Me cuento entre los que están convencidos de que el resultado de las elecciones del próximo día 28 de Abril va a tener una importancia extraordinaria para España. Estas elecciones nos llegan en los momentos en que arrecia la que, seguramente, es la mayor crisis política de nuestro sistema constitucional desde 1977.
Los resultados de las elecciones andaluzas que, por economía de espacio, no voy a valorar, contribuyen notablemente a lo que afirmo en el primer párrafo; marcan un hito importante: por primera vez irrumpe con fuerza Vox y lo hace además con indicios que van más allá de Andalucía.
A mi parecer, hay multitud de causas que nos han llevado a esta situación. Hay multitud de problemas que aquejan a nuestro sistema. Sin menospreciar ni a unas ni a otros, voy a centrarme en la que, a mi juicio, está entre las más importantes, incluso quizás podríamos convenir en que es la más importante: la situación en Catalunya.
No solamente por el hecho de que la espantada de los grupos parlamentarios ‘procesistas’ al Presupuesto presentado por el gobierno haya sido uno de los detonantes de la convocatoria electoral, sino por el hecho, real y archiconocido, de que la situación que ha provocado el Partido Popular en Catalunya ha ido enmarañándose, complicándose y crispándose constantemente sin que en ningún momento y por ninguna de las dos partes confrontadas se haya intentado una solución política: los ‘procesistas’ por un lado y, hasta las elecciones andaluzas, PP y Ciudadanos, a los que ahora hemos de sumarles Vox, por el otro.
Debo aclarar lo que para mí significa y porqué la uso, una palabra no normativa, ‘procesista’, que necesita una explicación en sí misma y a la vez ilustra la compleja situación catalana.
‘Procés’ se traduce literalmente al castellano como proceso. También tiene otras acepciones más concretas. Pero me voy a quedar en el genérico ‘proceso’ puesto que creo que es en este sentido en el que la usan los partidos que forman la mayoría de gobierno y sus apoyos en la sociedad. Para ellos consiste en la concatenación de hechos de todo tipo que tienen la independencia como fin último y deseado, incluso proclamado, si bien ‘de farol’ según la profesora Clara Ponsatí, consejera de educación en el momento de la DUI (Declaración Unilateral de Independencia) y ahora impartiendo tranquilamente sus clases en la Universidad St. Andrews (Escocia).
La realidad, no obstante, es que en Catalunya hay una minoría de personas que no participa del ‘Procés’, que no está de acuerdo con su ‘hoja de ruta’, pero que contemplan a la independencia como una de las posibles salidas a la situación planteada. Es por respeto a ellos que uso la palabra ‘procesista’ i no la de independentista.
Retomo el hilo principal: El 28 de Abril hay cuatro escenarios posibles a nivel teórico. La mayoría ‘andaluza’, la mayoría PP-Ciudadanos, la mayoría PSOE con PP y/o Ciudadanos y finalmente la mayoría que yo deseo, el PSOE con Podemos y sus formaciones asociadas más los escaños nacionalistas y/o ‘procesistas’ que antepongan los intereses generales a la visión estéril, errónea, cortoplacista y peligrosa que les ha llevado a cerrar el paso a los Presupuestos Generales del Estado.
He ordenado los posibles resultados que me parecen más plausibles en orden de menor a mayor conveniencia para España. Se podrá argumentar que no puedo hacerlo de otro modo dada mi adscripción ideológica. Pero en esta ocasión hago esta afirmación, más allá de mi militancia, por creer que la fórmula que (por los pelos y con grandes dificultades) armó la moción de censura, alumbró al mejor gobierno y al mejor programa de regeneración de nuestra democracia desde 1977. Creo firmemente que de haberse mantenido el gobierno con esta mayoría de apoyo, los resultados habrían sido estimulantes y en su momento hubiéramos afrontado las elecciones generales en mucha mejor situación que ahora. Desgraciadamente no ha sido así, el proyecto se ha interrumpido abruptamente, hemos entrado en un proceso electoral complejo, complicado y peligroso. Complejo por lo apresurado y por las muchas tensiones que hacen reventar costuras ‘urbi et orbi’, complicado por el calendario y peligroso por lo incierto del resultado.
Es evidente que una fórmula de gobierno que incluyera a Vox sería la más peligrosa por su posición sobre las cuestiones de género, la xenofobia, las libertades públicas y otros temas que aportan un espeluznante plus de peligrosidad. El precedente andaluz deja bien claro que PP y Ciudadanos son incapaces de resistirse a los cantos de sirena de Vox.
No obstante, si admitimos mi hipótesis de que la situación en Catalunya es el principal o uno de los principales problemas políticos que tenemos planteados, la participación de PP y/o Ciudadanos en cualquiera forma de gobierno sería tan nociva con Vox como sin Vox. Es más, estoy convencido que tanto para el contencioso abierto en la propia Catalunya como para el existente entre Catalunya y el conjunto de España, Ciudadanos es el partido que ofrece mayor peligrosidad.
Ciudadanos nació en Catalunya con un objetivo clarísimo, principal, y me atrevo a decir que prácticamente único: devolver a Catalunya a la situación del franquismo, anulando la restauración de la legalidad vía recuperación de la Generalitat. Ciudadanos es un partido letal para España. No hace falta entrar en la discusión de sus programas en aspectos diversos, ni especular si son más o menos centristas o socialdemócratas. Ciudadanos quiere una España uniformada de gris, anulando la que es la mayor riqueza de los españoles: la diversidad. En este sentido, no difiere de Vox, puesto que ambos beben del franquismo. Sé que la gravedad de estas afirmaciones puede sorprender, pero creo que debemos ser conscientes del peligro que supone Ciudadanos. Jamás las libertades del pueblo español han desaparecido tan radicalmente, jamás hemos entrado tanto en decadencia, como cuando no se ha reconocido la realidad: España es rica por su diversidad, España solo es posible si la sabemos organizar desde la pluralidad.
La aplicación del artículo 155 por el gobierno del PP no quitó ni un voto al ‘procés’. La aplicación de un 155 indefinido, interviniendo en sectores que se respetaron en la primera aplicación, llevaría a Catalunya a un callejón sin salida de muy mal pronóstico. Y con ella, al resto de España.
Las elecciones del 28 de abril tienen un desenlace incierto y van a dejar un mapa político complejo que va a necesitar de pactos amplios para no caer en el abismo de un 155 como plantean PP, Ciudadanos y Vox. No está de más recordar que en el sistema bicameral español el Senado aparece como algo secundario. En esta ocasión, evitar una mayoría de derechas en el Senado es imprescindible para alejar el peligro de un 155 indefinido que equivaldría a un estado de excepción en España.
Insisto en dos cuestiones que me parecen elementales: hay que conocer la magnitud del peligro que conlleva Ciudadanos y trabajar hasta la extenuación para que los electores tomen conciencia de la trascendencia de estas elecciones, valoren la expectativas que abre un gobierno de progreso con apoyo suficiente y estable y en consecuencia no se refugien en la abstención.
Si lo logramos, habremos sorteado un gran peligro y podremos contemplar el futuro estrictamente español con optimismo. Si no lo logramos, la izquierda estaremos llamados a lo que también sabemos hacer: pedagogía, proposición y resistencia. Al fin y al cabo no sería la primera vez.