Someday maybe / I´remmember to forgert (Tal vez algún día / me acordaré de olvidar) Bob Dylan
Las noticias falsas nos persiguen. Todos los días hay ejemplos en las redes de manipulación, hasta el punto que acabamos por sentir hastío. Las ‘fake news’ y la ‘posverdad’ se están convirtiendo en omnipresentes. Cada día distinguimos con más dificultad lo inventado de lo real, lo verdadero de lo falso.
No es casual que vayamos perdiendo aceleradamente capacidad crítica. Se dice sin pensar, como ocurre con los tópicos, que cualquier tiempo pasado fue mejor rindiendo un homenaje, sin saberlo, a Jorge Manrique. Que no sea cierto es lo de menos.
No obstante, basta recordar un poco para que se muestre, con toda nitidez a la memoria, que la tergiversación y la mentira no son cosa de ahora, sino que siempre han estado presentes… y de una forma descarada y brutal durante la dictadura, en la que se llevaba a cabo un ejercicio de ignorancia planificada para lograr un adoctrinamiento y una adhesión ideológica.
Probablemente, por eso, los intentos de glorificar la dictadura producen auténtico asco. Nací en 1949 y, por tanto, los años 50 y los primeros 60 constituyeron mi etapa de escolarización antes de iniciar el bachillerato.
Tengo recuerdos en blanco y negro de una época de hambre, privaciones, miedo, represión… y muchas otras cosas que por prudencia me callo.
De aquellos años me viene a la memoria, especialmente, las enciclopedias como la Álvarez, que contenían una serie de desaguisados, simplezas y mentiras. Se inculcaba un mal disimulado nacional-catolicismo y hoy causan sonrojo las referencias a ‘la cruzada y al caudillo’.
Ya Aristóteles en su Retórica nos dejó dicho que ‘constituye una desvergüenza negar lo evidente’. Es penoso que negar evidencias contrastadas se haya convertido en una costumbre por parte de malintencionados e irresponsables tergiversadores de la historia.
Lo que hemos dado en denominar memoria histórica no es, ni más ni menos, que rescatar un pasado de las sucias adherencias y de la retórica pestilente en que envolvían, por ejemplo, la historia. Sabían lo que hacían y preparaban a los niños para ser súbditos sin darles la menor oportunidad de que pensaran por sí mismos.
A título de ejemplo, ahora que estamos en el mes de Abril, los niños a penas encontrábamos tres o cuatro líneas en las que se hablara de la República. Y lo poco que decían era escalofriante y para desinformar. Se presentaba como un periodo lleno de calamidades que sumió a España en una crisis de la que nos salvó la figura providencial de Franco. Veamos, por ejemplo, lo que decía textualmente la Enciclopedia Álvarez ‘la segunda República se proclamó en España en 1931. Los cinco años que duró se caracterizaron por continuos ataques a la religión y por abusos y atropellos de todas clases’.
Poco hay que decir al respecto, como no sea que de tan lamentable estado de cosas vino a salvarnos el glorioso alzamiento nacional. Hay mucho más de este jaez. Se inculcaba a machamartillo una imagen eterna e imperial de nuestro país y se repetía que con Felipe II, España era la nación más poderosa del mundo y que en el imperio español no se ponía el sol.
Sin embargo, lo anterior no es nada comparado con un odio a los judíos, claramente de resonancias hitlerianas. Los niños crecíamos pensado que el pueblo judío era odioso y despreciable porque había entregado a Jesucristo al martirio.
Un autor tan aclamado durante esos años, como José María Pemán, en una obra deleznable titulada La historia de España contada con sencillez, señala que los judíos eran espías, conspiradores y amigos de los moros, que en la ciudad de La Guardia habían martirizado a un niño…
En medio de todas estas barbaridades fuimos creciendo. Por eso, la reciente visita del Presidente de España a las tumbas de Manuel Azaña en Montauban y de Antonio Machado en Colliure, son un ejemplo de sensatez y de reparación histórica a estos dos ilustres exiliados.
No bastaba con mentir cuando les venía en gana. Se hablaba de una historia inventada que no existía más que en las mentes enfermizas de los responsables de esta ignorancia planificada. Así la España imperial era el país de conquistadores, teólogos, santos y mártires.
Todo superficial, todo absurdo, todo hueco y vacío. Esa deseducación enrarecía el ambiente y ponía ante los ojos una serie de telarañas que costó mucho eliminar.
También recuerdo en los rincones sombríos de la memoria en blanco y negro, banderas, muchas banderas, cánticos, insoportables y reiteradas filípicas y arengas patrióticas.
Escribo estas líneas con tremendo cansancio ante la imagen falsa y edulcorada que una ultraderecha ultramontana pretende hacer de la figura de Franco y de la dictadura. Parecería que la democracia empezó en la plaza de Oriente y que el invicto caudillo vino a ser algo así como un precursor del sistema democrático.
Sé que es peligroso despertar a la fiera dormida. No obstante, es necesario divulgar, con rigor, aquel periodo de humillaciones, privaciones, enfermedades como la tuberculosis, cárceles repletas… y fusilamientos ante los muros del cementerio prácticamente a diario.
Las aulas eran lugares fríos presididos por las fotografías de Franco y José Antonio Primo de Rivera. Falange era el partido único y los demócratas eran perseguidos y encarcelados, simplemente por serlo. Por lo demás, cualquier cosa que molestaba, lo más mínimo al régimen era una ‘conjura judeo-masónica’ o un ‘contubernio’.
Quizás alguien piense que exagero. En absoluto, si acaso me quedo corto. Asimismo, eran tenebrosas las depuraciones. En Agosto del 39, sin ir más lejos, el diario Informaciones titulaba: ‘catedráticos y profesores rojos no envenenarán más a los niños’ ¿quiénes eran los supuestos envenenadores? Américo Castro, Sánchez Albornoz o Pedro Salinas. Quizás por eso, sea tan importante visitar, con cierta asiduidad la hemeroteca o, al menos, consultar la prensa y revistas de esos años ya que están digitalizadas y son accesibles.
Toda esta parafernalia, con sus recovecos y laberintos, estaba destinada a borrar del mapa lo que significó la República y un sistema democrático. Por eso, quienes pretenden dulcificar y añoran la dictadura intentan hacer una reconstrucción interesada de la historia… mintiendo clamorosamente.
Ya es sospechoso cuando alguien habla de ‘valores eternos’, ya que suele haber ‘gato encerrado’. La violencia ejercida, que fue mucha, fundamentalmente buscaba la sumisión y el mantenimiento de un régimen totalitario e injusto.
Naturalmente nada de esto hubiera podido hacerse sin el silencio cómplice de muchos que preferían mirar para otro lado y que de un modo u otro obtenían beneficios por no oír, no ver y callar. Se les denominó la mayoría silenciosa… y en cierto modo sigue viva.
Creo que es higiénico y saludable conocer las diferencias entre unas cosas y otras. La memoria sobrevive a la inercia del tiempo. Creo que para terminar de salir del túnel harían falta muchos debates donde se analizaran, por parte de expertos: historiadores, sociólogos, economistas, juristas, politólogos… la dictadura en sus diversas etapas para que la ciudadanía pudiera formarse una opinión seria… o recordar lo que no convendría haber olvidado.
Por supuesto, en los que atacan la memoria histórica hay un claro componente de cinismo y mala fe. Pueden y deben proseguir las excavaciones para extraer de las fosas los restos de los cientos de miles de asesinados y entregarlos a sus descendientes para que les den dignas sepultura. Las fosas que primero deben salir a la luz son las de la memoria.
La historia contiene respuestas e interrogada con habilidad puede aportar mucho a nuestro conocimiento, del que como los icebergs, tenemos nueve décimas partes sumergidas.
Quienes atacan la memoria histórica son nostálgicos, enfermizos e ignorantes que sustituyen la realidad por esquemas simplistas y obsoletos. Es más, en esas actitudes negacionistas hay no poco de infantilismo y de narcisismo.
Poco me resta que añadir, la chulería desafiante de la ultraderecha hay que combatirla con determinación, con conocimientos contrastados, con habilidad y hasta con elegancia.
Desde mi punto de vista no se debe rehuir el combate. Hay que hacerles hablar y que sigan soltando barbaridades que bajo ningún concepto se sostienen.
Me gustaría añadir que sustituir el Día de Andalucía por la fecha en que se tomó Granada, por parte de los Reyes Católicos, no es más que otro exponente de lo que venimos afirmando.
Hay otra dialéctica mucho más seria y operativa que la de ‘los puños y las pistolas’, la historia es mucho más que un proceso uniforme. Tiene periodos de avance…pero también, etapas de retroceso y obscurantismo. De ahí, la conveniencia de conocer con rigor y solvencia, las líneas maestras de ese itinerario.
Cuando, por ejemplo, se habla de la Reconquista que comenzó con una mítica batalla en la que la Virgen de Covadonga, prestó un innegable auxilio a los cristianos… y otras lindezas semejantes, me viene a la mente la imagen de un acróbata aferrado a un trapecio que no sabe salir del inmovilismo y que se agarra al pasado por miedo a vivir un presente con sus cambios acelerados del que la emancipación de la mujer es sólo un ejemplo.
Prefiero quedarme con la memoria que ‘con la vox’.