igual que Leigthon coloca en sus cuadros a la mujer en un primer plano y a los hombres en el segundo, idealizándola, Juanma hará lo mismo. El yo lirico del capítulo expresará en los versos la idealización y la femineidad. Idealizar es el recurso para acercarse a lo inalcanzable, para entrar en el bucle platónico capaz de provocar un soporte y sobrevivir, de esta forma, al desamor.
Por otro lado, y de forma reiterada, aparecen la referencia a doce cuadros de autores plásticos diferentes que tienen el beso como centro de su composición. En los poemas que tienen el beso como referencia aparece lo más representativo del deseo y la frustración. Los besos son trozo de alma/ deseados/ bocas que se alimentan/ encuentros y despedidas/ besos de pasión, que cualquiera querría.
En medio de todo este entramado plástico los poemas apuntalan la imagen lírica del silencio. Esta realidad es el lugar desde donde mirar a la amante y esperar “con miedo mientras (vela sus) sueños”. “Una historia de amor que se convierte en leyenda”, “en nada”, “en desencanto”.
En el centro de este capítulo, vuelve a jugar con la retórica de la repetición, pero ahora no con los verbos sino con un adjetivo indefinido e invariable. “Cada comida, cada cena, cada desayuno,/cada cine, cada paseo, cada encuentro,/cada charla, cada copa, cada momento, /cada mirada, cada cita, cada risa, cada beso,/cada sensación de desamparo, /cada ilusión, cada desamor, cada hola,/cada espera, cada ausencia y cada despedida/no son más que la secuencia fría/de una historia que creía nueva/y que ha resultado ser la ridícula/y maldita e irracional historia de mi vida “.Esta forma de expresar la indeterminación de los gestos, de los actos, de las emociones es muy elocuente dejando en el lector otra de las claves del libro. En realidad, este amor plástico da forma poética a un amor de plástico, indeterminado, frio, un infierno, una soledad que empuja a vomitar la complejidad de la situación del desamor.
BRUCE Y COMPAÑÍA. Un tercer capítulo, con cuarenta y seis poemas, donde la perspectiva del desamor se versifica desde la música. En los poemas de este lugar, aparecerán referencia a canciones y cantantes conocidos que han sufrido, en sus carnes, el desamor.
Tomo, como en los otros capítulos anteriores, lo más representativo del capítulo. Así, en Prisas y pedazos se trazan los versos desde la canción Always, always always fall apart (siempre, siempre, siempre se desmorona). En este poema, bajo las anáforas del verbo vivir, el amante atisba la realidad del desamor: “Tener prisa por alcanzarte/puede que sea una mala apuesta/ para quien ya no tiene tiempo/de buscar entre los despojos/de un alma que cada día/ Le cuesta dar un paso.”
Otro de los poemas más desgarradores de este capítulo es el titulado Muero (pág.122) que arranca de la canción con el mismo título de Deltoro. Aquí, la repetición machacona de este Muero subraya el deseo irracional de estar junto a la mujer amada. Unos versos sensuales en los que el oído, el tacto, la vista aparecen como protagonistas referentes del poema.
En definitiva, las canciones, todas las canciones escogidas para construir el capítulo, parecen servir a nuestro autor para describir este canibalismo del desamor, como se puede leer en el poema Adiós (pág.134) que toma el referente de la canción Turnedo del primer álbum del músico indi Iván Ferreiro del grupo Los piratas. “No es fácil decir adiós/cuando dices adiós a un sueño…/ No es fácil decir adiós, /porque no es fácil vivir sin ti/en esta ruleta rusa/ en la que solo yo juego”.
En este apartado comienza a notarse la obsesión en esta historia de amor. Se expresa bien en el poema La llama, unos versos que retoman la canción de Macaco. La cita dice: “para algunos casi nada, para muchos la espada”. A la sombra de estas expresiones, la prosa poética, coloca unas metáforas singulares que le dan un cierto lirismo a la prosa: “Pensarás que todo esto no es nada. /Pero cada suspiro es un grito, /cada palabra es un libro, /cada mirada es una cuerda/que antes fue hilo, /cada espera es una mecha intentando/ encender un fuego”.
El capítulo se cierra con el poema que le da nombre. En él se subraya, de manera trágica, con una pizca de ironía, que todas las canciones conducen al desastre, que son ingenuas y adolescentes y que siempre serán solo eso, canciones.
EL AMOR EN POCAS PALABRAS es un cuarto capítulo que tiene como foco principal, las expresiones, las palabras, textos de autores importantes del mundo de la literatura, política o de la religión. La mayoría de los poemas son cortos, directos y muy expresivos. En estos aparecerán temas como: pasión, celos, y cómo no la frustración.
Llama la atención el poema 2 que parte de un texto de Rabindranath Tagore: “Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando”. Estos versos los retoma el poeta apuntalando la idea de un amor apasionado que traspasa la existencia: “Deseas que calle/para siempre/ o, al menos, que /no te moleste. / Pero aun muerto/ seguiré amándote”.
El tema de los celos aparecerá en este apartado de forma reiterada. Para hablar de él, Juanma Cardoso tomará en el poema 6 una cita de uno de los grandes autores de la historia, Agustín de Hipona: El que no tiene celos, –dice– no está enamorado. Los celos son el punto perfecto para abrir la herida del desamor. Al eco de las palabras del de Hipona, el sujeto lírico comenta: “Debo estarlo, demasiado, /porque celoso me he ido/mordiendo poco a poco/hasta hacer desaparecer /mi cuerpo”. Impresionan los versos en los que los celos suponen un rumiar tóxico e interior hasta la anulación del amante.
Por otro lado, en este apartado, la ironía será uno de las actitudes más frecuentes. La ironía como el mejor antídoto para evitar que la frustración haga estragos. Una muestra de esto la tenemos en los versos que tienen la imagen de Cupido (Eros): “No me cabe duda/de que el Cupido /que nos presentó/procedía del vacío. /A ti te dio otro (un) trofeo. / A mí me condenó al abismo” Aparece la ironía teniendo presente la mítica imagen de la manzana: “Está claro que nuestra manzana/ era de invernadero. / No tenía sabor, / no estaba pasada de madura / y no duró lo suficiente/ como para darle a los celtas / y griegos la razón.”
Dos elementos potentes, como Cupido y la manzana primordial, llevan al imaginario colectivo de lo trascendente, de la discordia, de la fusión de las almas. En los poemas -sin embargo- llevan al vacío y a lo insípido. Una emoción particular la de este sujeto que, frustrado, ya no se sujeta, no se mantiene y está al borde del colapso.
CUANDO BOGART DIJO AQUELLO. Este es el último capítulo, el quinto libro, que a mi entender es el libro de los libros en este conjunto poético. Con razón está dedicado a Luis Alberto de Cuenca (escritor, poeta) y a Luis Garci (cineasta)…Por tantas horas de poesía y cine. La dedicatoria no puede ser más expresiva. El capítulo tiene como referencia el cine, que es donde nuestro autor se mueve con gran pericia. Es un experto en ello.
Los poemas, escritos bajo las cabeceras de títulos maravillosos de cine, van describiendo el hecho del desamor y del amante herido y que, en este capítulo, empieza a tener factura de desprecio amante. Es el capítulo donde mayormente aparece la ironía, con las características arriba expresadas. Hay que reírse de la desgracia (); dar jaque mate a lo vivido y pasar página, porque esto es más saludable.
En este capítulo, hay también un sentimiento de rendirse ante lo evidente en la que el Cyrano, el amante obsesionado, seguirá queriendo, pase lo que pase, volar con la amada hasta alcanzar su cielo. El ideal que manifiesta en los versos de este primer poema no deja de ser una terapia. Soñar con alcanzar el objetivo y reírse de todo, aunque “tenga amputadas mis piernas afónico y ciego, recibiendo, cada vez que te encuentro, en vez de lluvia, un cubo de hielo”. (pág. 193)
Todo lo que lleva este Cyrano, hasta el momento, son “amargos recuerdos, desaires sin venir a cuento, silencios que hablaban claro, palabras que hablaban alto y un ni quiero ni puedo”. (pág.196). Por este motivo: No voy a echarte de menos porque pasaste /por mi vida sin hacer ruido, casi con miedo, /de estraperlo, mirándome de reojo, dejándome/ atrás, elevando muros y destruyendo (pág. 199). En realidad, asiente el sujeto lírico, nunca quisiste un amor de película/ni un río de luna ni buscar conmigo el arco iris”. (pág. 203). “Contigo, pero sin ti siempre me he sentido/ en medio de la nada, perdida la razón.”
La identidad, lo que es y acepta este Cyrano vencido, se expresa en unos versos centrales de este capítulo bajo el imaginario de El tercer hombre: Soy como el tercer hombre escondido/entre las sombras de una ciudad dormida…// Soy como Orson Welles viviendo/ en las alcantarillas… // Soy como la cítara de Anton Karas// Soy lo que soy porque tú me has hecho así.”
No existen finales felices, este es el poema que cierra un capítulo impregnado de realidad. No, “no existen los finales felices, ni en el cine, que todo lo confunde. //Ni en la vida, que siempre supera al cine”.
THE END, es la maravillosa coda, un poema que da título a la obra y que en sus estrofas resume todo: Cuando Bogart dijo aquello. Con una cita de Bogart en Casablanca (1942): “De todos los cafés y locales del mundo aparece en el mío”.
Como lector de poesía agradezco a Juanma Cardoso esta profusión de versos que nos hablan de la estúpida y maravillosa manera que tienen los seres humanos de actuar, cuando aman. Gracias, porque en estos capítulos-libros nos ha situado en la perspectiva de una obsesión que nos retrotraen a los quince años que, igualmente, no hay que perder. Gracias, por este magnífico recorrido del amor frustrado a través de algunas de las manifestaciones del arte y la literatura. Gracias, porque Juanma Cardoso no esperado a tener sesenta años para elegir, como Manuel Vilas comentaba en su última obra El mejor libro del mundo, entre el cine y la literatura. Nuestro autor, indiscutiblemente, confiesa que le ha emocionado siempre más el cine que la literatura, aunque esta última sea la que más practique, creando pasajes llenos de esperanza con gotas de ironía.