noviembre de 2024 - VIII Año

El origen del Egipto ptolemaico

El Egipto ptolemaico nació en el siglo IV a. C. de la mano de Ptolomeo I, uno de los principales compañeros de Alejandro Magno, hijo del noble macedonio Lagos. Ptolomeo fue, sin lugar a dudas, el general más preparado y fiel de Alejandro, el más inteligente políticamente como lo demostraría al hacerse con Egipto y fundar una dinastía duradera frente a la inestabilidad generada en otros reinos y territorios asiáticos conquistados por Alejandro.

Como es sabido, cuando Alejandro murió en el 323 a.C. se desató una intensa lucha entre sus compañeros para hacerse con su inmensa herencia. En este intenso momento Ptolomeo supo manejarse sagazmente y concentrarse en quedarse con una parte, una de las más ricas en todos los aspectos, además de ser la menos problemática. Efectivamente, Egipto era un granero fundamental en la época antigua, además de atesorar otras riquezas naturales (metales y piedras semipreciosas). Pero, además, contaba con elementos de gran estabilidad. En primer lugar, su peculiar geografía desértica constituía la mejor defensa de la riqueza que se generaba alrededor del Nilo, sin tener que levantar costosísimas murallas, fortalezas ni sostener inmensos ejércitos. En segundo lugar, aquel Egipto que conquistara Alejandro tenía tras de sí una milenaria civilización con una estructuras muy antiguas y sólidas, donde era más difícil que se contestara al poder, encarnado desde tiempo inmemorial por los faraones. La inestabilidad de los reinos del Próximo Oriente no era tan común en Egipto, a pesar que había pasado por momentos históricos más complicados, como los conocidos períodos intermedios entre los grandes Imperios. Así pues, Ptolomeo sabía bien hacia donde encaminaba sus deseos y objetivos. Solamente tuvo que esforzarse en mejorar las defensas en la zona occidental, la Cirenaica, y reforzar la defensa oriental por la ruta costera con la guarnición de Pelusium.

Ptolomeo reforzó el natural conservadurismo egipcio, por lo que no emprendió cambios profundos en las estructuras de poder político y religioso. Se presentó, como luego harían sus sucesores, como descendientes de los antiguos dioses. Así pues, los Ptolomeos, siendo griegos y educados con otros parámetros pasaron a ser divinidades.

Por otro lado, Ptolomeo no olvidó sus orígenes y se hizo con el cuerpo de Alejandro Magno. Fue inhumado en una tumba sorprendente en la ciudad que había fundado, en un gesto político evidente.

Ptolomeo salió muy bien parado de los enfrentamientos con sus antiguos compañeros. Intentó conquistar Palestina aunque fue derrotado por Antígono, que terminaría fundado su propia dinastía. Pero tuvo más éxito con Chipre, que se convirtió en una especie de protectorado egipcio. Esta isla era muy fértil pero, sobre todo, era un enclave estratégico para controlar el Mediterráneo oriental.

Con Ptolomeo comenzaría también un hecho importante en la historia de esta etapa final egipcia. Nos referimos al protagonismo femenino en el gobierno del reino. Entre las esposas y amantes que tuvo el rey destacó Berenice, la tercera esposa. Su hijo Ptolomeo Filadelfo sería el sucesor en el trono. Fue una reina de acusada inteligencia y tuvo mucho poder por su influencia en la toma de decisiones.

Ptolomeo fue, sin lugar a dudas, un militar destacado, como ya había demostrado en tiempos de Alejandro, pero también se significó, como muchos de sus sucesores, por dar una enorme importancia al mecenazgo cultural, ya fuera por la tradición griega, ya por su dimensión política de prestigio. Consiguió atraer a Egipto a muchos sabios helenos. A él se debe la fundación de la Biblioteca de Alejandría.

Ptolomeo fue un hombre longevo, ya que murió a los ochenta y dos años, una edad elevadísima para la Antigüedad. Había luchado por medio mundo, se había hecho con un reino fundamental y había fundado una dinastía.

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