Las novatadas han inspirado desde siempre películas de terror y no es para menos. En cualquier ámbito (la mili, la cárcel, las aulas o la empresa), siempre han merecido una sonrisa cómplice, o al menos condescendiente, por parte de la sociedad que no las vivía desde dentro sino que le llegaban como en sordina, de tanto en tanto, en forma de noticias de gamberradas más o menos divertidas, más o menos cruentas, pero necesarias para arrancar en un proceso normal de integración de los nuevos. O mejor decir novatos. Había que pagar la novatada, era ley de vida, pues se consideraba como el paso del Rubicón para los nuevos miembros de una sociedad semisecreta que, en adelante, merced a ese merecimiento, ya serían hombrecitos hechos y derechos porque en el aguante habrían probado su valor.
Sólo era cuestión de esperar a la siguiente leva de reclutas -o de reclusos- para practicar con ellos las mismas burlas pesadas y parecidos castigos a fin de ayudarles a madurar. Ahí se cerraba el círculo.
Pero las novatadas me dicen que están prohibidas en España y la película El aspirante, que se estrena en cines el 20 de septiembre, ayuda a reflexionar sobre los posibles porqués.
Referidas al mundo académico, la broma pesada y la crueldad estúpida se justifican por hacer entrar en la edad adulta a los chavales que llegan «intonsos» del bachillerato a la Universidad y se alojan en un colegio mayor. Vienen de familias bien que los han criado con suavidad y necesitan que los veteranos les abran un poco los ojos. Ahora bien, al tratarse del mundo universitario, todo se ha de desarrollar en un contexto de «fraternidad, respeto y compañerismo», tal es el lema de las instituciones académicas. Y mientras todo ocurre (pero todo, todo, todo), los responsables de la institución miran hacia otro lado en una lección de hipocresía que también se transmitirá de generación en generación.
En este contexto se desarrolla El aspirante, película dramática dirigida por Juan Gautier y protagonizada por Lucas Nabor, Jorge Motos, Eduardo Rosa, Catalina Sopelana, Felipe Pirazán y Pedro Rubio, que ganó el Premio a la Mejor Película Nacional en Atlàntida Mallorca Film Fest y ha sido seleccionada por el Festival Internacional de Cine de Varsovia en la Sección Oficial a competición.
Y si quieren llenarse de adrenalina, tienen que verla porque es sobrecogedora, a sabiendas incluso de que es una ficción.
Tanto que, cuando uno ve luego las carillas tan guapas de los protagonistas y sus sonrisas inocentes fuera de la pantalla, apenas puede olvidarse de la sevicia e hipocresía que son capaces de asumir en la misma. Y desconfía. Y ríe contagiado de hipocresía.
Argumento
Jornada Cero en una residencia universitaria. Son 8 los novatos a los que hay que despabilar. Todo es un juego psicológico que no excluye lo físico. Aunque con miedo, Carlos y Dani aceptan el reto de «dejarse jugar 24 horas» con el fin de integrarse y hacer amigos. Pronto el veterano líder revela su naturaleza sádica y Carlos y Dani no sabrán a qué enfrentarse ni lo que se espera de ellos. No hay autoridad a quien acudir ni teléfonos ni nada. La orgía está servida y la noche será larga. El desenlace superará cualquier expectativa.
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