Javier Velasco Oliaga entrevista a la autora de ‘Los caminos de la luz’
Coia Valls es, además de escritora y actriz, pedagoga terapeuta y logopeda. Quizá por ello, se ha interesado por un personaje tan asombroso como Louis Braille, que dedicó su vida a crear un método revolucionario de lectura para invidentes que sigue totalmente vigente en la actualidad y no se ha superado. A la autora de Reus la llamó la atención la fuerza del personaje y su vida dedicada a la difusión de la lectura. ‘Los caminos de la luz’ es el resultado de esa pasión.
La novela es una historia de superación y de esperanza. Su personaje central es una persona abnegada y de sólidos principios a la que la sociedad le debe muchísimo. En la novela, narra la historia de este héroe ciego que ha abierto las puertas del conocimiento y de la imaginación a los invidentes del todo el mundo. En la entrevista, Coia Valls, nos cuenta cómo se implicó en el proyecto y algún secretillo que otro de su novela.
– ¿Cómo surgió la idea de escribir ‘Los caminos de la luz’?
Llevo más de treinta años trabajando con niños con discapacidad, conozco la importancia de encontrar un método de comunicación y de acceso al conocimiento. En el caso de la ceguera, hubo un antes y un después de Louis Braille. Supuso una auténtica revolución. Su método de lectura sigue estando vigente pero muy pocos saben cuál fue la historia de su creador. Me pareció una gran oportunidad novelarla.
– ¿Cuánto tiempo le ha costado documentarse y escribir la novela?
La respuesta fácil es dos años y medio. Además de la documentación histórica, creí necesario entrevistar a muchas personas con discapacidad visual, a técnicos, psicólogos…
Honestamente, creo que llevo toda mi vida preparando esta historia, mis dos grandes vocaciones y pasiones se dan la mano en ‘Los caminos de la luz’.
– ¿Viajó a Coupvray, la ciudad natal de Braille, para conocer el entorno de su protagonista?
Si. Viajé a los cuatros escenarios en los que transcurre la trama de la novela: Coupvray, Paris, Limoges y Vichy. Hay todo un reportaje fotográfico en este sentido. Tomar notas in situ me resulta muy interesante e inspirador. Visitar la casa de Louis Braille en Coupvray me emocionó. Fue como regresar a la casa de los abuelos muchos años después. En mi estudio tenía fotografías del lugar, conocía cada detalle, había transitado por aquellos lugares en multitud de ocasiones para mover a los personajes. Cuando los visité me parecieron más pequeños, más humildes. Me obligó a una mirada distinta y hice retoques importantes en el texto.
– ¿Qué le llamó más la atención de Louis Braille?
Su tenacidad y su fe. La humildad, quizás. Su inteligencia emocional. Tuvo grandes detractores, pero nunca desistió de su empeño.
– ¿Cómo le definiría?
Como un héroe anónimo, un ser inteligente y sensible con una gran fuerza interior.
– La búsqueda del conocimiento a través de la lectura es uno de los ejes de la vida de Braille. ¿Deberíamos copiarle más?
Él supo, desde el principio, que la única forma de estar conectado con el mundo y sentirse vivo de verdad es accediendo al conocimiento. La lectura era el camino. Sin esa posibilidad, sabía que los ciegos quedarían relegados a la oscuridad más absoluta y a la exclusión.
Sin duda. Leer más nos haría más felices. La lectura nos capacita para construir universos, agudiza nuestra imaginación, nos da voz y oídos para escuchar otras historias muy distintas a la nuestra.
– ¿Podríamos decir que su novela tiene más de biográfica que de ficción?
No he pretendido hacer una biografía novelada. Escribo ficción y mi objetivo es mostrar el personaje inmerso en la sociedad de la época. En la Francia del siglo XIX se lleva a cabo un cambio de actitud hacia los discapacitados. Su rehabilitación pasa poco a poco a ser una responsabilidad pública. Para entrar de lleno en la historia es muy importante el contexto y para ello me sirvo de extras. Estos personajes secundarios son clave y enriquecen el universo a novelar.
– ¿Cómo ha rellenado los huecos donde no llega la historia?
Con honestidad y mucho trabajo de documentación para conseguir la verosimilitud de la historia.
‘La vida te pone a prueba en infinidad de situaciones. Braille, una vez hecho su duelo, fue capaz de trabajar en el conocimiento de sus fortalezas’
– Louis Braille perdió la visión con apenas tres años. ¿Cómo se supera una tragedia como esa?
La vida te pone a prueba en infinidad de situaciones. Louis, una vez hecho su duelo, fue capaz de trabajar en el conocimiento de sus fortalezas. No se dejó intimidar ante la dificultad o el dolor. Hizo de ello un motor de cambio.
Ahora hablaríamos de resiliencia.
– ¿Estamos ante una historia de superación personal?
Evidentemente. Y de humanidad y amor y equidad…
– La novela está escrita en tercera persona omnisciente, pero tiene capítulos donde es el propio Braille el que habla. ¿Le ha sido difícil ponerse en el papel de él?
Un escritor debe ser, también, un gran conocedor del alma humana. Ponerme en la piel de un niño ciego ha sido un reto pero, por encima de todo, una gran oportunidad para explorar el mundo exterior desde otros ángulos y el interior a conciencia.
– También tiene un regusto decimonónico, donde las descripciones, que cada vez se utilizan menos, ocupan un lugar preeminente. ¿Cree necesario esas descripciones minuciosas para sumergirnos en la época en que se desarrolla la novela?
Disiento de esta apreciación. En el siglo XIX las descripciones eran imprescindibles y muy exhaustivas, dado que el conocimiento del mundo era mucho más reducido; podían utilizar 3 o 4 páginas para describir una habitación. Las descripciones de las que yo me valgo están concebidas para crear una atmosfera, para crear un entorno y, en esta novela en concreto, para trazar recorridos olfativos o sensoriales. Mi máxima es mostrar más que decir. Y mostrar es también poner el personaje en su entorno.
– Otra característica de su escritura es el uso de muchos diálogos. ¿Facilitan para conocer a los protagonistas?
Le doy mucha importancia a los diálogos. Es un recurso excelente para hacer avanzar la historia y dotarla de ritmo y dinamismo.
Evidentemente los diálogos facilitan el conocimiento de los personajes y las relaciones que hay entre ellos. No se trata, únicamente, de aquello que dicen, también del tono que utilizan y, en especial, nos muestran su evolución.
– Las novelas corales de múltiples personajes, como la suya, ¿requieren de una planificación muy trabajada?
Yo contemplo una novela como una gran y compleja estructura. Es peligroso no planificar previamente porque no siempre da buenos resultados improvisar. Cuando hay muchos personajes en danza es preciso trabajar las relaciones entre ellos, saber cuándo empieza y acaba una intrahistoria, no dejar cabos sueltos.
– La novela tiene un desarrollo lineal, menos cuando aparece la voz de Braille que nos lleva a una época más actual 1848, ¿por qué eligió hacerlo así?
La historia principal es lineal, pero hay diversos flashbacks para explicar la evolución anterior del sistema Braille, los trabajos de Valentín Haüy o Charles Barbier. También el final nos sitúa en el futuro. Los tiempos de la novela se deben adecuar a lo que quieres explicar y, en este caso, era muy importante el recorrido del método de escritura que ayudó a la liberación de las personas ciegas.
– ¿Por qué escogió ese año para introducir la voz de Braille?
Toda novela tiene un principio y pensé que ‘Los caminos de la luz’ debían nacer en el momento del accidente. Por otra parte está la historia de Louis Braille en Vichy, que sirve de hilo conductor.
– Para terminar, ¿cuál sería la moraleja de ‘Los caminos de la luz?
No me gustan las novelas con moraleja, ni moralina, ni recetas. Amo plantear dudas a través de la historia que propongo, favorecer reflexiones, incitar a la curiosidad, conmover.
Cada lector y lectora llegará a sus propias conclusiones dependiendo de sus variables individuales, de su experiencia de la vida, de su historia.