Absolución. Una forma de mirar… adentro
La vi hace meses y aún me resisto a su influjo. Se estrenó a finales de 2023 y obtuvo 10 nominaciones a los Goya… pero sigue de gira, con su autor y director a la cabeza, tan incansable que aún no sabe si es él el de la película o era otro quien salía en ella, tal es la transformación que ha sufrido desde entonces en sus propias carnes, en su carne viva.
Estamos ante Absolución, de Juan Alfredo Amil, un documental que aborda el miedo a una muerte posible ante una intervención de alto riesgo con todas las connotaciones a que ello nos lleva, tratándose de una persona joven a quien no se le oculta nada. (Entroncaría este documental de Amil con otro magnífico titulado Hay una puerta ahí, dirigido por Facundo y Juan Ponce de León, si bien con diferentes circunstancias, por lo que el argumento es muy otro).
Por suerte, la intervención salió bien y por eso consuela y conforta tanto ver ahora al autor tan lozano después de pasar por esa agonía múltiple que tiene la valentía de escenificar ante la cámara. Una cámara que él mismo dirige ciñéndose a los hechos en toda su dureza, sin sentimentalismos ni autocompasión. Ni hacia sí mismo ni hacia los suyos, que son muchos y muy unidos, aunque esto, a veces, cuando uno está tan mal, lejos de arropar, agobie muchísimo.
Pues Absolución es una auténtica bajada a los infiernos en la que el paisaje, y sobre todo la música, compuesta también por él mismo, arropan esos estados de ánimo de los que su perro parece ser el primer termostato, mucho más que su propia familia, con ser esta una unidad roqueña, indisoluble. Pero los humanos hablan —hablamos— y las palabras pueden llegar a ser insoportables en ciertas circunstancias.
Con todo, lo más conmovedor tal vez sea el paisaje canario como fondo de la desolación del personaje. Un paisaje muy bien escogido de rincones asolados en que una plantita toda púas y escasa de luz adolece en el más lúgubre abandono del que no desea salir. Un abandono que es el que llega a desear para sí mismo el protagonista.
Y es en estos momentos, que él desearía vivir en soledad, cuando desearía tener unos padres más despegados, que no fueran tan buenos y no se preocuparan tanto de él. Porque es una familia a la que las pérdidas han contribuido a unir y ellos han sabido darle un carácter religioso a las mismas, he ahí su fortaleza. Nada de esto le vale a Amil cuando el sol abrasador de las Canarias es el miedo a una muerte posible que los médicos no ocultan.
Argumento:
Juan Alfredo Amil ha de ser intervenido quirúrgicamente por sobre peso. Es la única manera de recuperarse de la enfermedad que pone en peligro su vida y a ello se enfrenta sabiendo que también la operación tiene un riesgo elevado. Investigador él mismo de su propia realidad clínica, sabe que se enfrenta a la muerte, tanto si se somete como si no.
Y Absolución es lo que llega después de esa bajada a los infiernos, cuando por fin Juan Alfredo Amil sale de nuevo a la luz.
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