noviembre de 2024 - VIII Año

Consecuencias sociales y políticas de las nuevas tecnologías en el marco del transhumanismo h+ (I)

smartcityEl transhumanismo es una propuesta cultural que ha nacido recientemente, al hilo del impresionante desarrollo de las nuevas tecnociencias como la Biología sintética, la Nanotecnología, las Ciencias de la Información y las Ciencias Cognitivas (Inteligencia artificial y robótica). Muchos autores vaticinan que vamos camino de una transformación radical del hombre, y proponen la aplicación de estas tecnologías al mejoramiento (enhancement) humano. El transhumanismo afirma que el homo sapiens va camino de su extinción ante la aparición del transhumano: el hombre mejorado por las nuevas tecnologías. Esa mejora se notará en el campo de la inteligencia, de la longevidad y de la felicidad; de tal modo que hablan de la superinteligencia, superlongevidad y superfelicidad.

Dentro del transhumanismo actual hay al menos dos vertientes. Una más partidaria de la mejora humana por la aplicación y desarrollo de las ciencias de la computación y cognitivas, se trataría de la vertiente cibernética que afirma que nos convertiremos en cíborgs. La otra tendencia se centra en la Biología sintética aplicada al hombre a nivel genético a la mejora humana.

Pues bien, las consecuencias antropológicas que tienen estos planteamientos son evidentes. Pero tienen también importantes implicaciones en la sociedad, en la política y en la economía. Brevemente, se esbozan en este artículo algunas de ellas.

1. La nueva Smart city.

La aplicación de la Inteligencia artificial en la gestión de los problemas de las ciudades actuales dará lugar a la denominada Smart City (ciudad inteligente). Vamos camino de convertir la vida pública y ciudadana en un espacio gestionado por máquinas, en el que la eficiencia y la simplificación de la gestión de los problemas será lo habitual.

Pero el incremento de las nuevas tecnologías de la información y los sistemas de control inteligentes llevarán a la pérdida de privacidad y de intimidad y también de libertad.

Si todo lo que compras queda registrado en tu banco o en Amazon, si todos los sitios a los que acudes quedan registrados en Google, si además publicas fotos en Instagram o Facebook de todo lo que haces y si eso es controlado por sistemas de IA, el resultado es que perderás intimidad y porque tu vida deja de ser algo privado para ser objeto de análisis por las empresas y los organismos públicos. Incluso tu estado de salud y tus cuentas bancarias pueden estar registradas y ‘vigiladas’ por nuevos sistemas informáticos, La tecnología lleva camino de anular la libertad e intimidad personales.

También las Redes Sociales ayudarán a ese control, la opinión pública se hará en espacios virtuales que parece que nadie controla porque todos intervenimos con libertad, pero algunos sí que controlarán. El desarrollo de sensores, plataformas, aplicaciones y servicios tecnológicos para conseguir una Smart City interconectada y totalmente controlada, llevará a un mundo muy seguro, pero no libre.

Acabaremos sin intimidad, como niños pequeños siempre vigilados por sus padres, en este caso los padres serán las plataformas digitales y la Inteligencia artificial controlada por una élite de personas.

Toda nuestra vida podrá estar, si no hacemos algo, en la llamada ‘Nube’, o en un ordenador inteligente que decidirá y actuará por nosotros. En la Smart City ya no habrá ciudadanos sino tecnohumanos o transhumanos cuya característica fundamental será la perfección y el bienestar, pero también la esclavitud.

robot2. La robotización y la pérdida de puestos de trabajo

La palabra robot procede del término checo robota (trabajo pesado), de la obra R.U.R. del escritor checo L. Capek (1890-1938) en la que designa unos autómatas que trabajaban de obreros.

Vamos camino de que desaparezcan muchas profesiones: minero, pescador, albañil, agricultor, carpintero, ebanista, etc. Casi todos los trabajos manuales actuales pueden ser realizados por robots más o menos sofisticados. En las grandes fábricas el proceso de robotización va en aumento. Es un adelanto y una ganancia en eficiencia. Los robots (tengan o no aspecto humano) no se cansan, no se ponen enfermos, no hablan mal del jefe…. Todo esto son ventajas que consiguen que el producto final sea mejor, más barato y se fabriquen con más rapidez las cosas (tampoco duermen los robots). Nuestra sustitución laboral por máquinas es un proceso que no tiene vuelta atrás. Es cuestión de tiempo, pero no mucho. El tema es ¿hasta dónde llegará esa sustitución?

En el hogar nuestros electrodomésticos son ya robots, aunque no lo parezcan, porque no tiene forma humana. Existen robots de cocina, robots jardineros, robots de limpieza, etc. Gracias al ‘Internet de las cosas’ nuestro hogar va camino de convertirse en un smart home, autónoma y absolutamente eficaz, en la que de vez en cuando habrá que revisar lo que ha pasado, pero poco más. Además, nuestros dispositivos móviles nos informarán del estado de las tareas domésticas, mediante informes, cámaras, avisos, etc.

Pero pensemos en otras tareas. En Japón existen hoteles en los que no hay humanos, sino robots, restaurantes sin camareros humanos, solo robots. Cuando llamamos a determinados teléfonos nuestra gestión es solucionada por un sistema de inteligencia artificial que interacciona con nosotros; a veces de un modo muy rudimentario pero eficaz de todos modos.

Demos un paso más: cuando vamos al médico, el profesional en cuestión lo que hace todo el tiempo es introducir datos en un ordenador que le da en muchos casos respuestas válidas y hace un diagnostico que el médico no hace sino confirmar. Existen ya sistemas de Inteligencia artificial en el campo del diagnóstico médico y de la ciencia quirúrgica.

Lo que el autor checo Capek publicó hace ya un siglo es hoy en día una realidad. Pero hemos ido más lejos porque los robots no son solo obreros, sino que son más listos que nosotros y hacen cosas que nosotros no podemos hacer, como actuar bajo el agua o no dormir ni descansar.

La robotización ocasionará una reestructuración del mercado laboral para la que nuestras economías no están preparadas del todo. Como todo tiempo de cambio, este en el que vivimos es un tiempo de modificar y de cambiar nuestras viejas ideas y evolucionar a caballo de las nuevas tecnologías. En este sentido, el peligro actual es la rapidez de los cambios. En poco tiempo los avances son muy radicales y afectan a muchas personas. El caos laboral de la revolución industrial en Inglaterra con despidos masivos de trabajadores, se queda corto con la revolución digital y robótica en la que estamos implicados sin vuelta atrás.

Ahora bien, que nos sustituyan no quiere decir, que sobremos del planeta. Los humanos tendrán siempre su lugar, porque por mucho que algunos se empeñen en el “aprendizaje autónomo de las máquinas” y de la inteligencia artificial, nunca seremos prescindibles. Más bien cada vez seremos más imprescindibles porque el mundo robotizado necesitará de la inteligencia y de la creatividad humanas. Los robots son herramientas y nosotros nos servimos de ellas. Por muy inteligente que sea la Inteligencia artificial siempre será un medio al servicio del hombre. Puede un robot ser eficiente; pero en casi todos los trabajos la presencia humana será necesaria para dar humanidad, empatía, ayuda, conversación, confianza. La “parte dura” y complicada de todo trabajo se la dejaremos a los robots; pero hay una parte en la que somos absolutamente necesarios.

Podemos ser sustituidos en muchos trabajos, pero no como personas. El mercado laboral es un sector muy importante de la sociedad; pero además del trabajo hay muchos otros aspectos. Hay que hacer muchos cambios en el mundo laboral y entre esos cambios está el especificar el lugar propio de las personas. Un robot no sabe quién es, no siente ni frio ni calor, ni amor, ni odio, ni ningún sentimiento más o menos humano o incluso animal (como nuestras mascotas). Nosotros, las personas somos insustituibles como tales.

tecnologia3. El transhumanismo y el aumento de las desigualdades.

Uno de los efectos negativos del transhumanismo será generar desigualdades sociales. Muchos autores afirman que nos podemos enfrentar en un futuro a una sociedad fragmentada y divida en dos tipos de humanos: los mejorados tecnológica y genéticamente y los no mejorados. Esta desigualdad puede ser una de las mayores catástrofes de la historia de la humanidad. Si antes era el dinero y el trabajo lo que nos diferenciaba y encasillaba. Incluso, yendo más atrás en el pasado, el motivo de división podía ser el nacimiento noble o el nacimiento humilde, nacer esclavo o nacer libre. Ahora lo será el grado de transformación de nuestro cuerpo por las nuevas tecnologías. Estas nuevas tecnologías se encuentran en la actualidad en manos de unos pocos y en manos de las naciones más ricas. Corremos el peligro de ser discriminados por no tener acceso a las nuevas tecnologías. ¿A quién debemos temer a las nuevas tecnologías o a los humanos dueños de las nuevas tecnologías?

Dentro del transhumanismo, sin embargo, existen autores con una concepción más social y por tanto más igualitaria. Y sostienen que las nuevas tecnologías deben ser accesibles a toda la sociedad y no a una élite de ciudadanos con mayor poder adquisitivo o a ciertas naciones más ricas. Las diferencias entre primer y segundo o tercer mundo siguen existiendo, lejos de disminuir con la revolución digital y la implantación de la Inteligencia artificial en los teléfonos móviles y en otros dispositivos, la brecha está creciendo. Las tecnociencias que van a guiar el futuro inmediato de la humanidad en sí mismas no van a contribuir a que haya más igualdad, sino todo lo contrario. Creará abismos infranqueables. Esas nuevas tecnologías, deben estar enmarcadas dentro de políticas sociales e igualitarias, inclusivas y no excluyentes. La tecno-cultura actual debe estar bien orientada. Si queremos que estos adelantos hagan un mundo mejor, debemos corregir la tendencia al individualismo, al que conduce el capitalismo neoliberal.

Por otra parte, no basta solo con decir que la tecnología debe ser accesible para todos. Hay que reorientarla para que no sea un capricho de unos pocos, sino un bien real para todos. Si podemos mejorar como especie, debe ser esa mejora no un producto superfluo de una sociedad consumista y aburrida, sino una mejora real para los seres humanos necesitados de ayuda en su organismo, en su cerebro, en la calidad de su vida. Mientras haya partes del globo que se mueren de hambre y sed y como consecuencia de enfermedades de diverso tipo por carecer de medios, no podemos frivolear con ‘mejorar’ al hombre. Primero se deberían afrontar los reales del mundo actual en su totalidad y emplear las nuevas tecnologías para que no haya partes del mundo con un retraso civilizatorio y tecnológico alarmante.

¿Qué sentido tiene hablar de los objetivos transhumanistas sobre la superinteligencia, la superlongevidad y la superfelicidad, mientras una parte de la humanidad no tiene acceso al agua, a la luz?

Continuará…

Manuel Sanlés Olivares

Profesor de Filosofía y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española y Plataforma de la Filosofía

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